SANTIAGO.- En respuesta a un reportaje publicado en una revista, en que se acusa al sacerdote Christian von Wernich de El Quisco de haber sido torturador, el obispo de Valparaíso, Gonzalo Duarte, aseguró que el prelado no se está escondiendo de nadie y ha colaborado con la justicia argentina cada vez que ha sido requerido.
El obispo de Valparaíso indicó que el reportaje publicado este viernes por la revista "Sieta mas Siete" incorpora afirmaciones que no corresponden a la verdad.
Precisó, también, que el padre Von Wernich está en Chile desde hace siete años, siempre con su nombre, y que ha entrado y salido de Argentina siempre con su verdadera identidad. De hecho, en la actualidad, se halla en el país trasandino haciendo uso de sus vacaciones, indicó.
Mons. Duarte dijo que nunca ha recibido quejas de la feligresía, ni en El Quisco ni en ninguna de las diversas comunidades en que ha desempeñado cargos en la diócesis.
También señaló conocer las acusaciones en contra del padre Von Wernich que existen en Argentina, y aclaró que "siempre se ha presentado ante la justicia y nunca ha sido encausado ni detenido ni puesto bajo arraigo".
"Yo, como su obispo, le exigiré que se presente cuantas veces sea requerido", expresó. Manifestó, asimismo, que el sacerdote argentino le ha asegurado que no tiene nada que cargue en su conciencia.
"Si él está en este momento en Argentina, es porque se siente libre de estar en su país", añadió. Monseñor Duarte recordó que en países con vigencia de un estado de derecho -como son Argentina y Chile- se presumen inocentes quienes no han sido declarados culpables.
Bajo el título "El cura torturador que se esconde en El Quisco" la revista asegura argentina asegura que el sacerdote "Christian González no es otro que Christian von Wernich, el sacerdote que durante la dictadura argentina manchó su sotana con sangre. El que bendijo la represión ilegal argumentando que era una guerra contra la subersión comunista. Una especie de Tomás de Aquino vernáculo paseándose entre los campos de concentración de la Policía de Buenos Aires, conducida por el temido general Ramón Camps de quien -se señala- fue su amigo de la juventud".
