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Sexualidad a los 45: Hombres temen decadencia y mujeres exigen más

De acuerdo a un estudio cualitativo realizado por la Consultora Feedback, pasada la cuarta década, las mujeres demandan una buena sexualidad, mientras los hombres viven en una constante exigencia y su deseo disminuye.

01 de Junio de 2006 | 13:07 | El Mercurio en Internet
Metodología
Se utilizó la metodología de Metáforas Elicitivas, basada en el modelo propuesto por Gerald Zaltmann para lograr entrar en el ámbito de la intimidad del consumidor.

En este caso, se pidió a los entrevistados que trajeran dos imágenes evocadoras de una sexualidad plena y dos de una sexualidad poco satisfactoria.

Con este método se desarrollaron conversaciones con 9 grupos de 4 participantes cada uno, todos mayores de 45 años y representativos de los grupos socioeconómicos C1, C2 y C3.
SANTIAGO.- Tener una vida sexual satisfactoria sobre los 45 años es todo un desafío para la pareja, pues las necesidades e inquietudes varían mucho entre los hombres y las mujeres.

De acuerdo a un estudio cualitativo realizado por la Consultora Feedback, pasada la cuarta década, las mujeres saben que pueden aspirar a una buena sexualidad y que esa demanda es legítima, por lo que expresan con fuerza sus ansias de ser objeto de deseo y no objeto sexual.

Además ellas se sienten en una posición subordinada respecto del hombre y están preocupadas de tener deseo y placer.

La falta de deseo sexual

Los hombres, en cambio, viven en una constante exigencia. "Ya comienzan a sentir una leve sensación de decadencia física y una falta de deseo sexual, que no nace tanto de un aspecto físico sino más bien asociado a las responsabilidades y preocupaciones, especialmente en el orden laboral", afirma Carmen Santa Cruz, investigadora y directora del estudio.

Agrega que ellos le temen a la soledad, que se esfuerzan por no convertirse en "viejos", que son sensibles a la satisfacción y la felicidad de la pareja, que tienen la necesidad de "cumplir" sexualmente y que están preocupados de no perder su deseo sexual, a veces mermado.

Uno de los encuestados revela que siente menor receptividad a elementos que antes despertaban el deseo sexual. "Hay días que llego a la casa de mi pareja y no tengo ni ganas de tomarle la mano. Cuando tenía 30 años no era así. Es que la líbido va cayendo".

Muchos hombres enfrentan la situación con un discurso de aceptación, sobre todo cuando coincide con una baja en el deseo de la mujer, cuando lo perciben como parte de un proceso natural o cuando sienten que la sexualidad en general adquiere menos relevancia, frente a otros aspectos de la relación de pareja, como el cariño o los hijos.

En este caso, a diferencia de las mujeres, no predomina la idea de que una vida sexual plena es requisito para el éxito en la pareja.

Otros hombres, en cambio, no aceptan la falta de deseo, lo que está ligado a la autoestima, pero también a la "exigencia" de la pareja.

La importancia del preámbulo

A diferencia de los hombres, las mujeres enfatizan el contexto emocional, previo y durante el acto sexual, pues lo consideran un elemento fundamental para una relación satisfactoria.

Ellas prefieren los fines de semana para tener encuentros sexuales, ya que no están los hijos y hay posibilidad de generar un ambiente propicio para despertar el deseo.

Asimismo valoran los espacios físicos y de tiempo asociados a la tranquilidad, lo que se relaciona con la idea de una sexualidad más "reposada", a diferencia de su juventud, cuando la sexualidad tenía más elementos de "adrenalina".

Los hombres no comentan sus problemas sexuales

Otro aspecto relevante que estableció el estudio es que los hombres prefieren no hablar sobre la problemática sexual incluyendo la disfunción eréctil y la eyaculación precoz. "Un hombre que tiene problemas en la cama con su mujer no es un tema muy apto para conversarlo, porque automáticamente él es protagonista y queda en desmedro frente a sus amigos", señaló uno de los entrevistados.

Las principales disfunciones sexuales son la eyaculación precoz y la disfunción eréctil.

La primera no posee las connotaciones negativas asociadas a la disfunción eréctil, pero es señalada como un problema porque genera alta insatisfacción en la mujer, y en ese sentido afecta las relaciones de pareja.