Los retornos al estudio de bandas que han pasado por años de silencio discográfico, y con separaciones mediante, provocan tanta ansiedad como vértigo. ¿Qué rayos puede salir de ahí? Las posibilidades son amplísimas. En cambio, una pregunta con resultado más certero puede ser qué cabe esperar, y como respuesta aceptable puede darse al menos una: No lo mismo que en su edad anterior.
Esa tesis puede encontrar nueva encarnación en Sol Invictus, la placa con que Faith No More finiquita 18 años sin álbumes publicados y con que pone timbre oficial a la reunión abierta en 2009. Todo ese tiempo y esa agua bajo el puente (incluyendo esperables reequilibrios de poderes) no han pasado en vano, como tampoco el medio siglo de vida que promedian los integrantes de este quinteto, factores que naturalmente redundan en una placa menos explosiva y urgente. ¿Inferior, por ello? En absoluto.
Sol Invictus trae de vuelta a un Faith No More que luce su madurez y su expansión, pero que no transa sus códigos: Rabia, misterio, el trabajo de atmósferas y la fría temperatura del fierro, al servicio de una fórmula que logra dotar de sentido melódico y afán propositivo a las vertientes más pesadas del rock. Todo con el teclado de Roddy Bottum como gran atributo diferenciador.
Ello parece quedar esta vez resumido en "Separation anxiety", una pieza de matices que va subiendo en intensidad, y que Mike Patton parece interpretar con espuma saliéndole de la boca. Similar carga es la que porta el single "Superhero", tema con mayor marca frenética, delicia para quienes gustan de los instrumentos de aire, y quizá el único mazazo que esta vez ofrece una banda que antes entregaba ese tipo de golpes a mansalva. Ahora, en cambio, las opciones parecen ser otras: Los aires de cortina para serie de los 70 o para cinta de Tarantino que carga "Rise of the fall", parangón cinematográfico que "Cone of the shame" puede encontrar en el terror. O esa ventisca de himno de hermandad que emana "From the dead", canción con ascendente en el gospel que quizá se constituya en una de las más bajas de esta entrega.
Pero baja en los parámetros de Patton y compañía, es decir, en un universo de búsqueda y desafío. No más (ni menos) que eso es lo que vuelve a atravesar ahora a Faith No More, unos a los que esta vez habrá que dar más de una mirada antes de darlos por plenamente reconocidos. Sin embargo, ese encuentro en la esquina seguro que no se quedará en una simple levantada de cejas. Con Sol Invictus, una vez más, los norteamericanos, llegaron para instalarse en la discoteca de sus seguidores.