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Un ejercicio de ambigüedad y cultura pop llega a los estantes de la Feria del Libro

"Hombres Maravillosos y vulnerables", el debut del escritor chileno Pablo Toro, es un volumen de siete cuentos en que el que asoman Don Francisco, Enrique Maluenda, David Bowie y Augusto Pinochet.

12 de Noviembre de 2010 | 14:40 | Por Andrés Escobar Moraga, Emol
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''Cuando metiste la suficiente realidad en tu ficción queda siempre la ambigüedad, el desconcierto de no saber qué es real y qué no'', dice Toro.

SANTIAGO.- Supongamos que Don Francisco se encierra en los estudios Univisión de Miami treinta minutos antes de salir al escenario, se tira dos o tres líneas de coca, diecisiete cortos de whisky y tres o cuatro ravotriles.

Así parte "Hombres maravillosos y vulnerables", el cuento que le da el nombre al primer libro del chileno Pablo Toro (27), y que marca la línea que cruza a toda la obra. En este libro la protagonista es la ambigüedad, una bruma bajo la que se pasean Don Francisco y Enrique Maluenda, Iggy Pop y David Bowie, Ewan Mc Gregor y Oscar Wilde.

El imaginario pop hace que la atmósfera triste y, a ratos, severamente patética de los cuentos se vuelva familiar. "Cuando metiste la suficiente realidad en tu ficción queda siempre la ambigüedad, el desconcierto de no saber qué es real y qué no", dice Toro. El efecto funciona, a ratos tan bien, que provoca dejar el libro y ponerse a googlear para saber, en serio, qué es mentira y qué es verdad.

Esta obra es parte de la literatura del fracaso, habla de perdedores: un tipo que le escribe una carta a alguien que no conoce planteándole robar un enigmático prendedor que perteneció a Oscar Wilde como un negocio inmejorable, las precariedades de una pareja de estrellas —ya jubiladas— de la pornografía chilena, o un militar que descubre, en un acto tan cotidiano como comer, las atrocidades que representa su jefe: el General Augusto Pinochet.

Entrar a los mundos narrados en "Hombres maravillosos y vulnerables" es meter la nariz en la putrefacción y fragilidad de sus personajes. Sin embargo, en medio de esa fetidez, las historias tienen imprevistos aterrizajes de humor que refrescan extrañamente. Algo así como sacar carcajadas en un funeral.

"La prueba de un libro es que pueda ser leído en el metro de Santiago, en la hora punta. Y este libro lo logra", dijo el poeta Germán Carrasco durante la presentación de este volumen de siete cuentos en la Feria del Libro. Y si pasa la prueba es en gran medida gracias a la velocidad. El ritmo de los cuentos es, por lo general, vertiginoso y cuando no, es porque la narración está subiendo una pendiente para llegar a la cima y volver a lanzarse.

Ejercicio intelectual y humorístico

Algunas de las influencias de "Hombres maravillosos..." resultan evidentes. Y Pablo Toro las asume como una declaración de principios. Nombra al canon borgiano que llama a crear mundos de ficción tan profundos y sólidos que es posible aceptar casi cualquier cosa dentro del juego literario, y que practica el ejercicio intelectual como ejercicio humorístico.

Además hace referencia a las lecturas de los también argentinos Julio Cortázar, Juan Rodolfo Wilcock y Rodrigo Fresán; al británico Irvine Welsh, a los estadounidenses Edgar Lee Masters, David Foster Wallace y Chuck Palahniuk y a Roberto Bolaño.

Pero también Toro reconoce -como fundamental- la labor del Luis López-Aliaga, el tallerista con el que pulió sus cuentos y comenzó a moldear la búsqueda de un estilo propio, el gran tesoro que persigue un escritor. "López-Aliaga es implacable; te hace saber las cosas que no te resultan y resaltar tus virtudes hasta hacerte saber en qué espacio te estás moviendo".

Pablo Toro reniega del supuesto romanticismo de la vida del escritor, al estilo de Ernest Hemingway. "Es un oficio bastante convencional", dice. En su pieza el televisor está prendido todo el día, porque él pasa el día ahí, sentado en su cama, frente al computador y a la TV, otra de sus poderosas influencias ("Veo tele de manera enfermiza"), tanto que también ha escrito guiones para series como La Ofis.

Dentro de esa misma conciencia de la moderación, Toro considera que vender todos los ejemplares de "Hombres maravillosos..." no sería una locura, después de todo, son sólo 300 libros. Es el comienzo en una editorial punki (La calabaza del diablo) que trata a este autor como una apuesta. Pero eso tampoco importa mucho ahora porque como el mismo autor reconoce, al final, lo único que queda es el libro mismo.

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