WASHINGTON-. Minutos antes que recibiera el premio de la Fundación Gruber, el juez Carlos Cerda sostuvo una conversación en profundidad con "El Mercurio", donde recordó sus años en el Poder Judicial durante el régimen militar, habló de las críticas a su premio y recordó sus encuentros con el ex general Augusto Pinochet.
- Varias personalidades en Washington reconocen el honor que significa este premio y el prestigio que tiene. Sin embargo, en Chile no parece prevalecer la misma idea. Usted mismo en su discurso reconoce un cierto vacío… ¿Se siente poco reconocido en Chile por el público en general?
"No, yo tengo la impresión que considerando a la ciudadanía como generalidad, yo tengo comprensión respecto de lo que hago. Siento que hay una acogida, lo que es muy importante porque en parte la credibilidad y la fiabilidad en los jueces depende de la aceptación del grado de los contenidos en nuestras decisiones".
"Es cierto que el sector más influyente culturalmente, tal vez, a raíz de situaciones coyunturales en que me ha tocado intervenir, me tiene identificado con una cierta postura frente a esa coyuntura, una postura política más bien. Ese prejuicio influye al momento de recibir o rechazar el contenido de mis decisiones y yo eso lo entiendo. No se puede pensar que en el país yo no tengo aceptación y que así yo lo sienta".
"Me siento en propiedad legitimado como juez de los chilenos, pero es cierto que tengo la esperanza —y pienso que lo voy a lograr, porque yo vivo de mi fe— que también obtendré comprensión en ese sector, al que por cierto le pido perdón con toda sinceridad por no haber sido capaz de legitimarme con mis actuaciones, para que no las confundan con posturas políticas ni actitudes mezquinas".
— Usted dice que cree ser juez de la gente y que quiere ser juez de todos, pero eso es prácticamente imposible en una sociedad dividida como la chilena y considerando que a usted se le asocia inevitablemente con el Caso Riggs. Quiere ser juez de todos, ¿pero se siente juez de todos?
"Sí me siento juez de todos, porque incluso muchas de las personas que critican el contenido de mis decisiones, son personas que lo hacen desde una tribuna en que los compromisos asumidos son de otro orden, no puramente lo jurisdiccional. Por ejemplo, los políticos. Esas personas están dirigiendo un mensaje a cierta audiencia social, que es de interés para ellos privilegiar, como destinatarios de su discurso. Porque ahí se va construyendo el mañana, el veredicto popular, la posibilidad de llegar al poder máximo de la Nación. Hay compromisos de otro orden. Muchas de esas personas yo las conozco. Son personas fantásticas que están en una postura política determinada".
"En general, durante mi formación, en el colegio, he compartido con personas que tienen una postura política muy definida y que critican mi comportamiento judicial. Pero estoy convencido que en el fondo ellos están seguros que Carlos Cerda no es un persecutor de nadie, ni es alguien que pretenda seguir dividiendo a la sociedad chilena. Porque me conocen y en ese sentido digo también ante ellos que yo me siento juez de ellos, y pienso que el día de mañana van a tener que cambiar ese discurso para que se entienda que las actuaciones de los jueces se efectúan sobre la base de antecedentes del proceso a los que tienen el deber de ser fieles".
—¿Son o no razonables las críticas al premio?
"No las conozco porque tuve que estar sumergido en el caso. El Caso Riggs volvió a mis manos justo ocho días antes de venir a recibir mi premio. Entonces me tuve que sumergir en el trabajo para explicitar ese procesamiento que yo lo tenía semiconstruido y pensado antes de ese año y dos meses, porque ya se había desaforado al señor Augusto Pinochet".
"Eso no me dejó tiempo para nada, por lo tanto, tampoco he tenido tiempo de conocer las críticas. No me puedo hacer cargo de ellas porque no sé en qué términos han sido formuladas".
—En su discurso menciona que se le está premiando por su actuación como juez durante un periodo en el que en Chile los derechos de las personas fueron desconocidos y por su destacada trayectoria académica. Después de todos estos años de carrera, ¿cuál ha sido el caso más memorable en el que ha trabajado? ¿Cuál es el que más recuerda?
"Es difícil seleccionar uno por sobre los otros. La sociedad chilena me identifica más con el caso del Comando Conjunto. Pero hay miles de actuaciones que simplemente son parte de la vida diaria de la sala, de la que uno forma parte. Me tocó también el primer caso de corrupción en la ONEMI. Hay muchos casos no necesariamente relacionados con violaciones a los derechos humanos".
—Usted menciona que durante los años ‘80 el Poder Judicial chileno toleró las violaciones a los derechos humanos. ¿Me puede describir un poco cómo fue el ambiente al interior del Poder Judicial durante ese periodo? ¿Cree que el Poder Judicial chileno ha sido capaz de corregir la imagen que dejó en el pueblo chileno a raíz de este comportamiento?
"Yo no creo herir al Poder Judicial cuando critico a los cuatro vientos el comportamiento omisivo frente a la defensa de los derechos esenciales, durante el gobierno de don Augusto Pinochet Ugarte, que en paz descanse. Digo que en paz descanse con énfasis, porque interrogándolo como juez del Caso Riggs estuve tomando té en su casa y conversando de hombre a hombre y bueno… Tu encuentras la riqueza en todo ser humano, una persona de 92 años, la edad de mi mamá…".
"El ambiente era muy difícil porque en el Poder Judicial, junto con uno o dos ministros en la Corte de Apelaciones, sentíamos mucha soledad. No tenías ningún apoyo desde arriba, tampoco sistémicamente. La fe me sostuvo, la fe en Dios, la fe en el Derecho y mi vocación".
"Desde el año 2002 y 2003 el poder judicial ha actuado con mucha dificultad, porque las evidencias van desapareciendo, pero con enorme eficacia a través de los jueces. Yo cuando vengo a recibir el premio también lo recibo por y con ellos".
—Entonces, ¿tiene plena confianza en el Poder Judicial chileno?
"Sí, en los aspectos sustantivos. Sobre todo en el ámbito penal, creo que la sala penal de la Corte Suprema ha puesto al derecho chileno al día. A las otras les falta mucho, me parece a mí".
— Hay aspectos de su fallo que han causado controversia. Por ejemplo, procesar sin tomar declaración indagatoria a algunos imputados. También acusar de malversación de caudales públicos a la familia Pinochet, que no son funcionarios públicos. Y por último definir "mal uso" de gastos reservados, que sólo se rinden con un certificado de que fueron bien usados.
"No me puedo referir a ese tema. No porque no quiera, sino porque simplemente es un derecho constitucional pedir el cambio de un juez. Se ha hecho antes y también la Corte Suprema ha removido, ha cambiado a jueces. No tengo ningún comentario que hacer y espero que la Corte Suprema resuelva con sabiduría, como acostumbra serlo".
—¿Cómo cree que será recordado como juez?
(Risas) "Depende por quien…".
—¿Cómo le gustaría ser recordado, entonces?
"Como un luchador por la verdad sobre la cual se hace justicia y que es el único camino para sentar la paz. En ese sentido, un juez humilde, comprometido con la verdad, la justicia y la paz".