SANTIAGO.- La muerte de Augusto Pinochet deja como legado una advertencia para los otros violadores de los derechos humanos, que nunca estarán a salvo de la justicia, opinó este domingo la organización Human Rights Watch (HRW).
"El legado más grande de Pinochet puede ser el llamado de advertencia para los dictadores en todas partes", opinó José Miguel Vivanco, director ejecutivo para América Latina de la organización de defensa de los derechos humanos, tras conocerse la muerte del ex militar.
"Su caso le mostró al mundo que incluso los violadores de derechos humanos más poderosos pueden ser obligados a enfrentar a la justicia", añadió Vivanco, convencido de que Pinochet "murió dejando la imagen de una figura profundamente desacreditada en la tierra que una vez gobernó".
A pesar de que ex general nunca fue condenado por la justicia, el responsable de HRW recordó que en el momento de su muerte Pinochet se encontraba "bajo arresto domiciliario y enfrentaba juicios por varias acusaciones de violaciones múltiples de derechos humanos y corrupción", durante su régimen.
Según Vivanco, "el principio del fin" de Pinochet empezó con su detención el 16 de octubre de 1998 en Londres, donde permaneció durante 17 meses, aunque luego el gobierno británico del primer ministro Tony Blair lo dejó regresar a Chile en marzo de 2000.
"El juicio en Londres también dio valor a los tribunales chilenos", aseguró HRW. "Luego del regreso de Pinochet, los jueces lo acusaron por primera vez por su papel en las desapariciones y matanzas, lo pusieron en varias ocasiones bajo arresto domiciliario y, en octubre de este año, lo acusaron personalmente de tortura", destacó.
Además, "la detención de Pinochet también animó a las víctimas de otros violadores de derechos humanos, a quienes se les negaba justicia en sus propios países, a llevar sus casos ante tribunales de otros países", aseguraron.