Vea un fotorama de la nueva pista
Vea un video con piruetas de un skater profesional
SANTIAGO.- Los skater lo lograron. Después de vagar durante años sin un espacio digno para hacer sus saltos y piruetas, la tribu urbana -como ellos mismos se hacen llamar- tendrán desde marzo un espacio para ejercer su deporte.
El año pasado, un grupo de unos 1.500 skaters levantaron sus tablas frente a los muros centenarios del Palacio de La Moneda para llamar la atención de la Mandataria: "Bachelet, Bachelet una pista para el skate".
El grito, al parecer no se coló en la oficina de la Presidenta, pero sí llegó hasta la Municipalidad de Santiago. Alejandro Plaza, director del Área Urbana, cuenta que "los muchachos pidieron un lugar para practicar su deporte, presentaron una propuesta y lo aceptamos".
Así nació Skate Park, que actualmente se está construyendo en el Parque de los Reyes. El terreno, cuenta Plaza, le pertenecía hace un tiempo al Mercado Persa. "El centro de antigüedades se redujo a un cuarto, para regalarle al skate dos hectáreas, que incluyen además áreas verdes y la recuperación de dos multicanchas para los vecinos del lugar".
Diseño de skaters
El boceto fue creado por expertos en piruetas. Junto a la Municipalidad trabajó un grupo de jóvenes, que integra la tribu urbana, encabezados por el arquitecto de la obra, Gonzalo Saavedra, quien -cómo no- también practica el deporte desde hace años.
Junto a él trabaja John Allan, brazo derecho del arquitecto y activo constructor de la obra. "Lo bueno de la pista es que está hecha por un arquitecto-skater y él sabe cuáles son las necesidades que tenemos", dice otro de los integrantes de la tribu urbana nacional que, junto a los demás obreros, trabaja desde octubre para sacar adelante el proyecto.
El circuito, que costará unos 550 millones de pesos financiados por la Municipalidad, está basado en pistas de Brasil y Argentina. Cuentan con todos los obstáculos y espacios para hacer los trucos en el aire y correr a grandes velocidades.
El centro consta de dos partes. Por un lado, un espacio que se denomina Street, con barandas, pirámides y rampas para hacer piruetas aéreas. Además, cuenta con cinco bowl (piscinas enterradas en la tierra), destinados para andar a gran velocidad por sus bordes. Estos van aumentando su profundidad para darle mayor dificultad al circuito. Dependiendo del nivel de los skaters, podrán desplazarse por tazas que van desde 1,25 a 3,50 metros de altura.
Sin toparse unos con otros, el Skate Park tiene una capacidad para 30 personas, aunque apretados y muy incómodos alcanza para 200. Además, cuenta con un bowl pequeño de un metro de profundidad para quienes estén recién partiendo a usar la tabla, por lo general, jóvenes de 12 años.
"Las bicicletas están prohibidas"
Hoy Santiago no cuenta con una pista en buenas condiciones, y después de la desaparición de los circuitos de Estoril y los Cobres de Vitacura, sólo sobreviven el Parque Bustamante y las calles. La otra opción que les queda a la tribu urbana son las pistas particulares, lugares construidos por skaters, pero por los que hay que pagar una mensualidad.
John Allan asegura que el Skate Park no será sólo un lugar para usar la tabla, sino también un buen espacio para limpiar la imagen de la tribu. Afirma que los pocos lugares que existen hoy tienen mala fama y la gente los mira feo. "Con este proyecto queremos que cambie ese estereotipo, no vamos a dejar que se llene de marihuana, flaites y cogoteros".
El espacio, añade, está estrictamente destinado a los skaters, "las bicicletas están prohibidas”. Al parecer la batalla contra las demás tribus urbanas es frontal y declarada. Allan, desde su nueva trinchera comenta “ellos nos echan de sus lugares y les ponen unas pastas a las pistas para que las tablas no corran bien".
Lo que está en veremos
Mientras la construcción continúa, hay varios temas que se están aún barajando entre la Municipalidad y los skaters a cargo de la obra. Primero, es necesario un sistema de prevención de riesgos y accidentes, ya que la probabilidad de rasmillarse una rodilla o sufrir una fractura, es bastante alta. Además, están pensando en contar con un grupo de instructores que enseñen a hacer piruetas extremas. Está por verse.
Lo único seguro es que la fecha de término es marzo. "Podría decir que incluso estará lista antes, pero no quiero aventurarme", asegura Alejandro Plaza, muy optimista desde la Municipalidad.
Pero los skater no se conforman con diseñar la pista. Para John Allan sería interesante además que el circuito no sólo brillara por su funcionalidad, sino también por su estética. "Sería bacán decorar la pista con dibujos urbanos. El graffiti es muy importante en el skate, van de la mano y es parte de la cultura urbana".
Los setenta no son sólo los años de los hippies. También los skaters son parte de la época. Como una desviación de la tabla de surf en las olas del mar, el deporte evolucionó y terminó sobre ruedas haciendo piruetas en rampas y barandas.
Aunque es una de las tribus urbanas más poderosas de nuestro país, no existe el dato que determine cuántos skaters hay. Sin embargo, se estima que por lo menos unos mil están inscritos en la Federación de Skate de Chile, una institución que funciona para organizar mejor al grupo y limpiar los prejuicios que tiene la gente sobre ellos.
John Allan tiene 29 años y hace 15 que practica el deporte. Asegura que le gusta la tabla y su entorno porque es libre. “Cada uno hace lo que quiere. Y no porque nos creamos anarquistas, de hecho no todos lo son, cada uno piensa como quiere y eso es lo bueno”.
Es un deporte solitario y eso le gusta. A diferencia del fútbol, no se necesita de un pase para meter un gol. “Como no tienes un equipo, no necesitas a otro para andar, sólo depende de ti mejorar. Cada uno anda por sí mismo”, asegura.
Los amigos se hacen según la música que escuchan. Hip hop, punkies y hardcore son los estilos más clásicos. Sin embargo, todos los skater se conocen. Algunos organizados en grupos y otros más solitarios tienen a la calle como punto de reunión principal. Para encontrarse con uno, sólo se necesita una tabla y el tiempo para salir a recorrer la ciudad.
No es difícil diferenciar a un skate. Se visten con pantalones anchos que cuelgan más abajo de las caderas y usan poleras grandes y zapatillas anchas, donde la funcionalidad no es importante sino sólo su fin estético.
A la hora de pensar integrarse a ellos, es importante revisar el tema monetario. Su ropa es de marca, las zapatillas además de grandes cuestan, en promedio, al rededor de 50 mil pesos. La tabla, que la arman ellos mismos, alcanza los 80 mil pesos. Y hay que tener en cuenta que se rompen con mucha facilidad. “A mí se me quiebra una cada dos meses”, dice Allan.