SANTIAGO.- Un reciente estudio realizado con un grupo de niños y niñas entre 9 y 11 años de edad pertenecientes al Programa Puente, concluyó que quienes carecen de una cama propia para dormir, y que por lo tanto deben compartirla con una o más personas, sufren de una serie de problemas tanto físicos como sicológicos.
Para los niños y niñas entrevistados -un grupo de ellos nunca ha dormido solo y otro recientemente lo hace- el hecho de no tener una cama tiene efectos tan nocivos como: persistente mal dormir y falta de descanso apropiado; problemas para conciliar el sueño y de movilidad durante la noche; dolores físicos productos de la falta de un buen descanso; falta de concentración en la escuela, de privacidad y de un espacio propio en el cual poder jugar y descansar; además de una evidente postergación del niño de su propio descanso en función del buen descanso de sus padres o de la persona con la cual comparte cama.
Estas conclusiones se desprenden del estudio "Un niño, una Cama", Percepciones y valoraciones desde el mundo infantil, llevado a cabo recientemente por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y la empresa Times Research, y que fue dado a conocer esta mañana por el Representante de UNICEF para Chile, Egidio Crotti; y la sicóloga de ese organismo, Soledad Larraín.
El citado estudio se enmarca dentro del programa de UNICEF "La voz de los niños" y la campaña solidaria "Un niño, una cama", y tuvo como objetivo conocer las opiniones y percepciones que niños y niñas tienen de su cama, como espacio propio y lugar de descanso.
Tras la investigación se puede desprender que el hecho de que los niños, niñas y adolescentes tengan su propia cama, no es algo que tenga sólo que ver con la comodidad y el buen dormir, sino que también está relacionado con la dignidad, los espacios propios, la intimidad y mejoras sustanciales en su calidad de vida.
Testimonio
Frases como "mi hermana se da vuelta y me pega manotazos; no puedo dormir, y yo me corro a la orilla", "en la noche mi hermana me habla, me da miedo, me pongo algodones aquí para no escucharla" o "me gusta dormir con mi mamá, el problema es que en el verano transpira mucho", dan cuenta de algunas situaciones que impiden el buen dormir de los niños cuando comparten cama.
Mientras para los niños hombres el tema del espacio vital reducido es el que más destacan al comentar los efectos de dormir acompañados, para las niñas el énfasis está dado en su falta de privacidad: "me da vergüenza que los demás me estén mirando".
Otro problema evidente que manifiestan los niños al compartir su cama con alguno de sus padres se refleja en frases como "duermo con mi mamá, me molesta porque a veces tira los pies para mi lado... yo no le digo nada, porque si le digo se enoja o me reta" ó "mi mamá no duerme bien conmigo, despierta con los ojos rojos; cuando se tiene que levantar no está de buen humor, está cansada".
De estas palabras se desprende que los niños postergan su propio bienestar por el de sus padres, para evitar darles un disgusto o cuidarles su descanso. "A veces no duermo bien y me quedo dormida en la escuela y ahí me va mal" es una sentencia que da cuenta de los nocivos efectos que esta realidad trae en el desempeño escolar.
Hoy cerca de 130 mil niños carecen de una cama propia, y para revertir esta realidad, UNICEF, el FOSIS y el área Sociocultural de la Presidencia, están impulsando la campaña "Un niño, una cama" que pretende reunir dinero hasta el próximo 8 de septiembre para comprar camas nuevas y equipadas a 35 mil niños de escasos recursos, cuyas familias egresan este año del Programa Puente.
Los aportes se pueden hacer mediante depósitos en la cuenta 2046 de BancoEstado; llamando al teléfono 188 600 600 2121 ó con cargo a tarjeta de crédito en el sitio web www.unicef.cl.