MIAMI.- Un testigo en el juicio civil que se efectúa en Miami contra el ex militar chileno Armando Fernández Larios identificó hoy al acusado como uno de los oficiales que dio una paliza a una de las 72 víctimas de la "Caravana de la muerte".
Según la declaración en vídeo de Juan Morales, Fernández Larios, quien reside en EE.UU. desde 1987 bajo un "acuerdo de protección" con las autoridades, golpeó al preso horas antes de que, junto con otros 12 detenidos, fuera ejecutado en 1973.
"Jaime Sierra (el detenido) pedía a los militares que lo mataran, porque no aguantaba mas los golpes", dijo Morales, en ese entonces un cabo en la guarnición de Copiapó, en el norte de Chile y una de las ciudades visitada por la caravana en octubre de 1973.
Sierra fue una de las 72 víctimas de la "Caravana de la Muerte", un escuadrón que salió de Santiago en octubre de 1973, al mando del general Sergio Arellano Stark, para eliminar "subversivos" en cinco ciudades chilenas.
Fernández Larios, de 54 años, ha reconocido haber integrado ese fatídico escuadrón sólo como encargado de la seguridad el general Arellano, y ha negado haber torturado o matado a nadie durante la gira de la "Caravana".
El testigo Morales, quien actualmente tiene 61 años, dijo además que el hombre que le pegó a Sierra "dos o tres veces" en el pecho con la culata de su fusil era Fernández Larios.
"(Sierra) cayó de rodillas. Estaba inclinado hacia adelante, con la frente a unos 15 centímetros del suelo, y Fernández lo golpeó en la nuca con la suela de la bota. La cabeza pegando el piso hizo mucho ruido", agregó.
Precisó que la paliza se efectuó en el pasillo vecino a su oficina de la guarnición de Copiapó.
En otro testimonio en vídeo presentado hoy, el funcionario municipal Víctor Bravo, quien tomó las huellas dactilares de las víctimas de Copiapó, dijo que no había tenido dificultades en reconocer a Sierra ya que lo conocía desde antes del golpe de Estado de 1973.
"Me acuerdo que tenía ojos verdes", señaló Bravo, quien agregó que cuando vio el cadáver "a Sierra le faltaba un ojo. Parecía que se lo habían sacado con un corvo (cuchillo)".
Fernández Larios, que logró un "acuerdo de protección" en EE.UU. después de declararse culpable de complicidad en el asesinato del ex canciller chileno Orlando Letelier, ocurrido en Washington en 1976, permaneció impasible ante los testimonios.
Desde que salió de la cárcel a finales del 1987, tras cumplir una condena de siete meses en ese caso, el ex militar reside en Miami y trabaja como gerente de un taller de chapa y pintura.
El juicio civil que afronta ahora Fernández Larios fue incoado por la familia de Winston Cabello, una de las 13 víctimas de Copiapó, que lo acusa de ser responsable legal de los delitos de tortura, asesinato extrajudicial y crimen contra la humanidad.
La familia de Cabello está respaldada en el proceso por el Centro de Justicia y Responsibilidad (CJR), una organización de abogados de derechos humanos, con sede en San Francisco, California, que tiene como objetivo principal que se niegue el refugio en EE.UU. a los extranjeros que hayan cometido atrocidades.
Los juicios civiles en Estados Unidos no acarrean condenas de cárcel, sino sanciones pecuniarias.
Fernández Larios, quien tras abandonar la "Caravana de la Muerte" ingresó a la DINA, ha sido solicitado por la Justicia de Chile y Argentina para ser interrogado en relación a casos de asesinatos y violaciones de los derechos humanos.