Con este folleto, el líder de la secta era buscado.
Policía de InvestigacionesSANTIAGO.- Luego de tres meses de investigación, detectives de la Brigada de Investigaciones Policiales Especiales (BIPE) de la PDI detuvieron a cuatro integrantes de una secta, acusados de quemar a un bebé durante un ritual de sanación realizado en noviembre de 2012.
Entre los arrestados se encuentran Natalia Guerra Jequer (25), madre del pequeño que -según la PDI- habría nacido de una relación con el líder de la agrupación, Ramón Gustavo Castillo Gaete (35), quien decía ser un dios en la Tierra y se hacía llamar "Antares de la luz".
El hombre, en contra de quien ya se emitió una orden de captura internacional, abandonó el país el 19 de febrero pasado rumbo a Perú, donde habría formado una nueva secta.
Junto a Guerra Jequer fueron detenidos Karla Franchy Arana (34), David Pastén Rojas (30) y María del Pilar Fuenzalida (25). Todos ellos serán imputados por parricidio y homicidio calificado, según indicó a Emol el fiscal del caso Juan Emilio Gatica.
En tanto, según se informó, permanecen prófugas otras tres personas, identificadas como Josefina López Núñez (24), Carolina Vargas San Martín (28) y Pablo Undurraga Atria (28).
La secta comenzó a formarse en 2005, pero sólo cuatro años después sus miembros comenzaron a reunir en forma períodica en diferentes puntos para realizar retiros espirituales en los que, de acuerdo a los antecedentes, se drogaban con la yerba Ayahuasca y el líder mantenía relaciones sexuales con las mujeres.
Esperando el fin del mundo
Fuentes del caso precisaron que la primera acusación fue presentada en enero de 2013, luego de que la hermana de una de las integrantes de la secta llegara hasta la PDI para denunciar el homicidio del lactante, ocurrido la noche del 23 de noviembre, dos días después de que naciera.
El ritual se realizó en un fundo del sector Colliguay, en Quilpué, donde Ramón Castillo Gaete habría lanzado al pequeño a una hoguera, porque creían que era el "anticristo".
Tras la muerte del bebé, la agrupación decidió esperar el fin del mundo -anunciado para el 21 de diciembre según interpretaciones de profecías- en el mismo sector. Cuando advirtieron que no pasó nada, todos optaron por abandonar el lugar.
La madre del pequeño, Natalia Guerra, confesó el crimen el jueves pasado y un día después, se encontraron restos óseos de la pequeña víctima en el lugar que había indicado la mujer.