SANTIAGO.- Desde un poncho o un charango hasta galvanos y joyas son algunos de los obsequios que los presidentes de un país intercambian durante visitas oficiales. Aunque no es un gesto obligatorio, el no compartirlo es visto -casi- como una falta de respeto.
Y aunque para muchos puede resultar irrelevante, en países como Argentina y Bolivia se han suscitado grandes controversias llegándose, incluso, a cuestionar a sus gobernantes de corrupción.
Si bien Chile no estipula que las autoridades declaren el destino de los regalos recibidos, tampoco existen denuncias o acusaciones por ocultamiento de información al respecto.
En 2006, por ejemplo, el Presidente boliviano, Evo Morales, obsequió un charango típico a su par de la época, Michelle Bachelet, desatando suspicacias en torno a su verdadera intención: recalcar que el instrumento musical tenía raíces altiplánicas. Pese a que lo negó, semanas después, el país vecino creó el "Día nacional del charango".
Cuatro años después, el delegado de la República de Kazajstán llegó hasta La Moneda para felicitar la investidura del Mandatario Sebastián Piñera, quien sorprendido recibió un traje típico del país, de costosa tela e hilos dorados.
Normativa
En 2008, el Ejecutivo chileno creó el "Manual de Transparencia y Probidad del Estado", que en su capítulo 6 define los donativos oficiales como "los regalos que se reciben por detentar un cargo o función y que se hacen en el marco de las relaciones de Gobierno o como parte de los ceremoniales diplomáticos establecidos por la costumbre".
Además se establece que "constituye conducta corriente el intercambio de obsequios, lo que, en el marco de una norma de características rígidas, sea que impida que se reciban, fije un monto exiguo para hacerlo, u obligue a entregarlos, expondría al Estado a una situación incómoda".
Según el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, Jorge Tarud, "no hay una regulación oficial a lo que cada presidente deba hacer con sus regalos, pero por lo que sé algunos se dejan en La Moneda y otros pueden quedárselos ellos".
En esa línea, manifestó a Emol su deseo de que existiera una normativa al respecto, "para evitar suspicacias y en pos de la transparencia", aunque admite que "en Chile no han habido inconvenientes en la materia".
Ojo del huracán
Caso contrario al de nuestro país es el que ocurre en Argentina. Allí, la Mandataria Cristina Fernández está acusada de haber recibido en 2008 una esmeralda valorada en unos 5.000 dólares (más de $2.500.000) de parte de un "admirador". Este se suma al MacBook Air de Apple que ese mismo año le obsequió el magnate mexicano Carlos Slim.
La polémica radica en que ninguno fue declarado por la Jefa de Estado, pese a que la ley 25.188 de la Constitución trasandina regula el ejercicio de la ética de los funcionarios públicos y establece que "no podrán recibir regalos, obsequios o donaciones, sean de cosas, servicios o bienes, con motivo o en ocasión del desempeño de sus funciones".
Incluso, les prohíbe quedarse con los de cortesía: "En el caso de que los obsequios sean de costumbre diplomática, la autoridad de aplicación reglamentará su registración y en qué casos y cómo deberán ser incorporados al patrimonio del Estado para ser destinados a fines de salud, acción social y educación o al patrimonio histórico-cultural".
Otro caso que ha generado controversia es el del Presidente Evo Morales, quien ha sido enjuiciado en su país por haber triplicado su patrimonio desde el año 2006.
¿La explicación del Mandatario? Dice que este aumento es gracias a los regalos que recibe en sus visitas al campo, como los más de 500 ponchos tejidos que posee y que tienen un valor que asciende a los 100.000 dólares.
Como una forma de apaciguar el ambiente, anunció que exhibirá todos los presentes que ha recibido en un museo que se construye en su pueblo natal, en la provincia de Oruro, al noroeste boliviano. ¿Apaciguará los ánimos?