Los Fabulosos Cadillacs en el Movistar Arena.
Cristián Soto, El MercurioSANTIAGO.- "Nada se pierde, todo se transforma", dice en la canción titulada con esas últimas tres palabras Jorge Drexler, uno que el sábado se presentará en la misma Movistar Arena que esta noche de jueves acogió a Los Fabulosos Cadillacs. Pero el planteamiento de esa máxima perfectamente puede adelantar su aplicación a lo mostrado esta vez por la agrupación argentina, aunque precisando el sujeto: La fiesta.
Porque si en sus gloriosos noventas fueron sinónimo de juerga agitada y catarsis masiva, así como de rebeldía y espíritu contestatario, en este 2015 la celebración se ha calmado y refinado, pero en ningún caso se ha extinguido. Comprensible, en cualquier caso, e incluso apreciable, considerado la efeméride con que se promocionaron en el cartel las presentaciones de esta noche y la del viernes: Nada menos que el trigésimo aniversario desde que Vicentico y compañía registraron iniciación de actividades.
De este modo, la energía en corriente de esa edad anterior y ese entrañable dejo de borrachera en el sonido, hoy dio paso no sólo a una estampa más calma en escena, sino también a una ejecución que busca privilegiar la pulcritud y la potencia.
Así se apreció desde el arranque con "Genio del dub" a las 21:15 horas, con 15 minutos de retraso que sirvieron para meter en el recinto de Parque O'Higgins a un par de miles de rezagados, hasta concretar un virtual lleno, con cerca de 12 mil personas.
Y si esa canción del disco de 1987 Yo te Avisé ya puede dar cuenta de cierto ánimo revisionista, otras lo profundizan: Como "Piazzolla", un tema de Fabulosos Calavera (1997) que dejó aflorar el lado más rockero de Flavio Cianciarulo, el que la firma; o "Gallo rojo", de El León (1992), y "Estoy harto de verte con otros", otra de 1987, con una banda extrañamente opaca ante su frenético ritmo ska.
Pero ésa, afortunadamente, no fue la tónica de la noche, que cuando no encontró arriba del escenario la chispa necesaria para provocar el estallido, sí la encontró abajo. Fue así, por ejemplo, en "Demasiada presión" y en "El León", mientras que en "Mal bicho" los propios músicos incentivaron el bullicio y el jolgorio. Otras, como "Te tiraré del altar", "Satánico Dr. Cadillac", "Yo no me sentaría en tu mesa" y, por cierto, "Matador", no necesitan de despliegues: Son clásicos de tal magnitud en el repertorio latinoamericano, que su sola ejecución desata una comunión al borde de lo sagrado entre los distintos participantes de esta ceremonia.
Pero la existencia de los mencionados otros aires que hay en ésta, es algo que encuentra también nuevas pruebas. Una, en la presencia de los hijos de Vicentico y Sr. Flavio en guitarra y bajo, respectivamente, durante la interpretación de "Saco azul" y "Revolution rock". La otra, en el carácter de las canciones inéditas presentadas hoy.
Una de ellas fue "Crecen", afincada en las vertientes más amables del ska y con un adhesivo riff de bronces, colchón para versos tan conciliadores como "es amor lo que sentimos, es amor lo que vibramos, es amor lo que esperamos, la fuerza que nos da". La pieza incluso tiene espacio reservado para voces y palmas, al más puro estilo de himno de campaña solidaria. Similar tónica sigue "La música", bajo cuyos aires tropicales se despliegan máximas cómo "música, tú nos salvarás" y diversas citas al repertorio más insigne de Los Fabulosos Cadillacs.
Ambas fueron bien recibidas por un público que hoy, tal como hace dos, seis y veinte años, se entregó a lo ofrecido por una banda que a estas alturas ya es un verdadero partner. Un socio de ésos que persisten de por vida, y que esta noche de jueves en Santiago dio señales de que seguirá presente por mucho tiempo más.