SANTIAGO.- Primera impresión rápida: en su debut, la franja electoral televisiva —o al menos la porción que vimos esta mañana en su debut del mediodía— queda al debe.
Debe la DC pensar en su público, que no tiene por qué saberlo: nos merecemos que identifique a sus candidatos, porque votamos por nombres y no por caras. Debe la UDI pensar en la mitad de Chile que dejó a un costado, al apelar en su discurso a "estos hombres": ¿y las mujeres?, ¿acaso nosotras no existimos? Debe, en cambio, el PPD no olvidarse de la mitad a la que le habla la UDI, porque apeló sólo a nosotras las mujeres: ¿y los hombres?, ¿a ellos no hay nada que ofrecerles?
Siguiente impresión tras lo que molesta en el inicio: en una segunda reflexión, se detecta una verdad y una serie de matices, contrastes y aciertos.
Por ejemplo, se agradece a RN la notable modernización de su imagen y que haya abierto los fuegos pensando en los jóvenes. Lo hizo, además, sin renunciar a su ADN: unió juventud y emprendimiento. Apostó alegremente por la idea de cambio sin ofender al equipo que solía llevar el testigo de la alegría y que —se afirma en la franja piñerista— debe salir después de 20 años de hacerlo mal en esa gestión de la felicidad. Punto por su elegancia.
Harto mejor RN que la UDI, por cierto. Con mucho menos frescura de imagen y un tono bastante menos lúdico, al que la música rockera de fondo no alcanza a salvar, el partido de Joaquín Lavín nos recordó que la pacífica alegría que está buscando administrar el otro partido de la Alianza por Chile no da para tanto: siempre hay inseguridad rondándonos y fronteras que defender. Sin duda, es una opción que apela a su público más fiel.
Al PPD se le agradecen dos cosas. La primera, y bien evidente: que yendo justo detrás de la DC, sea el partido que empieza a nombrar a las personas entre las cuales debemos elegir. Y la segunda: que —en un contraste aún más notorio con su partido predecesor en la franja— nos haya ofrecido ideas, propuestas, metas que conseguir, temas en lo que se supone estará centrado su trabajo para los años venideros. Otra cosa será que, después de las elecciones, no se olviden de lo que nos han prometido que harán.
A la DC le tocó difícil: fue la que abrió esta temporada promocional. Por lo mismo era esperable algo de choque, novedoso, atractivo. Pero no. Y, en el gran déficit comunicacional que se le puede achacar a su deslucida y conservadora franja, si hay algo preocupante es que no mostró conceptos sino que apostó por iconos: el de la tradición, Eduardo Frei padre (y no hijo, que es quien está yendo a la reelección), y el de la continuidad, Michelle Bachelet, la popular Presidenta que, lo dicen todas las encuestas, no logra traspasar su celebridad al candidato de la Concertación.
Curiosa la apuesta radical: una cueca y jugando fichas a quedarse con el patrimonio de "la chilenidad". Bien el PS que, junto a RN, dio el tono más moderno y atractivo en la imagen.
Y para el final, la que es quizá la gran lectura que se saca después de ver la franja entera: deja total claridad respecto de uno de los déficit que sus detractores acusan en Marco Enríquez-Ominami. No tiene soporte partidista: ME-O esta mañana no existió.