IQUIQUE.- La Escuela de Arquitectura de la Universidad Arturo Prat obtuvo el premio del Fondo Nacional de la Cultura y las Artes (Fondart) 2006, por su proyecto dirigido a la localidad de Huara -en la región de Tarapacá y una de las más afectadas por el terremoto que asoló la zona-, y que pretende proteger legalmente el conjunto de bienes patrimoniales del sector, a través de su declaración como Zona Típica.
La iniciativa "Puesta en Valor de los bienes patrimoniales de la localidad de Huara, a través de la elaboración del expediente técnico social para su declaración como Zona Típica", fue presentada al Fondart por el director de la Escuela de Arquitectura de la UNAP y ejecutor principal del programa, Bernardo Dinamarca, quien destacó que el proyecto planea aportar al progreso de la región, asegurando que las intervenciones se realicen en concordancia con la identidad y el patrimonio local.
Dinamarca precisó que "considerando que el pueblo está en etapa de reconstrucción, es fundamental contar con un instrumento regulatorio para que las intervenciones que allí se realicen respondan a la identidad y la puesta en valor del patrimonio local y de la nación".
El pueblo de Huara, capital de la comuna del mismo nombre, se ubica a 75 kilómetros de Iquique y tiene una población de 958 personas, según datos del Censo 2002.
El auge de este pueblo pampino tuvo lugar en las primeras décadas del siglo XX, vinculándose estrechamente su desarrollo a la historia del salitre. Es así como en las primeras décadas de la centuria pasada, esta zona fue un centro recreativo, cultural, comercial y de servicios para los pampinos que trabajaban en las oficinas salitreras cercanas, mientras que los indígenas del interior bajaban a comercializar sus productos.
Huara fue un importante tambo aymará, es decir, un lugar de paso y estadía que se transformó en escenario de una gran cantidad de manifestaciones arquitectónicas, culturales e históricas de carácter patrimonial, como casas antiguas -incluso de la época en que fue territorio peruano-, tradiciones orales, costumbres y fiestas religiosas, que representan el quehacer y la vida cotidiana del pampino.
El terremoto del 13 de junio de 2005, ocasionó serios daños en muchas de las construcciones más antiguas, por lo que hoy "se hace urgente iniciar un proceso de rescate del patrimonio y, para ello, la protección de lo existente surge como paso inicial indiscutido", explicó el director de la Escuela de Arquitectura de la UNAP.