SANTIAGO.- El Cardenal Francisco Javier Errázuriz manifestó, luego de asumir como presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), su preocupación por el deterioro de las condiciones de vida en muchos de los países del continente.
En entrevista con Radio Chilena desde Paraguay, el cardenal Errázuriz expresó que "en el contexto actual de Latinoamérica hay muchos problemas sociales que se han agudizado, hay ciudades y pueblos en los que la pobreza tiene índices muy altos; también se observa un gran deterioro en las condiciones de vida en salud, en la educación, la vivienda, la seguridad social y del respeto por los derechos humanos".
Al ser consultado sobre su visión del continente, monseñor Errázuriz se mostró preocupado por "el debilitamiento de muchas democracias, la atomización de la vida política y la falta de credibilidad en las autoridades políticas".
Respecto del fenómeno de la globalización, el nuevo presidente del Celam dijo que ella es heterogénea y provoca muchos desequilibrios sociales y culturales.
"La globalización no es entre iguales y eso provoca sufrimiento en aquellos países de menores recursos, porque muchas veces se aumenta la pobreza y las desigualdades", recalcó el prelado, quien regresa este sábado a Chile.
Pese a las dificultades y problemas que se observan, el cardenal Errázuriz se mostró esperanzando en el futuro de América Latina y en la labor evangelizadora de la Iglesia.
"Hay un ambiente de esperanza, contamos como una cantidad importante de catequistas, de laicos comprometidos. Es cierto que en algunos países ha disminuido el número de católicos, pero la gente comprometida con el Señor crece en todas partes. Ese es un gran signo de esperanza", señaló.
Agregó que "en los pueblos con mayores problemas se espera mucho de la Iglesia, que anunciando a Jesucristo y coherente con su mensaje, pueda ayudarlos para que tengan un renacer democrático, humano y social".
El prelado manifestó que la preocupación central de los Obispos del continente es la situación de la familia "tan agredida, pero que lucha por recuperar su lugar como centro de la vida personal, como generadora de valores sociales y como santuario de la vida y de la confianza. La familia tiene que vivir toda la riqueza del sacramento del matrimonio y llegar a convertirse en una pequeña Iglesia doméstica y un Santuario de vida".