SANTIAGO.- El padre Raúl Hasbún afirmó que luego de la autorización por parte de la autoridad de salud para comercializar en el país la controvertida "Píldora del día después", no se generó en la sociedad chilena el suficiente debate sobre la materia y que por ello se produjo un "vicio congénito".
En su habitual comentario de los miércoles a través de Radio Agricultura, el sacerdote dijo que "en una sociedad de cultura democrática se supone, primero, que las cosas que interesan y afectan a todos se debaten con la participación de todos, y, segundo, que las decisiones de la autoridad se toman una vez agotado el debate".
"Ninguno de los dos requisitos han sido tomados en cuenta en el controvertido asunto de la 'Píldora del día después'", precisó.
Afirmó, además, que éste es un tema que "interesa y afecta a todos por su directa relación con la vida", agregando que "las usuarias de la píldora son las mujeres en edad fértil, segmento cuantitativa y cualitativamente importante en la sociedad".
Dijo que de la posición que la sociedad tome en esta materia dependerán numerosas decisiones, como por ejemplo la "libertad sexual como derecho individual, la realidad de derecho y deber educativo de los padres de familia; el rol de la medicina y el papel del Estado en políticas, que conjugan lo técnico con lo valórico".
Agregó que "nuestra reacción ante este tema de la píldora enviará también una señal de aliento o de rechazo a los organismos internacionales que procuran someter a Chile a sus propios esquemas de reproducción y familia".
"No hay duda -resaltó- que es un tema que nos interesa a todos. Por estricta consecuencia lógica y democrática tendría que debatirse con la activa de participación de todos, pero este debate recién se está iniciando y de modo muy parcial, muy restringido, en ningún caso comparable con el debate del carné escolar, las vías segregadas o la selección chilena de fútbol".
"Lo peor del asunto, sin embargo, que la decisión ya fue tomada antes del debate y la tomó una autoridad administrativa sin esperar ni alentar el libre fuero de los mecanismos de participación propios de una sociedad democrática. Entonces, el debate sobre la píldora adolece de un vicio congénito".
En ese sentido, indicó que discutimos "sin saber que resultado práctico tendrá las conclusiones del debate en términos de modificar o no una resolución ya ejecutoriada".
"Si una sola persona, saltándose los mecanismos de consulta, opinión y debate, tanto en sedes científicas como éticas y aún política, decreta que jóvenes pueden esterilizarse sin consentimiento y conocimiento de sus padres o resuelve que es política de salud proveer a la población femenina de fármacos potencialmente abortivos, sin que la opinión en contrario de la mayoría de los afectados resulte vinculante para modificar su decreto. Querrá decir que vivimos en un régimen autocrático, monocrático, es decir en su sistema de gobierno en que la voluntad de uno solo es ley suprema", acotó.
Aseguró que el principal argumento emocional para justificar la "Píldora del día después" sigue siendo la violación, "¿por qué no deshacerse por medio de una pastilla del fruto de una relación brutalmente expuesta?, pero las estadísticas -explicó- más frescas y confiables de Estados Unidos, donde alcanzó la cifra de 40 millones de abortos legales, demuestran que menos del 1 por ciento de las razones aducidas por las abortantes es la violación".
Por último, afirmó que la "píldora abortiva es en sí una brutal violación de la vida y de la verdad, por eso que Jesucristo no está en ella".