Carlos Valle (jetphotos.net)
SANTIAGO.- Junto con la salida del sol volverán a comenzar hoy viernes los amplios operativos de búsqueda aérea para ubicar al avión ambulancia perdido desde las primeras horas del jueves sobre la Región de Aysén.
Cuatro aviones Twin Otter y un helicóptero Black Hawk de la Fuerza Aérea de Chile (FACh) se han encargado de efectuar sobrevuelos alrededor del área en la que se registró el último contacto con la aeronave Beechcraft 300.
Dicho punto se ubica cerca del volcán Macá (de 2.960 m de altura) y de Puerto Aguirre, unos 45 km al noroeste de Puerto Aysén.
El piloto Nicolás Vidal -quien había aterrizado en septiembre en la pista de Juan Fernández minutos antes de la tragedia del avión CASA 212- emitió en ese punto su último contacto, en el que dio a conocer que el avión sufría una emergencia a 27 mil pies (más de 8 mil metros) de altura.
Amplio despliegueAyer se sumó a la operación un helicóptero Dauphine de la Armada que lleva a bordo una tripulación especializada en rastreos. Dicho equipo fue el que descubrió los restos de la avioneta que se estrelló a principios de marzo al sur de Quellón.
También integran las tareas de ubicación un avión LearJet, dos helicópteros de la empresa Inaer -propietaria del avión ambulancia perdido- y dos aeronaves similares, una de Carabineros y otra del Ejército.
En tierra, grupos de pescadores, pobladores y trabajadores de salmoneras instaladas en la zona también colaboran con la búsqueda, así como cuatro lanchas patrulleras de la Armada.
Una de las posibles pistas conocidas el jueves fue una
supuesta señal captada por otra aeronave, que correspondería a las que se emiten automáticamente cuando un aparato cae a tierra. No obstante, el ministro de Defensa, Andrés Allamand, advirtió que dicho antecedente no había sido confirmado hasta la noche de ayer.
El aparato aeromédico extraviado llevaba a bordo ocho personas. Junto al piloto se encontraban el copiloto, Hernán Soruco, el médico Guillermo Severi, el enfermero Paul Moya, el paramédico Juan Rivera, el enfermero Paul Moya, el tripulante Juan Burchard, la paciente que era llevada a Santiago, Esperanza Sáez -quien había sufrido un infarto al miocardio y padecía diabetes e hipertensión-, y su marido, Luis Valenzuela.