MIAMI.- El chileno detenido por las autoridades estadounidenses por decir en un avión de la compañía aérea American Airlines que tenía una bomba, negó hoy que haya formulado tal amenaza durante el vuelo.
Juan Carlos Riquelme San Martín compareció hoy ante un tribunal de Miami (Florida) después de que fuera acusado de proferir tal amenaza el sábado pasado al vuelo 911 de la aerolínea estadounidense con destino a Santiago de Chile, cuando el avión sobrevolaba Cuba.
Riquelme le dijo al juez Stephen Brown, por medio de un traductor, que entendía los cargos presentados en su contra, pero aseguró que no hizo ninguna amenaza.
El acusado, que sufre de cáncer y que inicialmente tenía previsto viajar a Nueva York, tiene que presentarse el próximo viernes a una audiencia de fianza y los fiscales desean mantenerlo en prisión hasta que comience su juicio.
Richard Lunn, un agente del FBI, dijo en una declaración jurada que el chileno le comunicó a una azafata que tenía una bomba en su valija y después comentó con otro pasajero que había sido una broma.
El incidente, sucedido cinco días después de los atentados terroristas perpetrados contra las Torres Gemelas, en Nueva York, y el Pentágono, en Washington, obligó a regresar al avión escoltado por cuatro F-16 de la Fuerza Aérea al aeropuerto internacional de Miami.
Después de la detención del chileno, el avión reanudó el vuelo hacia Santiago de Chile.
En otro caso, una joven de 18 años, también compareció hoy ante un tribunal de Fort Lauderdale, en el norte de Miami, por informar en un puesto de seguridad del aeropuerto de esa ciudad que traía una bomba en la guantera de su vehículo.
La oficina del alguacil del condado de Broward informó de que Carolina Aranguren, residente en Miami, fue arrestada ayer por la tarde cuando al ser preguntada por funcionarios del aeropuerto internacional de Fort Lauderdale-Hollywood si portaba armas, respondió afirmativamente.
Los funcionarios le pidieron que repitiera lo dicho y expresó: "hay una bomba en la guantera", lo que movilizó a las autoridades que de inmediato trajeron un perro para que verificara la presencia del explosivo.
Tras una intensa búsqueda, se determinó que fue una falsa alarma y Aranguren fue trasladada a la cárcel del condado, donde se le acusó de mentir sobre la tenencia de un explosivo, un delito de segundo grado penalizado con hasta 15 años de prisión y una multa de 10.000 dólares.