SANTIAGO.- Más disgustos que placer provoca el tercer mes del año, sobre todo cuando se retoman las labores cotidianas y se inicia un nuevo período de trabajo con muchas responsabilidades sociales y compromisos económicos. Esto muchas veces nos acarrea un estrés post vacaciones que provoca algunos malestares físicos o psicológicos, pero que con una buena disposición se pueden manejar.
De vuelta de vacaciones a las personas les cuesta retomar el ritmo laboral, lo que unido a una serie de gastos, trámites y deudas que se asumen en el mes de marzo, pueden provocar estrés por la sobrecarga de preocupaciones y problemas que resolver.
El estrés se produce por cualquier situación o pensamiento que haga sentir a la persona frustrada, furiosa o ansiosa y lo que resulta estresante para una persona no necesariamente lo es para otra. "Incluso, muchas veces contagiamos a las personas que nos rodean y el clima familiar o social se torna hostil".
También se origina a partir del miedo o de un peligro real (una reacción apropiada), un estado emocional (como la aflicción o depresión) o una condición física (como exceso de actividad de la tiroides, baja de azúcar en la sangre o ataque cardíaco).
El estrés es la respuesta del cuerpo a condiciones externas que perturban el equilibrio emocional de la persona. El resultado fisiológico de este proceso es un deseo de huir de la situación que lo provoca o confrontarla violentamente.
Para la sicóloga de la Clínica Psiquiátrica del Hospital Clínico Universidad de Chile, Mónica Servat, en algunas personas el estrés se manifiesta a través de síntomas somáticos, como dolores de cabeza, de estómago, tensión muscular, falta de ánimo, pero también dificultad para conciliar el sueño, irritabilidad, inatención.
Además se presenta con un agobiamiento inmanejable, ansiedad, temor y preocupación. "Es importante que la persona se calme, reflexione sobre la situación que está viviendo, se ordene y decida abarcar sólo aquellas situaciones que son más urgentes o que es capaz de tolerar", puntualiza.
"Los episodios breves de estrés trastornan el funcionamiento del organismo. Sin embargo, los síntomas desaparecen cuando el episodio cede. Esto ocurre con mayor facilidad si la persona posee tácticas efectivas para enfrentar el estrés y si expresa sus sentimientos normalmente".
Si los síntomas se agudizan o se mantienen por más de un mes, es conveniente consultar con un profesional en la materia.
