Volar, cazar y manejar un Ferrari: Los polémicos hobbies presidenciales

SANTIAGO.- El aterrizaje inesperado del Presidente Sebastián Piñera no sólo provocó ácidas críticas en sectores de la oposición. Los preocupados por su salud, le advirtieron que podría ser un riesgo para él y para el país su afición por los helicópteros. No vaya a ser que se quede sin bencina en pleno vuelo...

El debate por el hobby de una autoridad no es exclusivo de Chile. Mientras habitó la Casa Rosada, a Carlos Menem le gustaba manejar el Ferrari que le regaló un empresario italiano. El encargado de la seguridad presidencial le decía que podía acelerar tranquilamente. Ningún escolta lo iba a molestar. Pero igual mandaba a un helicóptero y a un par de motos a seguirlo a distancia.

Una pichanga con los amigos no reviste mayor peligro si no te llamas Evo Morales. En un partido amistoso contra un equipo de la alcaldía de la Paz, las cámaras registraron a Morales respondiendo con un rodillazo en los genitales a un rival. Así saldó cuentas por un golpe en su pierna derecha. Gustavo Cartagena, el agredido por el Presidente, fue expulsado. Además, la policía estuvo a punto de detenerlo.

Nunca lo hagas en el lugar de trabajo

Los opositores más radicales del Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, lo han acusado de ser musulmán (¡!) y de defender los intereses de esa religión. Pasearse con el torso desnudo en la playa fue otro motivo de controversia. Lo acusaron de exhibicionista y al "New York Post" simplemente no le gustó su tenida informal. En la portada del diario se preguntaban: ¿Puede el líder del mundo libre vestir así, incluso en vacaciones? En la imagen que acompañaba la pregunta, aparecía Obama con polera y bermudas.

El gusto por tocar saxofón no le causaba mayores problemas al ex Presidente Bill Clinton. Era una diversión segura y barata. Pero la reacción fue muy distinta cuando en 1998, los medios se enteraron de su forma de divertirse en el salón Oval de la Casa Blanca con la becaria Monica Lewinsky. El uso que le dio a su lugar de trabajo en los ratos libres le costó un proceso de impugnación ("impeachment") que puso en riesgo su presidencia.

Más complicaciones le han traído sus pasatiempos al Primer Ministro de Italia Silvio Berlusconi. Un 49% de los italianos cree que debe dimitir, según un sondeo publicado por el Corriere della Sera, por sus vínculos en un caso de prostitución de menores.

Putin, el orgullo del pueblo 

Pero los hobbies no son siempre motivo de polémica o deshonor. Depende de la idiosincrasia de cada pueblo. En Rusia, la afición al deporte del ex Presidente Vladimir Putin hasta hoy es motivo de orgullo. No le cuestionan que sea un experto en judo o que salga a cazar a lo "Rambo" empuñando un rifle de mira telescópica, como lo captó la prensa en agosto de 2007, entre las montañas de Sayan, en Tuvá (Siberia).

¿Qué dirían los "animalistas" chilenos si supieran que también es aficionado a capturar ballenas y tigres? Y los helicópteros de paseo no son de su gusto: Putin prefiere manejar aviones de combate.

Los presidentes de Chile sólo quieren divertirse

Pese a las formalidades del cargo, los presidentes chilenos no se olvidaban de la diversión en sus ratos de ocio. Michelle Bachelet reconocía abiertamente su inclinación por el arte y la música. En 2009 quedó en evidencia cuando cantó muy emocionada para cientos de turistas extranjeros, quienes se reunieron con ella en reconocimiento a su gestión presidencial. La prensa también la descubrió  bañándose en una playa brasileña, pero nadie la cuestionó porque se refrescó en sus ratos libres mientras visitaba el país.

Salvador Allende era fanático del ajedrez. Podía estar toda una noche jugando, según ha contado, Juan Demarchi, un camarada zapatero que fue muy amigo del derrocado gobernante.

Jardinear, regar flores y plantar árboles era una de las cosas que más le agradaban a Eduardo Frei Montalva. Ricardo Lagos, por su parte, era un fanático del tenis. Y lo demostró en un partido para apoyar a la Teletón raqueteando nada menos que con Fernando González y Nicolás Massú.