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Cardenal Errázuriz llama a rezar por la paz

En su mensaje de Cuaresma, el purpurado reiteró las palabras del Santo Padre en el sentido de que la guerra "es siempre una derrota de la humanidad", y que una acción de fuerza debe ser emprendida en el contexto de la ONU.

04 de Marzo de 2003 | 11:29 | El Mercurio en Internet
SANTIAGO.- El presidente de la Conferencia Episcopal, Cardenal Francisco Javier Errázuriz, entregó esta mañana su mensaje de Cuaresma en el cual llamó a los católicos a rezar por la paz del mundo, en referencia a los conflictos en Irak y Medio Oriente.

"Este miércoles, es miércoles de cenizas, es el inicio de la Cuaresma y el Santo Padre Juan Pablo II, nos ha pedido que celebremos este día como una jornada de oración y de ayuno pidiéndole a Dios por la paz del mundo. Siempre la celebración de la Cuaresma está marcada por la conversión y por la caridad", expresó.

En el documento entregado esta mañana, el cardenal reiteró las palabras del Santo Padre en el sentido de que la guerra "es siempre una derrota de la humanidad", y que una acción de fuerza no puede ser una decisión unilateral, sino que "debe ser emprendida y decidida en el contexto de las Naciones Unidas".

En cuanto a la responsabilidad que cabe a Chile en el Consejo de Seguridad de la ONU, el cardenal, en representación del Episcopado, afirmó que el Gobierno "examina cuidadosamente las proposiciones, ya que quiere abrirle camino a la paz y votar soberanamente conforme a la justicia".

Al respecto, el prelado llamó a orar por las autoridades y a apoyar las súplicas con el ayuno. "No esperemos de otros la paz. Comprometámonos con la paz, esforzándonos por suprimir enemistades, odios y beligerancias, actitudes prepotentes y belicosas, violencias físicas y verbales, almacenamientos de armas para matar la fama, el bienestar o la vida de otros", agregó.

Texto completo del mensaje

“MAYOR FELICIDAD HAY EN DAR QUE EN RECIBIR”
(Hch 20,35)

Mensaje de Cuaresma y de Paz - 2003

1. Este miércoles es Miércoles de Cenizas. Es el inicio de la Cuaresma. El Santo Padre, Juan Pablo II, nos ha pedido que celebremos este día como una jornada de oración y de ayuno, pidiéndole a Dios por la Paz en el Mundo.

2. Siempre la celebración de la Cuaresma está marcada por la conversión y por la caridad. Es el tiempo en que contemplamos a Jesucristo, recordándolo cuando se encaminaba a dar su vida por nosotros. Es el tiempo en que más nos esforzamos por hacer nuestros sus sentimientos y sus actitudes, en relación a Dios, su Padre, y en relación a todos los seres humanos, particularmente a los más afligidos.

3. Coherentes con el amor de Cristo, desde hace años celebramos este tiempo litúrgico como una Cuaresma de Fraternidad. “Mayor felicidad hay en dar que en recibir” (Hch 20,35). Este año, nuevamente, quisiéramos que los aportes vayan en favor de hogares cuyos hijos, desde su gran pobreza, sólo cuentan con el apoyo de la madre. También ellos, saliendo de su angustia económica, quieren disfrutar de paz.

4. La amenaza de una guerra de gravísimas consecuencias, que oscurece el horizonte de la humanidad, marca este año nuestra vivencia de la Cuaresma. Irak debe destruir toda arma de destrucción masiva. El Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas delibera ahora sobre las resoluciones que debe tomar. También los Estados Unidos y sus aliados deben respetarlas. Los pueblos de la tierra sólo anhelan la paz.

5. La Iglesia cree firmemente en la dignidad de la persona, creada a imagen y semejanza de Dios. Por eso rechaza todo atentado a la vida humana, más aún tratándose de víctimas inocentes, y espera del ser humano, en los conflictos, soluciones que estén de acuerdo con su dignidad. En este espíritu el Papa expresó a comienzos de año que la guerra “no es nunca una necesidad fatal. Es siempre una derrota de la humanidad” (Juan Pablo II, al Cuerpo Diplomático, 13 de enero de 2003), y ha invitado a utilizar todos los medios que puedan evitar un enfrentamiento armado. Por eso dialoga sin interrupción con las partes involucradas, porque cree que “la paz todavía es posible en Irak y para Irak, y el paso más pequeño en los próximos días significará un gran salto hacia la paz”.

6. Es más, en las actuales circunstancias la Santa Sede ha manifestado que la guerra que nos amenaza no puede ser una decisión unilateral. Una acción de tal gravedad “debe ser emprendida y decidida en el contexto de las Naciones Unidas. Sólo el Consejo de Seguridad de la ONU tiene el poder de decidir un ataque armado de legítima defensa”. Lo contrario sería “un crimen contra la paz”.

7. También a Chile le cabe una gran responsabilidad, por tener actualmente voz y voto en el Consejo de Seguridad de la ONU. Nuestro Gobierno dialoga con todas las fuerzas políticas del país y examina cuidadosamente las proposiciones, ya que quiere abrirle caminos a la paz y votar soberanamente conforme a la justicia.

8. Como Obispos de la Iglesia Católica acogemos de corazón el llamado del Santo Padre: Oremos y ayunemos en este Miércoles de Cenizas por la Paz, porque todas estas iniciativas decisivas necesitan de nuestro resuelto apoyo. Dios puede mover los corazones de los jefes de las naciones y de sus lideres sociales e iluminar sus pensamientos; también ofrecer circunstancias favorables, para que aún los corazones endurecidos, que no quieren abrirse ni a la verdad, ni a la justicia, ni tampoco a la paz entre los pueblos, las culturas y las religiones, logren vibrar por estos bienes y optar con más decisión por los caminos de la paz. Cordialmente invitamos a todos los cristianos, y a todos los hombres y mujeres que creen en Dios, a que nos unamos en esta oración por la paz.

9. Propongámonos en esta Cuaresma construir la paz y la amistad en nuestros corazones, reconciliándonos con Dios y con los demás. También en nuestras familias, en las aulas, en los estadios, en las negociaciones, en los lugares de trabajo, en los hospitales y en las cárceles. Asumiendo los sentimientos y las actitudes de Jesucristo hacia los hermanos, de Él, que derribó el muro de la enemistad que separa, podemos vivir con un espíritu nuevo. (Ver Efesios 2, 14).

10. Apoyemos nuestros ruegos con el ayuno, y oremos al Señor incesantemente, también por nuestras autoridades. No esperemos de otros la paz. Comprometámonos nosotros con la paz, esforzándonos por suprimir enemistades, odios y beligerancias, actitudes prepotentes y belicosas, violencias físicas y verbales, almacenamientos de armas para matar la fama, el bienestar o la vida de otros.

11. Como lo pide Juan Pablo II para este Miércoles de Cenizas a quienes comparten nuestra fe, que en todos los santuarios marianos, también en las parroquias y en las familias, se rece el rosario por esta gran causa de la Paz en el mundo, “de la que depende el bien de todos”. Imploremos la paz “en particular para Irak y Tierra Santa”. Esta intención la dejamos en las manos de Nuestra Señora de la Paz, con gran confianza, con mucha convicción y esperanza.


EL COMITÉ PERMANENTE DE LA CECH

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