Miguel García Martín, de 74 años, afirma que no es enemigo de los fumadores, sino de las tabacaleras.
Diario El MercurioSANTIAGO.- Fue infaltable compañía en carretes y momentos melancólicos (cuando su foto no era tapada de las cajetillas de las formas más ingeniosas), incentivó la compra de cigarreras y la invención de mitos (como el de su propia muerte) y fue un nuevo material para las bromas en la red. Lo cierto es que su imagen, plasmada en todas las cajetillas de cigarrillos del país, no dejó indiferente.
Hoy, cuando se cumple un año de la Ley de tabacos, de la cual fue emblema, y cuando la parte superior de su torso caracterizado por un agujero en el cuello finalmente saldrá de circulación, "Don Miguel" habla de las burlas de las que fue objeto, de su repentina fama y de su salida de la campaña del ministerio de Salud, afirmando que seguirá siendo "el mismo viejo pelado".
Miguel García Martín, de 74 años, afirma que vio la mayoría de las numerosas burlas que aparecieron de él en Internet y señala que "casi todos los días hay algo nuevo". "Me parece estupendo porque significa que les duele, significa que algo les dice, porque o si no lo dejarían así no más (...) No los deja indiferentes", indica el archienemigo de las tabacaleras, quien destaca el ingenio de los bromistas.
Afirma que, salvo un tipo que lo llamó por teléfono para "sacarle la madre", nunca ha recibido un insulto o amenaza directamente. Por el contrario, dice que tiene cansado el brazo de tanto saludar a la gente en la calle. "Cada vez que aparece alguien y dice '¡Don Miguel!' yo levanto la mano porque si contesto, por la voz, no me oyen".
Incluso tiene tiempo para una anécdota a causa de su popularidad. "El otro día salí del Metro y escucho clarito que alguien dice '¡Don Miguel!', yo me giro, voy a levantar la mano y era un tipo que vendía chocolates y decía '¡Dos por cien!'", cuenta.
Los fumadores no me miran a la cara
Miguel García señala que, aunque su poder no es tan grande como para que la gente apague el cigarro cuando lo ve, los fumadores no lo miran a la cara. "Se dan vuelta, disimuladamente, esos grupos de personas que están en los primeros pisos de los edificios donde no los dejan fumar y salen a fumarse un puchito miran para otro lado cuando me ven".
Aprovecha la ocasión para decirle a los "viciosos" que no es enemigo de los fumadores, sino de las tabacaleras. "Yo fui un fumador por tanto tiempo, los fumadores son enfermos, son personas adictas", afirma.
Consultado sobre si le provoca sentimientos encontrados ser una "advertencia" para que la gente lo mire y diga "no quiero ser como él", Don Miguel es tajante en decir que no porque afirma que él mismo se usa "como mal ejemplo" desde hace siete años. "Al colegio que me llama yo voy. Y no cobro", señala.
Finalmente, afirma que durante este año de campaña contra el cigarrillo ganó mucho más de lo que entregó "en cuanto a todo menos plata". Y respecto de la próxima campaña del ministerio de Salud, sostiene que "no es porque lo haya hecho yo, pero por más fuerte que sea la imagen (que reemplazará a la suya) sólo será imagen, no va a ser voz, porque la gracia de esto es que se trata de una 'voz maldita', pero de una voz al fin".