Viven porque están muertos
Parte I-
Parte II -Parte III
- ¡Es usted cruel, tenía la cara arrasada de lágrimas y no sé cómo pudo resistir hasta el final el relato - dijo la dama, y continuó dirigiéndose al joven- . Más cruel que ella, porque ella lo ama intensamente y usted, al parecer de su teoría, no la quiere ya.
El joven tomó su sombrero y se despidió de la señora.
Pero al llegar a la calle una brisa refrescó su faz y, junto a la agradable reacción, nació una duda.
¿Y si todo lo que he dicho no fuera ahora cierto? ¿Acaso uno odia, sufre o goza permanentemente? ¿Acaso en una sola hora uno puede tener todas las variaciones del alma, todas las contradicciones del corazón humano, mientras la forma, la acción, es una sola y permanente, y por lo tanto, falsa también?
Dio media vuelta, y volvió sobre sus pasos.