SANTIAGO.- Luego de reunirse privadamente esta mañana con el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Alejandro Goic, el ministro secretario general de la Presidencia, José Antonio Viera-Gallo, aseguró que ayer el prelado no criticó solamente un "doble estándar" de los diputados de la Concertación, por defender a la Iglesia en el pasado en su postura pro derechos humanos y cuestionarla ahora por oponerse a la entrega de la "píldora del día después".
"La crítica de él principalmente iba dirigida al sistema, a la sociedad, no así como quien dijera a 'un sector político'. Y obviamente lo que simplemente él pide -y tiene toda razón para pedirlo- es que se respete la palabra de la Iglesia. Uno puede estar en acuerdo o en desacuerdo con determinada posición, pero que simplemente se oiga con respeto, se escuche y se valore su punto de vista", aseguró Viera-Gallo.
Según el secretario de Estado, al asistir ayer a la Comisión de Salud de la Cámara, monseñor Goic "hizo una apreciación general diciendo por qué la sociedad, que en un momento dado respetaba tanto la posición de la Iglesia, ahora sin embargo tiende a tener una posición de rechazo (...) y no de escuchar con respeto y analizar las posiciones".
El titular de la Segpres reconoció que la Iglesia "tiene todo el derecho" a pedir que se escuche su planteamiento, "como cualquier organización", aunque esto no necesariamente influya al momento de legislar sobre una política pública.
En ese sentido, la autoridad de Gobierno sostuvo que "una cosa es el mundo de la política y otra es el mundo de la evangelización y predicación ética".
"La Iglesia se mueve en un plano ético y tiene todo el derecho a hacerlo y hace un llamado permanente a legisladores, gobernantes y ciudadanos para que se muevan en ese estándar ético. Las sociedades se acercan más o menos a esos estándares. El problema de la política es que se mueve en el mundo de la realidad, no en el mundo en que todos cumplen un estándar ético", recalcó.
No obstante, aseveró que "el Estado chileno no tiene ninguna vocación de andar entregando píldoras como si eso fuera una cosa extremadamente positiva, al contrario, es de emergencia, es una cosa extraordinaria, y lo que hace es respetar las convicciones de las personas", a quienes finalmente apela el llamado de la Iglesia.
Valoró la encíclica publicada por el Papa. "Hay llamados muy concretos que se alinean perfectamente con las posiciones del Gobierno de Chile, en lo que se refiere a propiciar una reforma de las Naciones Unidas, a propiciar un enfrentamiento más claro de la crisis alimentaria principalmente en África (...), a propiciar que se perdone la deuda externa de los países más pobres y que se respete el medioambiente".
"Es decir, se trata de un importante documento, que más allá de la creencia o no que tengan las distintas personas, es un llamado de una autoridad moral para que conforme a ciertos principios básicos, podamos enfrentar los principales desafíos que vienen de la crisis".
Crítica de doble estándar hecha por monseñor Goic:
"Yo he hablado con él personalmente, tuvimos una reunión esta mañana y la crítica de él principalmente iba dirigida -quizás la prensa lo tomó de otra manera- al sistema, a la sociedad, no así como quien dijera a 'un sector político'. Y obviamente lo que simplemente él pide -y tiene toda razón para pedirlo- es que se respete la palabra de la Iglesia. Uno puede estar en acuerdo o en desacuerdo con determinada posición, pero que simplemente se oiga con respeto, se escuche y se valore su punto de vista".
-O sea, las críticas no eran para la Concertación...
"No, digamos, puede haber personas que no tengan una actitud de escucha. Yo creo que la Iglesia en Chile por su historia, por su compromiso con los pobres, con los derechos humanos y las libertades públicas, tiene todo el derecho a ser escuchada y ser respetada en su opinión. Otra cosa es que en determinadas políticas públicas puedan haber posiciones que son divergentes. Eso es legítimo en una democracia".
-Encendió el debate monseñor Goic? Qué le parece que se arme este clima?
"Creo que pasa con la píldora algo muy curioso. Tiene muy poco uso, si usted ve las estadísticas la solicitan muy pocas mujeres, sin embargo es un tema que produce mucha pasión".
Según él, Goic "hizo una apreciación general diciendo por qué la sociedad que en un momento dado respetaba tanto la posición de la Iglesia, ahora sin embargo tiende a tener una posición de rechazo (...) y no de escuchar con respeto y analizar las posiciones. Y evidentemente eso creo que él tiene todo el derecho a pedirlo, como cualquier organización, y con mayor razón la Iglesia Católica. Hay que escuchar su planteamiento. Otra cosa es después cómo se decide la votación y los planteamientos de las políticas públicas".
Dijo que la función de la Iglesia es "llamar a principios éticos". "Ahora, una cosa es el mundo de la política y otra es el mundo de la evangelización y predicación ética".
Aseguró que las relaciones con al Iglesia son "normales". "Coincidimos en muchas cosas, otras veces hay posiciones discrepantes, pero generalmente todo esto se trata con un espíritu de mutuo respeto, de colaboración y de diálogo".
-Cuánto pesa la opinión de la Iglesia en el debate de una ley de gran alcance?
"La Iglesia se mueve en un plano ético y tiene todo el derecho a hacerlo y hace un llamado permanente a legisladores, gobernantes y ciudadanos para que se muevan en ese estándar ético. Las sociedades se acercan más o menos a esos estándares. El problema de la política es que se mueve en el mundo de la realidad, no en el mundo en que todos cumplen un estándar ético. (...) Pero tiene que tener una referencia ética y ahí obviamente hay aproximaciones distintas. Respecto de la píldora viene todo el debate si es abortiva o no, de los enfoques médicos que lo ven como una política de salud pública, y el debate jurídico".
Reiteró que “el Estado no impone nada” y sólo “informa y orienta según las convicciones de la persona que acude al consultorio”.
“El Estado chileno no tiene ninguna vocación de andar entregando píldoras como si eso fuera una cosa extremadamente postiva, al contrario, es de emergencia, es una cosa extraordinaria, y lo que se hace es respetar las convicciones de las personas y lo que hace la Iglesia es llamar a esas convicciones y cada persona será libre de aceptar o no, según su conciencia, lo que la Iglesia enseñe”.