NACIONES UNIDAS.- Brasil, Argentina y Chile son los mayores productores de armas pequeñas y ligeras de Latinoamérica, mientras que Centroamérica es la región donde el número de víctimas por éstas es el más elevado.
Así lo revela el Informe de Armas Pequeñas 2001 redactado por el Instituto de Estudios Internacionales de Ginebra, y publicado con motivo de la I Conferencia sobre Comercio Ilícito de Armas Pequeñas y Ligeras, que este viernes concluye en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
A pesar de que medio millón de personas mueren anualmente en el mundo por ese tipo de armas, su desarrollo es un negocio en crecimiento con 95 naciones productoras y más de 600 compañías dedicadas a su fabricación.
En Latinoamérica, Brasil, Argentina y Chile son los mayores productores, tanto por la producción nacional como por la exportación.
Otros países de la región se limitan a fabricar municiones, como es el caso de Ecuador, o a manufacturar bajo licencias de compañías europeas como FN Herstal de Bélgica, SIG de Suiza y Beretta de Italia.
Brasil es el exportador latinoamericano de armas por excelencia y uno de los grandes productores del mundo, con fabricación tanto pública como privada.
Su actividad empezó en 1960 y su industria de armamento, con una cuota del ocho por ciento del mercado mundial, es una de las mayores en los países en desarrollo.
Sin embargo, aunque factura anualmente entre 100 y 150 millones de dólares, sus ventas han bajado en los últimos años por la pérdida de mercados en Oriente Medio, y por pasar de ser el primer vendedor de armas ligeras a EEUU a ocupar el segundo puesto en 1996.
Así las cifras, las exportaciones representan más del 50 por ciento de los ingresos totales.
En Argentina, las iniciativas privadas de producción de armas han aumentado en las últimas décadas, por lo que en el 2000 ya existían una veintena de compañías dedicadas a este rubro.
Este empuje del sector privado afecta a la producción estatal y hay quienes se preguntan si las empresas gubernamentales subsistirán en medio de la crisis económica que atraviesa el país.
El valor de las exportaciones legales de pistolas y revólveres fue de 4 millones de dólares entre 1994 y 1998.
Dicho monto no incluye los envíos ilícitos de armas pequeñas y municiones a Croacia, que han provocado recientemente el procesamiento del ex presidente Carlos Menem.
Chile es otro de los grandes productores en Latinoamérica, pero la producción es básicamente estatal, con factorías creadas en la década de 1970, tras el embargo impuesto contra el gobierno militar que derrocó al presidente Salvador Allende.
Las exportaciones chilenas, mayormente rifles, morteros y granadas de mano, se dirigen a EEUU, Canadá y Cabo Verde y los ingresos alcanzaron en 1997 a los 300.000 dólares.
No obstante, las cifras de las exportaciones latinoamericanas son irrisorias en comparación a los 1.200 millones de dólares que facturó EEUU en 1998.
México y Brasil son dos de los países latinoamericanos que más importan armas estadounidenses, especialmente, rifles militares, pistolas y revólveres.
En Centroamérica, el crecimiento de esta industria se interpreta como una respuesta a la inseguridad ciudadana, que se acentúa por el alto nivel de acumulación de armas producido por las guerras civiles y por el proceso incompleto de desarme de los ex combatientes.
Los países centroamericanos más afectados por la violencia por armas de fuego son El Salvador y Guatemala, con una tasa de homicidios de 150 por cada 100.000 habitantes.
Además, Centroamérica se ha convertido en el enlace del tráfico de armas ilícitas.
En Nicaragua, por ejemplo, un rifle de asalto se puede adquirir por 25 dólares, pero tras pasar a Costa Rica o Panamá, el precio puede subir a 300, o incluso, 700 dólares, y si continúa su viaje hasta Colombia, su valor puede aumentar hasta los 2.000 dólares en efectivo o a su equivalente en drogas.
Precisamente, Colombia es uno de los países donde la situación es más crítica, dado el alto nivel de acumulación de armas por parte de la guerrilla y los paramilitares.
La tasa proporcional de muertes por arma pequeña en Colombia es del 88 por ciento del total de defunciones -500 veces mayor que en el Reino Unido-, seguido por Brasil con un 39 por ciento y Argentina con un 10 por ciento, según datos del informe.