SAN JOSE.- Bolivia y Chile volvieron hoy a expresar ante la Asamblea General de la OEA en San José sus planteamientos respecto al llamado "problema marítimo de Bolivia", un asunto que el Gobierno de la Paz considera debe solucionarse en una negociación y que Chile cree, simplemente, que no existe.
El canciller boliviano, Javier Murillo, recordó cómo Bolivia fue privada de acceso soberano al mar en el siglo pasado pero, dijo, "sus consecuencias económicas y políticas se sufren todavía".
El canciller Murillo afirmó que los presidentes de Chile, Ricardo Lagos, y de Bolivia, Hugo Bánzer se reunieron por primera vez el 1 de septiembre de 2000 en Brasilia y reiteraron la decisión de sus Gobiernos de iniciar un diálogo "sobre todos los temas de la relación bilateral, sin exclusiones".
Afirmó que ambos presidentes, que se reunieron posteriormente dos veces más, tienen "el propósito de generar un clima de confianza recíproca que permita profundizar las relaciones mutuas sobre la base del marco y las posiciones que sustentan ambos países".
El balance, según Murillo, puede considerarse positivo porque "hay un amplio abanico de posibilidades de cooperación, beneficioso para ambas naciones" y se han identificado ya "cuatro grandes espacios de acción".
Uno de ellos referido a la exportación de gas boliviano a los mercados mundiales utilizando puertos del Pacífico; otro relacionado con la ampliación y la construcción de rutas camineras y ferroviarias a través del territorio boliviano, que vinculen los puertos del Pacífico con los mercados brasileños y argentinos de la cuenca del Atlántico.
El tercero, explicó, Murillo, aprovecharía "la complementación de las ventajas competitivas de Chile y Bolivia en minería e hídricos y finalmente, un cuarto que se configura alrededor de la articulación de las economías regionales del Norte de Chile y el Occidente de Bolivia, al que se deberían sumar el Sur del Perú, y que se conectan con las economías de Brasil y Argentina".
Finalmente hizo un llamamiento para que ambos países "cierren con dignidad la agenda del pasado".
Por su parte, el vicecanciller chileno, Heraldo Muñoz, reiteró la posición de Santiago en el sentido de que su país no reconoce competencia alguna a la OEA para considerar materias que inciden en la vigencia de tratados internacionales y en la integridad territorial de sus Estados partes.
Argumentó que el Tratado de Paz y Amistad suscrito en 1904 fijó la frontera entre ambos países y constituye la base permanente sobre la cual se sustentan nuestras relaciones bilaterales. Este tratado dijo, "se encuentra plenamente ejecutado e incuestionablemente vigente y la frontera chileno-boliviana ha sido definitivamente demarcada".
En el mismo sentido subrayó, tajante, que entre Chile y Bolivia "no existen asuntos territoriales o limítrofes pendientes".
Sin embargo, explicó "a modo informativo" que la política exterior de Chile tiene el decidido propósito de fortalecer las relaciones con sus vecinos y con los países de la región, "ámbito en el que las relaciones con Bolivia ocupan un lugar de alta prioridad".
Muñoz se refirió también al diálogo mantenido por los respectivos presidentes que, dijo "corresponde a la voluntad política de ambos Gobiernos, absolutamente ajena a cualquier compromiso contraído en foros internacionales, o como resultado de acciones de terceros países".
Las conversaciones son, por tanto, de contenido "exclusivamente bilateral" y tienen como objetivo "crear las necesarias condiciones de confianza mutua que permitan avanzar en el tratamiento del conjunto de los temas que componen la relación bilateral".
Muñoz reiteró finalmente que Chile tiene la "voluntad sincera" de perfeccionar las relaciones con Bolivia y subrayó que en un marco "estrictamente bilateral" está dispuesto a la consideración de fórmulas "creativas y realistas que puedan permitir el perfeccionamiento de las facilidades de acceso de Bolivia al mar".
Pero, subrayó, se respetará la "intangibilidad de los tratados de límites".