SANTIAGO.- La elección de Jorge Mario Bergoglio como el Papa Francisco marcó un hito: por primera vez un latinoamericano y un jesuita asumirán la jefatura de la Iglesia Católica. Y entre los chilenos, más cercanía aún generó saber que había estudiado en nuestro país y tiene amigos y cercanos en territorio nacional.
Uno de ellos es Fernando Montes, actual rector de la Universidad Alberto Hurtado, quien compartió estudios con Bergoglio a inicios de la década de los 60, cuando ambos se preparaban como religiosos jesuitas.
El sacerdote chileno guarda los mejores recuerdos del recién electo Pontífice y revela, en conversación con Emol, algunos detalles de su vida.
Montes desestimó versiones provenientes de Argentina que mencionaban supuestas vinculaciones con hechos relacionados con abusos contra los derechos humanos bajo el régimen militar argentino. "No lo creo verosímil, y nunca pudieron comprobar nada", enfatizó.
En este plano, recordó el caso de cuatro jesuitas trasandinos que fueron detenidos en los años '70. "Tuve cuatro compañeros, a los cuales quise mucho, que eran súbditos (de la Compañía de Jesús) cuando yo era provincial (en Chile). Ellos fueron tomados presos y desaparecieron, y después de haber estado mucho tiempo aislados, reaparecieron. Tuvieron ciertos problemas con la provincia argentina, ya que no habían obedecido ciertas normas que había dado la Compañía", explicó.
"De ellos, dos salieron de la Compañía siendo superior Bergoglio, y otros dos eran ya definitivamente jesuitas y continuaron. A partir de esa prisión algunos dijeron que Bergoglio los había denunciado, pero nunca pudieron comprobar nada", recalca.
"No creo verosímiles las denuncias, y no creo que él tenga nada que ver, porque los jesuitas argentinos estaban mucho menos ligados a los militares. Me extraña que él como jesuita tuviera que ver algo con eso. No tengo pruebas y me parece inverosímil", reitera.
"Está en pleno estado, pero tiene 76 años"
Montes confiesa que se sintió totalmente "golpeado" al enterarse que Bergoglio era el nuevo Papa. "Me alegré, pero quedé golpeado porque es impresionante que nombren Papa a una persona que uno no solo conoce, sino que además fue compañero" de estudios, reconoce.
Al mismo tiempo, admite que se sorprendió de la decisión del cónclave debido a la edad y el estado de salud del nuevo Pontífice.
"Personalmente me parece un hombre muy capaz, pero me parece que no podemos olvidar que tiene 76 años. La iglesia ha pedido a todos los obispos del mundo que a los 75 años renuncien, y ya lo dije cuando fue elegido Benedicto XVI: uno a los 75, 76 puede tener todo bueno, pero hay que estar muy atento de que no ocurra algún deterioro", indicó.
Y su preocupación se basa en el conocimiento que tiene de Bergoglio. "Está en pleno estado pero tiene 76 años. Cuando era estudiante no hacía deportes porque tenía problemas cardíacos. No sé si lo ha superado, y eso que le encantaban los deportes. Tenía un soplo cardíaco", revela el jesuita.
Sobre la renuncia del ahora Papa emérito Benedicto XVI, Montes la consideró una muestra de "humildad y clarividencia".
"Entregar las llaves cuesta mucho y uno nunca es buen juez. Nosotros vivimos una cosa atroz con Juan Pablo II: no podía hablar, era un espectáculo delicado desde el punto de vista simbólico y desde el punto de vista del gobierno de la Iglesia", estimó.
Asado a la argentina
Montes y Bergoglio se conocieron cuando ambos realizaban sus estudios en Argentina. "Cuando fuimos provinciales en su país me convidó a su casa. Conmigo fue particularmente amable: en su casa me preparó un asado a la argentina, con todas esas cosas que hacen allá y que nosotros no hacemos", recuerda.
El rector de la Universidad Alberto Hurtado no guarda elogios para referirse al nuevo Sumo Pontífice. "Es un hombre de muy buen trato y nunca ha sido centro de mesa. Es muy inteligente, pero no intelectual. Su dedicación primera no era ser profesor. Cuando fue superior en la Compañía, más que un instructor fue maestro de novicios", rememora.
También revela que el ahora Papa "tenía muy buen recuerdo de nuestro país y muy buen trato de todos los chilenos. Nosotros teníamos cierta misión un poco muy diferente, pero fuimos muy buenos amigos".
"Como arzobispo de Buenos Aires ha sido muy sencillo, muy cercano: cuando ha habido un cura enfermo, lo va a ver. Son interesantes las señales que pueda dar para que la Iglesia sea más humilde. Hoy dio signos en ese sentido, como no hablar del Papa, sino del obispo de Roma. Simbólicamente se puso a la altura de todos los otros obispos", estima.
En esta misma línea, resaltó el haber elegido el nombre de Francisco, "que no es jesuita, pero San Francisco es un símbolo de humildad, de sencillez. Si eso es coherente con los días que viene, es un signo muy fuerte para la Iglesia", explica.