Camilo Taufic dice que ''Informe Especial'' basó gran parte de su reportaje sobre Allende en sus investigaciones, pero que no le dieron ningún crédito.
Krohne ArchivSANTIAGO.- El escritor y periodista Camilo Taufic, quien ha investigado por años la muerte de Salvador Allende, rechazó las imputaciones realizadas por la abogada de Derechos Humanos, Carmen Hertz, quien esta mañana lo señaló como el responsable de entregar a Informe Especial "la tesis macabra de que al Presidente lo habría matado uno de sus asesores" en La Moneda.
En entrevista con <b>Emol</b> el pasado martes, Taufic reconoció que fue consultado por el programa de TVN acerca de sus investigaciones, pero que nunca planteó la posibilidad de que el Gobernante haya sido "asesinado".
"Carmen me ha acusado hoy por Cooperativa de afirmar yo que Allende fue 'asesinado'. ¡Jamás! Siempre he hablado de un suicidio asistido o eutanasia, y de no empleo de la metralleta de Fidel Castro para ello", dijo Taufic, quien sigue sosteniendo que el líder socialista quedó mal herido al dispararse en uno de sus ojos con una pistola el día del golpe militar.
Y que tras ello, recibió un "tiro de gracia" de Enrique Huerta -intendente de Palacio y miembro de la guardia personal del Presidente, los llamados "GAP" (Grupo de Amigos del Presidente)-, en un "acto de solidaridad humana y política".
Nuevas revelaciones
A continuación, el escritor adelantó para Emol sus últimas averiguaciones sobre este hecho histórico que pretende publicar en un nuevo libro de su autoría sobre el golpe militar, y cuya tesis del "suicidio asistido" ha vuelto a cobrar fuerza luego de que en "Informe Especial" se exhibiera evidencia documental de que el cráneo del Gobernante pudo haber recibido dos impactos de bala de distinto calibre.
Recordó que en las semanas previas al 11 de septiembre de 1973, la palabra suicidio se hizo frecuente en los labios de Salvador Allende. Sin embargo, sus médicos estaban más preocupados de que el Presidente sufriera una emergencia cardiaca y no de que atentara contra su propia vida.
Taufic aseguró que éstos avalaron la versión de los militares para ocultar la verdad sobre la muerte de Allende.
"Además de reafirmar la falsa versión oficial de que se mató con el fusil AK-47 regalado por Fidel Castro, los doctores han ocultado por años otros secretos del líder socialista", agregó Taufic.
"Los médicos de Allende -dice- son personas honorabilísimas, que decidieron avalar la versión de los militares porque hacía más heroico y bello el fin de Allende. El único que se opuso al pacto secreto del 11 de septiembre de 1973 fue el doctor Danilo Bartulín, se negó y fue torturado y encarcelado por dos o tres años. Pero no se han hecho preguntas importantes sobre ellos".
¿Cómo cuáles?
¿Por qué casi todos los médicos son dejados en libertad después del ataque a La Moneda, siendo que fueron ajusticiadas muchas personas que estuvieron del lado de Allende durante el golpe? Otro de sus secretos bien guardados es que Allende pudo haber muerto de un infarto desde la campaña presidencial de 1970. Por eso había como 14 médicos el 11 de septiembre en La Moneda. Él se podía morir en cualquier momento de un infarto. Sin embargo, incluso eso han ocultado hasta estos años.
¿Cómo llega a la conclusión de que el doctor Patricio Gijón no fue testigo, como dice él, del momento en que Allende se dispara?
El general Javier Palacios, quien nos ha vendido la pomada de que él dirigió el ataque a La Moneda, pero que en verdad apareció cuando la batalla estaba absolutamente ganada, se lo confesó en un encuentro en el extranjero que tuvo con Nathaniel Davis, último embajador de Estados Unidos en Chile durante el gobierno de la UP, quien escribió un libro para doctorarse llamado 'Los dos últimos años del gobierno de Salvador Allende'.
Es un libro sensacional, que es básico para entender como murió Allende. En él cita a expertos balísticos norteamericanos que explican que si uno se sienta en el borde de un sofá y se apoya en el mentón un fusil ametrallador, como la verdad oficial dice de la muerte de Allende, cuando dispara uno se cae para adelante y no para atrás, como muestran las fotos del cuerpo del Presidente... Davis, tomándose un café, logra sacarle al general Palacios que la historia de Gijón, de que mientras abandonaba La Moneda se devolvió a buscar una máscara de oxígeno para tenerla de recuerdo y allí vio el momento del disparo, no es así. Porque en realidad no lo vio, le insistió Palacios.
Usted también ha dicho que Allende tenía decidido suicidarse antes de entregar su gobierno. ¿Qué le indica que fuera así?
Testimonios. Allende estaba resuelto a morir en el Palacio defendiendo las prerrogativas del Presidente, defendiendo, en el fondo, la Constitución. Por ejemplo, su amigo íntimo, Víctor Pey -dueño del desaparecido diario Clarín-, me ha contando que cuando va a la casa de Allende en Tomás Moro, en los días previos al golpe, lo encuentra tomando un baño de tina. Y le dice: 'Qué tal un infartito ahora y se acaban todos los problemas de Chile'.
¿Qué otro testimonio tiene?
El ex secretario general del Partido Comunista, Luis Corvalán, también me contó que Allende había pedido, a través del partido, que le pidieran al historiador Hernán Ramírez Necochea, famoso por su libro de la Guerra Civil de 1891, que le hiciera un informe con todos los detalles del suicidio del Presidente José Manuel Balmaceda... También gente cercana, como el secretario de prensa presidencial, el Negro Jorquera, me ha confirmado que Allende incluso viajó al extranjero portando una pistola.
La senadora Isabel Allende ha señalado que las últimas tesis de la muerte de su padre no tienen rigor científico. ¿Usted ha sentido el rechazo del allendismo por sus conclusiones?
No, para nada, salvo hasta hoy en que Carmen Hertz malinterpretró mis palabras (...) pero yo creo que lo que estoy diciendo lo saben varias personas. Incluso yo creo que lo sabía la gran escritora Patricia Verdugo, a la cual voy a ver cuando llego a estas conclusiones. Ella se escandaliza mucho, no por mis revelaciones, sino porque me dice, 'mira, lo único que vas a lograr es herir a mucha gente que nosotros queremos'.