SANTIAGO.- Un grupo de científicos chilenos realiza diversas investigaciones sobre la relación que existe entre una enzima neuroprotectora del cerebro y el mal de Parkinson, que afecta a unas 30 mil personas en nuestro país, de cuyos resultados dependería la aplicación de un nuevo tratamiento para la enfermedad.
Los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile plantean que esta enfermedad podría originarse en el funcionamiento inadecuado de una enzima que está encargada de evitar que se formen sustancias tóxicas que destruyan neuronas durante la oxidación de la dopamina, neurotransmisor químico del cerebro relacionado con el movimiento.
De comprobarse esta hipótesis, en el futuro sería factible aplicar nuevas estrategias terapéuticas entre las que se incluye el trasplante, lo que podría ayudar a los pacientes aquejados de Parkinson, quienes hasta ahora han cifrado sus esperanzas en la controvertida utilización de las células madre.
Los científicos chilenos señalan que esta enzima, conocida como DT Diaforasa, previene la reacción tóxica que mata a las células dopaminérgicas, provocando la alteración del sistema nervioso central.
"Hemos estudiado este tema en tubo de ensayo, a nivel celular y en ratas. Si los resultados continúan presentándose tan auspiciosos como ha sido hasta ahora, podríamos tener buenas noticias en el corto plazo’’, señala el doctor Juan Segura-Aguilar, miembro del Departamento de Farmacología Molecular y Clínica del Instituto de Ciencias Biomédicas.
El académico explica que sus investigaciones se ven refrendadas por estudios realizados recientemente en China, mediante los cuales se pudo comprobar que cuando la DT Diaforasa está inactiva -debido a un polimorfismo o mutación genética- aumenta en 3,8 por ciento la posibilidad de desarrollar parkinson.
"Nos propusimos indagar sobre este polimorfismo en Chile y continuar estudiando el papel neuroprotector de esta enzima en transplantes de animales con Parkinsonismo experimental, para ello era necesario contar con una sala aséptica que nos permitiera desarrollar el cultivo de líneas celulares libres de contaminación. Con la ayuda económica de la empresa QClass, especializada en el área, conseguimos instalar un laboratorio con tecnología de punta en la Facultad de Medicina que cumple con las normas internacionales de Good Medical Practice (GMP)".
"En él podremos realizar manipulaciones genéticas de células para elevar el nivel de expresión de DT Diaforasa lo que, potencialmente, podría prevenir procesos degenerativos de la enfermedad", resalta Segura-Aguilar.
Los científicos plantean que, de comprobarse la mutación genética en Chile, el valor predictivo de la muestra sería muy significativo, ya las personas con el polimorfismo estarían en riesgo de desarrollar Parkinson.
"Si comprobamos que el mal funcionamiento de la enzima es uno de los mecanismos que estimula la aparición del parkinson, entonces podríamos atacar el problema buscando soluciones concretas. Tal vez sería factible analizar el consumo de alguna planta que favoreciera la producción de esta enzima o bien, podríamos preparar cultivos celulares para llevar a cabo trasplantes experimentales en animales que, en caso de ser exitosos, más adelante podrían aplicarse en seres humanos", comenta el especialista.
Esta enfermedad degenerativa del sistema nervioso central por lo general aparece en la segunda mitad de la vida, después de los 50 años, y afecta a 1,9 de cada 1.000 habitantes.
Es ocasionada por lesiones originadas en un sector del cerebro conocido como sistema nigroestriado, compuesto por la sustancia nigra (que es oscura, de ahí su nombre) y un órgano blanco o núcleo estriado.
Este sistema –encargado del control y coordinación del movimiento, del tono muscular y de la postura- emplea dos neurotransmisores en constante equilibrio y balance, que actúan de modo opuesto:
La dopamina, por una parte, que se ubica en las terminaciones axonales de las células originadas en la sustancia nigra, y la acetilcolina, que está instalada en las terminaciones axonales de las neuronas estriatales.
Los pacientes con Parkinson en un comienzo sienten dolor en las articulaciones, rigidez muscular y temblor involuntario en manos y antebrazos. También suelen tener la voz monótona, a menudo entrecortada, y también se les reconoce por un aumento en la apertura de los párpados.
Una vez que el Parkinson se ha declarado hay un temblor constante en el individuo, en especial de las extremidades superiores, situación que puede aumentar con la ansiedad. Asimismo, hay rigidez y disminución de la mímica (el rostro parece una máscara porque pierde su capacidad gestual).
La enfermedad viene aparejada de depresión y debilidad muscular. "Pensemos que quiero hacer un movimiento específico, por ejemplo, recoger una hoja de papel; en ese caso envío una señal al sector del cerebro que está encargado de controlar los movimientos para que libere un neurotransmisor conocido como dopamina. El neurotransmisor se trasladará a la membrana que separa a esa neurona del exterior, y lo hará contenido en una vesícula protectora a producir la liberación sináptica. Una vez que salga de la célula será captado por un receptor de otra célula que dará inicio a una escalada de reacciones que nos permitirán llegar finalmente al músculo y ejercer el acto de tomar la hoja de papel. En tanto, la dopamina que no fue usada y que quedó en el exterior de la célula, volverá a ser captada por ella, gracias a un transportador que cumplirá la labor de reciclarla", plantea el doctor Segura Aguilar.
El problema ocurre cuando la dopamina no es contenida correctamente por las vesículas, en estos casos se produce oxidación y la irremediable muerte de las células dopaminérgicas.
Sin embargo, estas células cuentan con un mecanismo protector conocido como enzima DT Diaforasa, que impide que se produzca la toxicidad de la célula y el proceso de oxidación.
Si esta enzima no funciona correctamente, ya sea por una causa endógena (polimorfismo genético) o exógena, las células comenzarán a morir y a manifestarse el Parkinson.
"Nosotros creemos que esta enzima podría ser una respuesta al Mal de Parkinson. Si conseguimos detener su funcionamiento errado o fomentar su producción, podríamos atacar una enfermedad invalidante que hasta ahora no tiene cura", comenta el académico.