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Esposo de chilena en coma hace 14 años: "Ella se ríe y llora conmigo"

Mientras el mundo discutía si dejar o no morir a Eluana Englaro, Carlos Abarca seguía visitando tres veces al día a su mujer. Le habla al oído, la acaricia y mantiene viva la esperanza.

13 de Febrero de 2009 | 16:41 | Natacha Ramírez, El Mercurio Online

SANTIAGO.- Dice quererla más que antes, aunque ella hace 14 años que ya no le responde cuando él le habla al oído. Tampoco le lleva flores para su cumpleaños a pesar de que a ella le encantan. "En su estado puede ser peligroso", dice. Por eso prefiere llevarle camisas de dormir, la única vestimenta que su esposa utiliza desde el 3 de marzo de 1995, cuando quedó en estado vegetativo tras una falla en la anestesia mientras le realizaban una histerectomía en el Hospital del Salvador.


Mientras el mundo discutía si dejar o no morir a Eluana Englaro, Carlos Abarca seguía visitando religiosamente tres veces al día a Erika Sotelo en la sala de Neurología del recinto -que comparte con otros nueve pacientes- y mantenía intacta la esperanza de verla despertar para volver a salir con ella y aprovechar el tiempo juntos ahora que está retirado de Carabineros. "Estando ella viva, siempre está latente que en cualquier momento pueda producirse un milagro", asegura.


Dice que las esperanzas crecen cada vez que ella hace "pequeñas cosas", como bostezar y estirar una mano. También asegura que lo siente cuando llega "por muy dormida que pueda estar". "Ella está esperándome, hace cosas para que vaya donde ella. Abre sus ojitos, no sé si ve o no ve", pero de lo que sí está seguro es que lo escucha. "Uno está conversando y ella está pendiente, se agita".


Por eso siempre le conversa, le cuenta por ejemplo en qué día y año están. "A veces cuando uno le habla al oído se pone a llorar, entonces yo creo con mayor razón que ella escucha", dice, "claro que los médicos siempre manifiestan otra cosa (que son sólo reacciones corporales), pero yo creo que es para no darte una esperanza, para que uno no se ilusione, pero yo la conozco mejor que nadie".


Cuenta que Erika "a veces llora con fuerza, no sé si le molestará o recordará algo". Por eso prefiere evitar hacer comentarios que la puedan poner triste, como que él se debe marchar. "Cuando uno se va y le dice ella se pone a llorar o estira la boca, hace pucheros, igual que una guagua", afirma.


Pero cuenta que hay días en que Erika también se ríe. "Cuando yo le hago cariño se sonríe, cuando le paso mi cara por su cara, quizás es por la sensación, por mi bigote, como que le llama la atención y se ríe", señala. Dice que a veces también la besa. "Por su puesto, si es mi mujer", recalca.


Además de conversarle y acariciarla, cuando la visita también la acicala. Le echa colonia, crema, la peina y le lava el pelo junto a su suegra. "Uno aprovecha porque la estadía es larga, de las 11.00 a las 5.00 de la tarde, entonces uno tiene tiempo para hacer eso, que es bonito también", explica. Aparte de Carlos, el hijo de ambos y la madre de Erika son quienes la vistan constantemente.


"Nunca he pensado en rehacer mi vida"


Carlos asegura que, a pesar de su estado, la sigue queriendo. "Es un cariño diferente, un cariño como no sé, ella es como una guagua, entonces el cariño es totalmente diferente, pero es más fuerte que antes. Quiero protegerla, cuidarla, que esté bien, que no le falte nada", señala.


Y, en tono tajante, afirma que no piensa rehacer su vida pues "el cariño siempre va a estar enfocado en ella, nunca he dudado. No pretendo nada más de la vida que preocuparme de ella, no hay otra cosa que hacer" y le seguirá entregando todo su cariño "hasta cuando Dios diga la última palabra. Por último, si el día de mañana ella tiene que partir, la conciencia nuestra va a quedar tranquila".


Confiesa que a pesar de la rutina de ir a verla y de los 14 años que su mujer lleva en la misma condición, aún le cuesta aceptarlo. "Muchas personas me dicen 'tú ya estás acostumbrado a esto', pero no, el día a día es diferente y uno no puede acostumbrarse, tampoco estoy preparado para cuando ella quiera partir", afirma.

Ante la evidente similitud del caso de su esposa con el de la italiana que falleció el lunes tras retirarle la sonda gástrica por decisión de su familia, Carlos manifiesta su postura al respecto.

Afirma que "uno no es nadie para quitarle la vida a otra persona y menos a un familiar, menos a una hija. El padre (de Eluana) fue el que le quitó la vida, le quitó la alimentación, yo creo que es garrafal lo que él hizo".

"No sé cómo quedará su conciencia porque es un ser humano, ella es como una guagua, y estarle quitando esa vida, la conciencia no quedaría tranquila, te mata", añade.

Dice que en su caso, ni siquiera lo ha pensado "porque es un ser que uno quiere, es tu mujer, y menos vas a hacer eso con ella". Señala que tampoco nadie se lo ha comentado, "lo único que me dice la gente es que se la deje a Dios".

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