SANTIAGO.- Dos meses después de que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) anunciaran su renuncia al secuestro extorsivo, el rapto del periodista francés Romeo Langlois, el pasado 28 de abril, volvió a poner en entredicho la posibilidad de que el Gobierno del Presidente Juan Manuel Santos alcance en el corto plazo la tan ansiada paz con los guerrilleros.
El caso del reportero confirmó que las FARC continuarán secuestrando funcionarios de Estado o extranjeros que simbolicen sus demandas políticas. Langlois, de hecho, es considerado un "prisionero de guerra" por haber sido "capturado" mientras realizaba un reportaje con una patrulla del Ejército. Tampoco se sabe qué pasará con los cientos de civiles que aún permanecen en poder de las FARC.
El apóstol chileno
El drama de los secuestrados no le es ajeno a Chile. Hace 14 años que no hay noticias del único compatriota que ha sido secuestrado por las FARC: el médico Óscar Olivari Moscatelli, quien desapareció el 7 de enero de 1998 mientras conducía su auto hacia Bogotá después de atender a los lugareños del pueblo de Ubaque.
El profesional era conocido en Colombia como "el apóstol chileno" por la ayuda médica que prestaba a los pobres. El día de su desaparición su familia esperó en vano que llegara a almorzar y por la noche recibió un mensaje de las FARC pidiendo 100 mil dólares por su libertad. Sólo alcanzaron a pagar 35 mil, en cuotas, antes de perder todo contacto con la guerrilla y el médico.
El golpe económico y emocional fue muy duro. La familia Olivari Moscatelli quedó en la ruina y, con el paso de los años, sus integrantes optaron por partir a Estados Unidos, salvó uno de los cuatro hijos del médico que siguió buscando sin éxito a su padre.
De estar vivo, Óscar Olivari tendría hoy 84 años. En el sitio web colombiano Fondo Nacional para la Defensa de la Libertad Personal (creado para administrar los dineros destinados a la lucha contra el secuestro), aparece en un listado de desaparecidos con el número "90" y el código "1823020F8". Su caso se consigna como "Persona en búsqueda" y la última actualización sobre su condición data del 15 de abril de 2009.
Su hijo que permaneció en Colombia, Carlos Humberto Olivari Romero, de 60 años, pasó por momentos difíciles, se alejó de su esposa e hijos y terminó viviendo en la calle, como un indigente. En la última entrevista que concedió, en 1998, recordó la negociación por el secuestro.
"Tomamos el caso en nuestras manos y empezamos a negociar con el corazón. Los tipos nos pedían plata cada mes o cada dos. Llegábamos a una carretera y nos encontrábamos con unos hombres que nos esperaban con un trapo azul. Dábamos cuotas de 1.000 y 2.000 dólares, pensando que nos iban a devolver a mi papá. En total entregamos 35.000 dólares. Nos desangramos. La última llamada fue en 2001. Desde entonces no sabemos nada", relató Carlos.
El abogado chileno Raúl Martínez también fue secuestrado en octubre de 1997, mientras ejercía como observador de la OEA en unas elecciones municipales en Medellín. Su secuestro fue llevado a cabo por el Ejército de Liberación Nacional (ELN), y se extendió por 9 días.
A su juicio, como ha pasado tanto tiempo desde la desaparición de Óscar Olivari su regreso es muy improbable, al igual que la posibilidad de hallar su cuerpo, en caso de que hubiese muerto.
"Cuando te secuestran, te mantienen en zonas bajo control de la guerrilla, en la selva. Debe ser muy difícil poder encontrar rastros eventualmente", dice Martínez e Emol, temiendo que la historia del médico chileno termine por olvidarse.
A través de los años, la Cancillería chilena ha mostrado preocupación por el caso, incluso después de que en 2003 el Estado colombiano declarara la "muerte presunta" del médico. Martínez sostiene que es necesario mantener la presión.
"En el caso de los extranjeros secuestrados es decisivo el tema de la presión. El Gobierno francés, a pesar del paso del tiempo, nunca dejó de ejercer presión por el caso de Íngrid Betancourt. Sería importante que el Gobierno de Chile incorporara en su agenda bilateral la situación de Óscar, y que fuera uno de los temas que estuviera siempre presente en las relaciones diplomáticas", señala.
Marina, la esposa de Óscar Olivari, murió en 2003 de un infarto cerebral. Tras ello, su hijo Carlos le pidió al Seguro Social convertirse en el beneficiario de la pensión de su progenitor debido a su precaria situación económica. Luego de una larga batalla judicial, en enero de 2008, recibió cerca de 80 millones de pesos. Fue la última noticia que tuvo sobre su padre.