María del Pilar Pérez rompió su silencio y visiblemente afectada aseguró ser inocente.
Canal 13SANTIAGO.- Siete meses detenida. Un intento de suicidio a su haber (sábado 28 de marzo), que la tiene bajo custodia las 24 horas. "Cuesta, pero son pruebas que hay que ir asumiendo, por algo te las pone el Señor en el camino (...). Hay noches muy intensas, otras muy densas, oscuras, noches muy tristes, que yo les llamo 'noches del alma', que de repente parecen eternas (...). El encierro ya me tiene colapsada".
Así relata María del Pilar su estancia en el Centro de Detención Femenina (CDF). Con voz calma, la imputada de ser la autora instigadora del crimen del ingeniero Diego Schmidt-Hebbel, del de su ex marido, Francisco Zamorano, y el de la pareja de éste, Héctor Arévalo, reitera su inocencia y sostiene que todo ha sido "un engaño bien hecho", al grado de "transformarme en un personaje terrible, violento".
Acompañada por un equipo del programa "Nadie está libre", de Canal 13, la denominada "Quintrala", comentó paso a paso su traslado hacia Seminario 97, Providencia, donde la mañana del 9 de junio se reconstituyó la escena del asesinato del joven profesional, ocurrido el 4 de noviembre del año pasado.
"Así como estoy en esta soledad, en este calabozo, han sido estos siete meses que llevo aquí injustamente. En este carro me trasladan cuando tengo que salir, ya sea a la fiscalía o a las audiencias, voy en este lugar siempre sentadita en este rincón, rezándole a la Santísima Virgen; lo único que le pido es que todo esto salga luego, se aclare quiénes son los verdaderos culpables que están detrás de esto y pueda salir de una vez por todas (...). Me podría haber tocado a mí también, era la hora en que yo salía a hacer mis diligencias", se defiende entre lágrimas.
Si bien en principio los fiscales Vinko Fodich y Carlos Gajardo habían dispuesto sólo la presencia del sicario José Ruz y luego la de Belén Molina, la novia de Diego Schmidt-Hebbel, finalmente aquel día decidieron la asistencia de Pilar Pérez, quien se rehusó a bajar del carro de Gendarmería por petición de su abogado defensor.
"Queremos que nos muestre qué es lo que hizo ese día 4 de noviembre", le dice uno de los funcionarios del Ministerio Público. "Pero si estaba acostada", responde, al tiempo que después asegura que "fue un capricho de los fiscales que yo tuviera que asistir, en circunstancias en que yo, en esos momentos en que ocurrieron los hechos, yo estaba acostada... mi casa no tiene balcón, tiene puras ventana".
"Máxima humillación"
"Hay cosas que la opinión pública no sabe (por ejemplo), cómo son los trasladados, de todo lo que significa el operativo", sostiene y manifiesta su extrañeza por el operativo desplegado ese 9 de junio pasado para su llegada a las cercanías de su hogar para participar de las diligencias.
"Estoy extrañada porque primera vez que un dispositivo de transporte de alta seguridad me pone un chaleco antibalas; previamente había salido con el chaleco amarillo de imputada, pero nunca había salido con el chaleco antibalas", relata en medio de su llanto.
"La primera vez que me pusieron el chaleco amarillo de imputada no lo podía creer; esto sólo se ve en la televisión o en las películas, pero cuando le toca a uno pasarlo... pensé que despupes iba a ser algo ya más corriente con todas las salidas que he tenido que hacer, pero siempre es lo mismo (...). Tal vez es una de las humillaciones más grandes que he tenido que sufrir y que voy a seguir sufriendo hasta que termine el juicio", señaló.
Ya terminada las más de dos horas de reconstitución, en donde José Ruz no pudo justificar su versión, María del Pilar Pérez se desahoga: "Empezó a movilizarse el carro. Una vez más de vuelta al encierro... de vuelta al infierno".