LICANTÉN.- El obispo de las provincias de Talca y Curicó, Horacio Valenzuela, se reunió pasadas las 19 horas de ayer con ejecutivos de la planta Licancel de Celco y trabajadores de esa industria en la comuna de Licantén, para solicitar que se mantengan las fuentes laborales de los empleados ante la prohibición de funcionamiento que mantiene esa fábrica de celulosa desde junio pasado, tras la contaminación del río Mataquito.
Monseñor Valenzuela destacó la necesidad de reiniciar cuanto antes la producción en esas instalaciones por el bien de casi 3 mil personas que trabajan directa e indirectamente en Licancel.
“La situación de las personas que es muy grave porque son 3 mil personas gravemente afectadas por el cierre de esta planta. A la iglesia le preocupa en función de las necesidades, dolor y urgencia de la gente, que se muevan todas las variables que están en juego para que pronto puedan volver a tener su fuente laboral”.
El obispo destacó que a fin de mes 150 personas serían despedidas. “El futuro es incierto y estamos muy preocupados”, dijo.
Destacó que existe buena voluntad de las empresas y autoridades para evitar más efectos sociales en la comuna que posee sólo 7 mil habitantes.
Andrés Morán, subgerente de Asuntos Públicos de Celco en el Maule, reconoció que a fines de este mes 150 personas dejarán de prestar servicios en la fábrica en áreas de transporte y cosecha forestal porque las canchas de acopio de madera están saturadas.
Durante los tres meses de paralización el 10 por ciento de los 3000 trabajadores han perdido su empelo y el mayor efecto se notara en septiembre cuando se duplique ese porcentaje.
A esto se suma la prohibición de pesca por la contaminación del río Mataquito que perjudica a 500 personas y sus familias vinculadas a actividades asociadas. Además la actividad turística ha empeorado para casi 100 empresarios de los sectores aledaños costeros de Duao, Iloca y Llico.