El sargento 2° José Inostroza fue agredido en las afueras del Cementerio General. ''Después de ver las imágenes, me di cuenta que querían matarme'', dice.
Archivo El MercurioSANTIAGO.- Nadie ha quedado indiferente a los distintos episodios de violencia que se han desatado en las calles de nuestro país durante este año, a raíz de las más de 5.600 protestas que se han desarrollado por temas como Hidroaysén, el conflicto estudiantil o episodios ya tristemente tradicionales como la conmemoración del 11 de septiembre y el día del joven combatiente.
En ellas, tanto civiles como carabineros han sufrido las consecuencias de los enfrentamientos entre ambos bandos, los cuales han dejado a casi 900 policías lesionados y un número aún indeterminado de manifestantes que recibieron apremios ilegítimos por parte de la autoridad policial.
El jueves recién pasado, un grupo de 22 carabineros que recibieron lesiones graves durante las últimas marchas fueron reconocidos por el Director General de Carabineros, Gustavo González, quien les entregó todo el apoyo de la institución. Cuatro de ellos se transformaron en símbolos del descontrol vivido en algunas de estas masivas manifestaciones y sus casos impactaron a la opinión pública por la crudeza de las imágenes en las cuales aparecen siendo atacados por la turba.
Hoy están en recuperación y aún presentan secuelas psicológicas, según confiesan. Todos piensan en regresar lo antes posible a sus labores y desean que sus casos se transformen en referente para que no se vuelvan a repetir situaciones como las que ellos vivieron.
El caso más emblemático que se recuerda es el que vivió el suboficial mayor Mauricio Muñoz Núñez. El 20 de mayo, al concluir una de las masivas marchas en contra del proyecto Hidroaysén, este carabinero de 49 años, casado con Sara Peralta –también policía- y padre de dos hijos, recibió un severo golpe por parte de un joven, quien lo atacó a mansalva con un skate en la cabeza, a un costado de un kiosko en Estado con la Alameda.
Muñoz dice que en sus 28 años de servicio jamás vio un ataque semejante al que recibió, "y eso que estuve seis años en Fuerzas Especiales en otros tiempos", aclara sobre su experiencia durante el Régimen Militar. El resultado: una fractura del arco máxilofacial derecho y una fractura en uno de sus hombros, lesiones que a pesar de que sucedieron hace más de cinco meses, aún lo tienen convaleciente.
"Creo que la ciudadanía debiera entender que un carabinero es sobre todo una persona, un ser humano, no un robot. Y detrás de un carabinero hay una familia", dice Muñoz, quien asegura que "hoy en día la ciudadanía, o los jóvenes en este caso, están siendo demasiado agresivos con los carabineros".
Lo único que quiere es volver, lo que podría ocurrir en enero o febrero del próximo año. "Ojala esté en condiciones de volver. Me quedan dos años aún para servir al país y a la institución", cuenta con orgullo.
"Ellos querían matarme"
Corte al colgajo del cuero cabelludo y traumatismo encéfalo craneano. Ese fue el duro diagnóstico recibido por el sargento 2° José Inostroza Crisosto, quien se hizo conocido tras ser identificado como el carabinero que fue agredido brutalmente por una turba de manifestantes afuera del Cementerio General, momentos después de que acabara el acto cívico cultural que conmemoró un nuevo aniversario del 11 de septiembre de 1973.
Inostroza estaba ese día de servicio junto a la subcomisaría montada de Fuerzas Especiales, cuando recibió la orden de dispersar a las personas que estaban generando incidentes en Av. La Paz. Recuerda que en ese momento realizó una maniobra fallida con su caballo para evadir a los protestantes que lo estaban atacando con piedras y palos, y cayó al suelo, donde los vándalos aprovecharon de patearlo hasta dejarlo inconsciente.
"Se ensañaron con golpes en la cabeza, que era la parte que estaba descubierta porque me quitaron el casco y me atacaron por la espalda mientras buscaba un espacio para reincorporarme junto a mi caballar. Como no lo logré, fui asaltado por las personas", dice, reconstruyendo la escena que impactó a la opinión pública debido a las serias heridas que sufrieron tanto él como su caballo.
"Después que vi las noticias, me di cuenta de que querían matarme. Ellos no piensan, solamente atacan, se desquitan por el uniforme. No sé qué es lo que tienen en contra de Carabineros, pero nosotros estamos actuando para la ciudadanía, no estamos en una guerra", dice Inostroza, quien agradece a Dios no haber perdido la vida en ese momento.
A diferencia del suboficial Muñoz, Inostroza ya volvió a sus labores, pero se mantiene en recuperación. Agradece a Dios que puede contar su testimonio y espera que su caso sirva para que no se vuelvan a repetir ataques como el que recibió ese día.
El 11 de septiembre de este año hubo 350 focos de violencia en la capital, los cuales se extendieron hasta la madrugada y dejaron más de 40 carabineros lesionados. Uno de ellos era el sargento 2° José Soto Yáñez, de la 29° Comisaría de Fuerzas Especiales, quien fue agredido en La Granja.
Soto Yáñez ya no puede prestar servicios a Carabineros, ya que ese día perdió la visión de su ojo derecho, producto de un piedrazo recibido por parte de un grupo de 500 encapuchados que trataban de saquear un supermercado de esa comuna.
"Cuando llegué al SAPU, lo primero que me dijo la doctora fue usted perdió su ojo", señala al recordar el momento en que fue trasladado a un centro asistencial para recibir los primeros auxilios.
Respecto a su futuro, dice estar tranquilo y quiere tratar de recuperarse lo mejor posible, ya que aún tiene traumatismo ocular en ambos ojos. A pesar de todo, Soto quiere seguir ligado a Carabineros, ya que "como me dijo el General Director, las puertas de la institución están abiertas si yo quiero seguir", dice.
En la noche del 25 de agosto se vivió el segundo día de paro convocado por la CUT. En La Pincoya, el capitán Claudio Barros Oyarzún, de la 54° Comisaría de Huechuraba, tuvo la responsabilidad de cubrir al mayor Christian Kunstmann, quien cayó herido a bala durante los enfrentamientos con los vándalos del sector.
Sin embargo, Barros corrió la misma suerte de su superior y aproximadamente una hora y media después de tomar el cargo de la unidad policial, recibió una ráfaga de diez disparos que le impactaron en el brazo izquierdo, provocando una reacción neurológica y una descompensación vascular.
"La bala que me impactó fue una de alto calibre, de un fusil automático", dice Barros, quien también está actualmente fuera de servicio y con fecha indeterminada de regreso a las filas de Carabineros.
"Yo lo tomo como algo que es parte de lo que en Carabineros estamos todos los días expuestos. Lamentablemente, esta es una lesión complicada, pero la idea es volver a la comisaría", dice.