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Pía Guzman habla por primera vez tras escándalo

A cinco semanas de sus declaraciones, se explaya sobre sus vivencias y reitera el "pude haber actuado con mayor prudencia". Sin embargo, afirma que "ha pasado algo bien curioso: ¿si yo no hubiera hablado, se le habría puesto acelerador a esta investigación?".

19 de Noviembre de 2003 | 15:04 | La Segunda
SANTIAGO.- Cinco semanas después de sus primeras declaraciones -cuando todos los medios habían requerido sin éxito a la diputada Pía Guzmán para recoger sus reacciones en una entrevista (La Segunda la solicitó reiteradamente), hoy ella rompió el estricto silencio que se autoimpuso el primer fin de semana tras gatillar el vendaval político con sus afirmaciones y que sólo levantó para leer una declaración pública en la Cámara tras ser sancionada por la Comisión de Etica.

Sorprendentemente, lo hizo en una revista institucional, que no tiene venta a público. En la publicación "Fibra de Telefónica CTC Chile", un órgano dirigido a sus principales clientes, Pía Guzmán se explayó sobre sus vivencias en este tiempo. Dada las características y resonancia del caso en el mundo político y la importancia de la situación, La Segunda reproduce íntegro el texto de las declaraciones de la diputada, excluyendo los comentarios del periodista —y editor general— Guillermo Hidalgo. La revista de Telefónica la dirige el gerente general de la empresa, Claudio Muñoz, y el comité editorial lo integran Bruno Philippi (presidente de la empresa), Mauricio Malbrán, Ernesto Osses, Alejandra Pérez, Velko Petric, Diego Barros, Francisco Zegers, Venancio Nardiz, Alfonso Gómez, Eugenio Tironi y Matías Wolff.

El siguientes es el tenor literal de las preguntas y respuestas de la entrevista a Pía Guzmán:

—Diputada, ¿quién cree usted que es el hombre más malo de Chile?

—¡Qué pregunta! En todo hombre y toda mujer hay una lado bueno y uno malo. Nadie puede personificar al mal en sí mismo.

—¿Ni aun en el caso de la red de pedofilia?

—Ni aun ahí. Sin perjuicio de que en estos casos ni siquiera la palabra maldad parece suficientemente clara para expresar lo que ocurre. Yo hablaría de perversión, de enfermedad, de problemas psiquiátricos, de abusos horrendos. Algo hay en las personas que cometen estas atrocidades que las sitúa fuera de toda explicación.

Hay que tener presente que los delitos cometidos contra niños, muchas veces con torturas, son tan perversos que les transforman la vida en un infierno.

—¿Por qué dijo usted que había parlamentarios involucrados en el caso?

—Cuando me preguntan sobre la redes de Spiniak, yo estaba pensando en los niños. Pensé que estos crímenes no pueden quedar en la impunidad. Lo que una conoce de estos casos es tan atroz que se involucra emocionalmente y sólo cabe contestar con la verdad; creí en mis fuentes.

—Pero, ¿por qué lo dijo y luego lo repitió?

—Estos antecedentes me fueron entregados la noche del jueves 9 y refrendados durante el viernes 10 de octubre. Es muy duro enfrentarse a información de este tipo y actuar como si nada pasara.

—Pero usted fue la que actuó irresponsablemente, según han dicho personas de todos los sectores.

—Ya lo he dicho muchas veces: “Pude haber actuado con mayor prudencia”, y sinceramente así lo creo. Pero ha pasado algo bien curioso: ¿si yo no hubiera hablado, se le habría puesto acelerador a esta investigación? ¿Cuántos casos en que se ha “actuado responsablemente” han quedado en el olvido? ¿En cuántos años de “responsabilidad política” hemos tratado de cazar a Paul Schaeffer? ¿En qué han quedado tantos casos similares? En nada, porque finalmente se opta por la vía chilena y aquí nunca pasa nada.

—¿No cree usted que el afán de protagonismo la traicionó en esta ocasión?

—¡Por favor! Soy una legisladora y si hay algo que me reconocen es que soy una trabajadora de la ley, estudiosa y dedicada. En todo caso puedo decirle que el protagonismo de estas semanas ha sido torturante para mí y mi familia. Lo único que deseo es volver a mi trabajo parlamentario con la tranquilidad necesaria y para concentrarme en esas labores.

—¿Quiénes la han torturado psicológicamente?

—No voy a decir quiénes, pero indudablemente que cualquier persona con más de dos dedos de frente se puede dar cuenta de dónde provienen esas presiones.

—¿Cómo se han manifestado estas presiones?

—Con querellas, con insultos a mi persona y a mi familia, poniendo a mis hijos en las portadas de los diarios, con fotos donde aparezco sola, cabizbaja, cansada. Bueno, todos han sido testigos. Me han calificado con innecesaria dureza, con violencia irracional, quizás con odio.

—¿Por qué cree usted?

—No lo sé. Yo no he injuriado ni calumniado a nadie. Quieren que me inmole rápidamente para dar vuelta la página, pero no lo voy a hacer.

—Para usted sería mucho más sencillo hacerlo.
—Es posible, por mi tranquilidad y la de mi familia, pero eso significaría vender mi dignidad, defraudar a la gente que cree en mí, perder la guerra sin dar las batallas.

—¿Será para tanto, diputada?

—No, no lo creo, porque puede significar el término de algunas malas costumbres que debemos erradicar en la política, como el amiguismo, los privilegios. Hoy la gente en Chile espera del mundo político honestidad, autenticidad y austeridad. Ahí tiene usted el caso de Gladys Marín, por quien siento un gran respeto y espero que salga bien del trance que está pasando. No tiene gran votación popular pero es reconocida por todos los sectores políticos debido a que siempre dice lo que piensa y es de una sola línea.

—Usted conoce a las familias de las personas que han resultado más afectadas por sus dichos.

—Los conozco poco.

—¿Qué les diría?

—Lo que tantas veces he dicho en público. Lamento profundamente el daño que terceros han provocado a personas y familias inocentes.

—Está bien, pero le preguntaba si usted conoce de cerca a las familias de los parlamentarios de la UDI cuyos nombres todo el país ya sabe y sobre quienes no existe ni media prueba de que hayan participado en orgías y esas cosas.

—Si lo que ha ocurrido los ha dañado, lo lamentó mucho pero no es mi responsabilidad. Con la misma fuerza y humildad les quiero decir que no fui yo la que dio nombres, que no fui yo la que ha hablado ni ha publicado algo para dañarlos. Sólo he tratado de hacer bien mi trabajo.

—¿Está conforme con su labor como parlamentaria?

—Muy conforme. He sido señalada como una de las mejores parlamentarias. Eso me llena de orgullo y me hace sentir muy bien, porque, claro, todos podemos cometer errores, pero en lo grueso de mi función política sé que he aprobado con distinción.

—¿Qué les diría a todos aquellos que la han tratado de loca, de malévola, incluso de arpía, haciendo juego de palabras con su nombre?

—(Risas) No lo había escuchado. Mira, cuando los hombres actúan de frente se los trata de valientes, corajudos; cuando lo hacemos las mujeres nos tratan de histéricas y de arpías, como parece que algunos dicen.

—¿Cómo le ha afectado a su familia todo este asunto?

—Afecta, claro, y por eso entiendo a quienes puedan haber resultado dañados en su honra. Pero cuando pienso en los niños abusados que ni siquiera tienen derecho a saber lo que es el honor, me lleno de fuerzas. He tratado de que mis hijos conozcan a estos niños, en sus casas de acogida, para que ellos sepan la razón por la que su madre está peleando.

—¿Sus hijos?

—Están muy bien, muy orgullosos. ¿Y sabes una cosa?: esto nos ha servido para unirnos más como familia y con nuestros verdaderos amigos. Durante estos días, acercarse a mí era casi como un suicidio político, pero algunos parlamentarios y amigos nos han llamado constantemente y nos visitan para darnos su apoyo y solidaridad.

—¿Quiénes?

—Hay parlamentarios y gente del mundo político que públicamente me han dado su apoyo. Arturo Longton fue de los primeros y su caballerosidad me compromete. Sebastián Piñera ha sido de una lealtad y preocupación que me emociona. Andrés Allamand ha sido un puntal constante.

—¿Alguien de la UDI?

—Muy en privado.

—Es posible que no haya habido complot contra la UDI ni que usted ni la directiva de RN estén involucrados en nada concertado, pero de todos modos la candidatura presidencial de Lavín se ha visto resentida por este asunto desatado por usted. ¿Se siente responsable?

—Una candidatura seria, como la del alcalde Lavín, no se desmorona por una dificultad ni porque una parlamentaria haga su trabajo. El apoyo que tiene Joaquín es mucho mayor al que logran captar los partidos... ¡De qué estamos hablando; si Lavín obtuvo casi el 50 por ciento de los votos en la última elección presidencial!

—Cuando habló de que había políticos de la Alianza por Chile y de la DC involucrados en la red de Spiniak, ¿estaba consciente de la tormenta que se desataría?

—La verdad es que jamás imaginé la reacción del mundo político, ni de buena parte de los medios de comunicación. Yo no dije nunca nombres y siempre he creído en ese refrán que dice “al que le venga el sayo que se lo ponga”, pero pienso que ha habido una desproporción en la reacción.

—¿Por qué simplemente no pidió disculpas inmediatamente y reconoció que se había equivocado?

—Porque también tengo conciencia. Si dije lo que dije no fue de arrebatada. Tal vez fui imprudente, pero no mentí. Mi fuente ha sido siempre absolutamente creíble. Todos los antecedentes los tiene la justicia. Como dije el primer día, son los tribunales los llamados a determinar la veracidad de los antecedentes proporcionados. En cuanto a las disculpas, nunca he tenido problemas en pedirlas; lo que no quiero es causar más confusión ni que la gente piense que aquí no hay nada. Eso sería borrar con el codo lo escrito con la mano, y eso no lo haré. El error lo admito, la mentira no.

—¿Ha sentido miedo en todo este tiempo?

—A veces un poco. No es fácil ser atacada tan duramente y de modo tan injusto. Asusta, duele.

—¿Qué opinión tiene de la UDI?

—Que es un partido con un gran proyecto político, con mucha fuerza y demasiada juventud.

—¿Qué opinión tiene de Pablo Longueira?

—Definitivamente me cuesta mucho opinar de él.

—¿No le parece que las declaraciones y opiniones de Piñera sobre el caso han sido, al menos, equívocas y erráticas?

—Sebastián Piñera ha sido un gran amigo y un presidente de partido que se la juega por sus parlamentarios. Quisiera que mis compañeros de bancada, superando sus diferencias, pudieran reconocer esto. El ha dado muestras de ser un hombre leal, honesto y valiente.

—Si se ha declarado defensora de los niños de la calle, ¿por qué en todo este tiempo no ha hecho nada, como sí ha hecho el diputado Walker al pedir, por ejemplo, el embargo de algunos bienes de Spiniak?

—¡Por favor! Si no hubiese sido por la denominada “bendita imprudencia” todavía los expedientes estarían perdidos en un cajón y ajora, a pesar de lo que acaba de suceder con el juez Calvo, ya hemos avanzado mucho. Además, el nuevo ministro en visita, Sergio Muñoz, es excelente. El Poder Judicial ha actuado con una gran solidez en medio de esta tormenta de información. Además he seguido trabajando en el tema; incluso ayer asistí a la comisión mixta que resolvió los últimos detalles de la ley que sanciona la pornografía infantil y establece penas para estos delitos.

—¿Qué piensa de la extorsión denunciada por el juez Calvo?

—Me parece gravísimo, lamentable. No por lo que el juez Calvo haya hecho o no en su vida privada, sino porque esto indica que hay gente usando procedimientos gangsteriles para influir en la justicia.

—Una de sus asesoras ha sido involucrada en la investigación periodística que derribó a este juez. ¿Qué tiene que decir al respecto?

—Una persona llamó a mi oficina para denunciar que el juez era homosexual, y ella sólo siguió las instrucciones entregadas para derivar todas las denuncias que hemos recibido en estos días. Es decir, pedirles a los denunciantes que fueran directamente a tribunales.

—Se dice que usted habría alertado al juez Calvo de esta situación.

—Cuando fui a declarar ante el ministro le solicité conversar en privado, ya que me pareció oportuno ponerlo en antecedente de esa llamada que, de ir más allá, podía perjudicarlo.

—¿Cree que el juez debería haberse inhabilitado desde un comienzo?

—No me parece que un juez deba inhabilitarse por el solo hecho de haber tenido experiencias homosexuales.

—¿Leyó la entrevista a Claudio Spiniak en El Mercurio?

—Sí, entera.

—¿Qué le pareció?

—Me pareció extraña y me faltaron muchas contrapreguntas.

—¿Se da cuenta de que probablemente su carrera política tiene escasas posibilidades de seguir en ascenso?

—No estoy de acuerdo. Churchill dijo que la política es la única actividad en que se muere muchas veces. Y no es que me sienta muerta, pero me han tratado de matar políticamente. Después de todo lo vivido estoy más segura y convencida que nunca de que lo mío es la política. No me asustan las dificultades. Y espero seguir en esto hasta que me den las fuerzas.

—Hay un viejo dicho que delata a la gente que actúa de mala fe: “Tiró la piedra y escondió la mano”. ¿No ha sentido en algún momento que usted ha actuado así?

—Pero si yo no me he escondido nunca. Aquí estoy y he estado siempre. Si he mantenido silencio es porque la justicia ya tiene todos los antecedentes y porque hoy tengo una demanda que me puso la UDI frente a la que me tengo que defender. Mi abogado me aconsejó guardar silencio hasta que el ambiente decantara un poco. Yo diría que más que tirar la piedra y esconder la mano lo mío fue tirar la piedra y dar la cara.

—Durante las últimas semanas se han dicho todo tipo de frases y declaraciones. ¿Cuál es la que más le ha impresionado?

—Ha habido tantas. La participación del Guasón y el Pato Donald, esa frase de “sigue a ese cura”, el decir que un sacerdote se esconde “bajo la sotana de la Iglesia”. Sinceramente creo que el silencio es lo más sano.

—Al margen de este caso, ¿cree que sea posible la unidad en la derecha con líderes como Longueira y Piñera, cuyo desprecio mutuo es ampliamente reconocido en el mundo político?

—En política no son tan ciertos los amores ni los odios. Claramente ambos tienen formas muy distintas de hacer política, pero eso no significa que no puedan trabajar en objetivos comunes. Déjame decirte que la carrera política es tremendamente difícil, hay que tener cuero duro para aguantarla.

—¿Qué sentiría si el día de mañana leyera en la prensa que usted está ligada a una oscura red de perversión de menores?

—No saldría repartiendo querellas, abriría las puertas de mi casa, llamaría a quienes me acusan y esperaría tranquila a que me pidieran disculpas.

—¿Y por qué entonces no está dispuesta a dárselas a la UDI?

—Porque, repito: yo no he nombrado a nadie. Fui a la justicia a entregar todo lo que sabía. Y de vuelta he recibido agresiones muy violentas. Estos días difíciles me han endurecido y me han hecho más fuerte para defender lo más valioso que tenemos: todos los niños, pobres o ricos, abandonados o protegidos.
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