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Comercio de bienes robados: las víctimas también tienen la culpa

"Las sociedades tienen la delincuencia que se merecen", según Paz Ciudadana, ya que las mismas personas que han sufrido el robo de alguna especie son las que luego compran en persas o ferias informales.

06 de Abril de 2006 | 11:03 | Felipe Cádiz, El Mercurio en Internet

Gonzalo Vargas destacó que la legislación es buena pero falta conciencia ciudadana en el tema.
SANTIAGO.- La tentación es alta. Cuando alguien ha sido víctima del robo de una radio o de la insignia del auto, una recomendación que recibe de sus cercanos es la de ir al comercio informal y comprar los artículos a bajo costo. Suele ocurrir que, al realizar la transacción, al comprador le asalte la duda de si no estará pagando el mismo objeto que antes era suyo.

El principal obstáculo para frenar el comercio de especies robadas es que el comprador no se considera a sí mismo como un autor de delito, de acuerdo al primer estudio nacional sobre "El Mercado de los Bienes Robados", realizado por Paz Ciudadana. De ahí radica la importancia de educar la responsabilidad social, ya que al vender, comprar, transportar y almacenar bienes sustraídos se está fomentando la comisión de nuevos delitos.

"Las sociedades tienen la delincuencia que se merecen". Así de dura es la visión que tiene el gerente general de la Fundación Paz Ciudadana, Gonzalo Vargas, quien explica que las personas que actúan como compradores ocasionales o reducidores se dicen honestos y "se van autoconvenciendo de que lo que hacen no genera daño".

Es más tienden a justificar su comportamiento argumentando que el robo ya fue cometido por otro o que esa es la única posibilidad de adquirir un objeto de determinadas características. Esa es una de las conclusiones de la investigación, la cual revela que la mayoría de los objetos robados o hurtados se vende en algún mercado, porque el objetivo del delincuente es recibir dinero a cambio.

"Tenemos que ser coherentes como sociedad. Los productos que se roban no quedan almacenados en la casa del delincuente. Las mismas víctimas los compran", afirma Vargas.


El comercio ambulante es una de las formas de vender objetos robados.
El estudio demostró que existe una serie de artículos que son los más buscados por los delincuentes y que se caracterizan por ser fáciles de acceder, transportar y vender, así como difíciles de identificar. La lista la encabezan los objetos electrónicos (27%) como radios, agendas electrónicas, reproductores de mp3; seguidos por la ropa (15%); celulares (12%); dinero, cheques y tarjetas de crédito (11%); bicicletas (9%); herramientas (8%) y piezas de vehículos (4%).

La legislación no es el problema

El delito de receptación se castiga con la pena de presidio menor en cualquiera de sus grados, esto es de 61 días a 5 años de cárcel. Por ello, la culpa, según Gonzalo Vargas, no es de la legislación sino de la falta de una política eficaz de prevención que apele a la responsabilidad social de la ciudadanía.

Se estima que en un año ocurren más de 4 millones de hurtos y robos a las personas, sin considerar los que afectan al comercio. Sin embargo, según Paz Ciudadana, esta cifra no se condice con el número de casos de receptación que ingresan al sistema judicial cada año. Por ejemplo, en 2004 sólo se contabilizaron 1.330 procesos.

"Es un problema invisible en las estrategias de prevención contra la delincuencia", sostiene Vargas al explicar la poca conciencia de delito que tiene la gente cuando participa en el comercio de especies robadas.

En esto, la autoridad de Paz Ciudadana atribuye cierta responsabilidad a las autoridades como los Carabineros, municipios y el Servicio de Impuestos Internos, que no fiscalizan acabadamente el funcionamiento de persas, mercados informales y comercio ambulante.

Los robos existen porque hay un mercado para vender productos

La fundación propone sumar a los planes contra la delincuencia un "enfoque de reducción de mercados", algo que ha sido utilizado con éxito en países como Inglaterra y Australia para abordar delitos de robo y hurto.

La estrategia apunta a disminuir las oportunidades de venta de las especies sustraídas. "Los robos existen porque hay un mercado para comercializar los productos", afirma Vargas.

Un plan de este tipo contempla cinco líneas de acción:

- Un sistema de información para establecer los patrones del mercado de objetos robados.
- Identificación de los bienes más sustraídos por los delincuentes.
- Distinguir reducidores profesionales de compradores ocasionales.
- Regulación y fiscalización.
- Información y educación, es decir crear conciencia.
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