La angustia crece para los padres de Felipe Cruzat.
Claudio Vera, El MercurioSANTIAGO.- Mientras el corazón de Gonzalo Cruzat cada día se aprieta más, el de su pequeño hijo Felipe, quien espera un donante, está dejando de latir. El niño lleva 22 días internado en la UCI del Hospital Clínico de la Universidad Católica y todavía no recibe dicho órgano para poder sobrevivir.
“Debe ser una situación sumamente difícil, el tomar la decisión de donar los órganos de un familiar, especialmente de un hijo. Yo les pediría que se pongan en el caso nuestro, qué pasaría si un hijo de ellos estuviera esperando de una donación para poder seguir viviendo”, dijo angustiadamente a radio Cooperativa, Gonzalo Cruzat.
El papá de Felipe, tal como lo viene haciendo desde el 11 de enero, cuando su hijo pasó a ser número uno en la lista de espera de donantes de un corazón, hizo un llamado a la generosidad, para que las personas que por desgracia tienen la posibilidad de donar un órgano, “piensen en Felipe y le puedan dar vida a un niño de once años”.
Cruzat reiteró que con el paso de los días su hijo se ha debilitado, que lo ven más frágil y más débil, “con menos fuerza para poder esperar la llegada del corazón”.
“Encuentra que los días están muy largos, para él una semana es una eternidad y cree que le va a llegar antes el corazón. Está ansioso porque nota que se está debilitando”, comentó el padre del niño.
El cardiólogo pediátrico del Hospital, doctor Francisco Garay, aseguró que el menor está con menos energía, se ve más cansado y le cuesta más hablar y aunque podría soportar una espera más larga, su trasplante se requiere con urgencia.
“Lleva tres semanas internado en la UCI, el que esté estable no significa que no tengamos urgencia. Hay que hacer un trasplante lo antes posible, si es una semana, fabuloso, si es en un mes no va a ser lo ideal, pero hay que hacerlo sí o sí”, recalcó el especialista.
Respecto a la posibilidad de conectar a Felipe a un corazón artificial, Garay dijo que esa alternativa es extrema y que por el momento no es necesaria, sin embargo, “llegado el momento lo vamos a tener que evaluar”.
Según explicó el doctor, las tres semanas de hospitalización de Felipe implican un riesgo, ya que el niño podría contagiarse con cualquier infección y provocar un deterioro, “en las condiciones de Felipe, cualquier complicación puede precipitar un evento catastrófico”.
Garay reiteró que además de los requisitos que tiene que cumplir cualquier trasplante, en el caso de Felipe se suma el hecho de que el corazón que necesita debe provenir de una persona que pese entre 25 y 55 kilos.