SANTIAGO.- La pequeña Matilde, de tan sólo ocho meses de vida, se ha convertido en el foco de la atención pública en estos días, luego de que la semana pasada sus guardadores, el matrimonio de Carlos Porter y Marcela Castillo, se negaran a devolverla a la Fundación Chilena de la Adopción debido al cariño que le tomaron a la niña.
Aunque la pareja finalmente entregó a Matilde y ahora buscarán adoptarla, muchos se preguntarán qué efectos sicológicos tiene sobre niña el hecho de haber sido separada de quienes la cuidaron desde que tenía dos meses de vida.
Según Felipe Lecannelier, psicólogo de la Universidad del Desarrollo especialista en apego, es un error pensar que Matilde quedará traumada y que se le está provocando un daño irreversible, aunque reconoce que la niña sí resentirá el cambio.
"Lo más probable es que esté más sensible, más irritable, llore más. Puede ser que tenga problemas de sueño, de alimentación (...), pero eso no significa que va a quedar eternamente traumada", sostuvo el especialista.
Para Cecilia Araya, psicóloga de la Sociedad de Psiquiatría y Neurología de la Infancia y Adolescencia (Sopnia), a raíz de la separación la niña puede manifestar un retroceso en su desarrollo, además de estar triste o rabiosa, lo que -a su juicio- equivaldría a una depresión en un adulto.
No obstante, ambos expertos coinciden en que los efectos que produce la separación en los niños son recuperables.
"Sabemos por algunos estudios que en general las guaguas que son adoptadas durante el primer año, ya a los dos o tres meses empiezan a mostrar un vínculo de apego con su familia adoptiva", afirmó Lecannelier, quien agregó que la conducta que tengan los nuevos padres va a ser fundamental en el proceso de "revinculación".
"Si los nuevos padres son adecuados, no provocan estrés en el bebé, no provocan frustración, no lo dejan llorar, le dan seguridad, este proceso de reacomodación es menos doloroso, y la revinculación se produce más rápido y mejor", explicó el experto.
"Lo más probable es que si el niño es bien sano, firme y con poca vulnerabilidad del desarrollo, se va a recuperar", apuntó por su parte Cecilia Araya, aunque agregó que a su juicio en el caso específico de Matilde se esperó demasiado.
"Alrededor de los ocho meses los niños ya pueden reconocer perfectamente a las personas que los cuidan (...) El ideal es que todos los cambios de vinculación sucedan antes de los seis meses", argumentó la psicóloga.
Para Felipe Lecannelier, en tanto, las cosas no cambian mucho si la niña tiene seis u ocho meses. "Obviamente sabemos que mientras más temprano mejor (...) Es lo ideal, pero no es lo que suele ocurrir en Chile", afirmó.
Guardadores: ¿El mejor sistema?
Para el psicólogo de la Universidad del Desarrollo, lo ocurrido con Matilde no puede poner en duda el sistema de guardadores, ya que no es algo común que las parejas que cuidan a las guaguas mientras se lleva a cabo su proceso de adopción, quieran quedarse finalmente con ellas.
"Es un sistema que no es perfecto, que hay que mejorar (...) pero por ahora sabemos que es lo mejor que hay", opinó.
"Es menos malo que estar en una institución (...), pero bueno no va a ser nunca", sostuvo por su parte Cecilia Araya, quien añadió que lo mejor sería que los guardadores fueran los padres que finalmente van a adoptar a la guagua.
Respecto a qué debería pasar ahora con Matilde, la psicóloga de la Sopnia afirmó que si la niña ya tiene un apego seguro con el matrimonio Porter-Castillo, debería quedarse con ellos.
Lecannelier, en tanto, sostuvo que "en un mundo ideal", evaluaría a la pareja guardadora para determinar si son idóneos para continuar con el cuidado de la niña. Sin embargo, a juicio del psicólogo, en la realidad lo que hay que hacer es pasar rápidamente a Matilde a su familia adoptiva y trabajar con los padres para ayudarlos a vincularse con la niña.
" Trabajaría con estos padres rápidamente para ayudarlos a hacer un buen vínculo con la niña y que ésta se recupere lo más pronto posible", finalizó.