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Son independientes y ya no se enferman: La sorprendente vida de los chilenos de 100 años

En Chile hay más de dos mil personas centenarias. Al contrario de lo que se piensa, quienes llegan a esa edad suelen ser activos, no viven en asilos y son referentes dentro de sus familias. Conozca el secreto de quienes llegaron a ser los más longevos.

28 de Abril de 2013 | 13:07 | Por Natacha Ramírez, Emol
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A la "Chechi", de 101 años, le gusta maquillarse y vestirse con colores alegres. También hablar con sus amigas, oír noticias e inventar adivinanzas.
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Recuerda con alegría su juventud, como cuando la eligieron reina o salía a bailar con su marido.

SANTIAGO.- "Ahí está la lola", dice Eugenia Aguirre indicando a su madre, Fresia Pizarro, quien a sus 101 años está sentada en el comedor de su casa con una sonrisa, después de haber vivido cuatro terremotos y de haber sepultado a su marido hace casi 40 años y a su hijo, que falleció de avanzada edad hace ya varios años.


Está linda mientras espera. Lleva puestos aros, maquillaje y un chaleco con brillos. "Soy pretenciosa, perdóneme, soy una vieja que me gusta ponerme rímel", dice. Aunque se apura en aclarar: "no andar pintada exagerada, porque no quiero hacer el ridículo... También me gustan los colores alegres, me encanta el rojo, todo lo que sea vivo".


Fresia Pizarro –la "Chechi" o "abueli"– nació en La Paloma, una estación de ferrocarril cerca de Ovalle, el 20 de marzo de 1912. Ahora es una de las 2.265 personas que, según el último Censo, han cumplido cien años o más en Chile.


Al revelar su secreto para haber cumplido 101 años, no duda en decir que fue por tener una vida feliz. "Mire, con mi esposo lo pasamos muy bien. Mi esposo tocaba lindo el piano y era muy bailarín y, como él trabajaba en esos años en el Banco Español, siempre le llegaban invitaciones de los clientes y lo pasábamos para qué le digo, muy muy bien. Yo creo que eso tiene que haber sido, porque llevé una vida muy bonita", dice.


Tras pasar su infancia en la hacienda familiar en La Paloma, rodeada de viñas y frutas, se fue a vivir a Santiago, donde entró a trabajar a la botica Petrizzio. "Entré como obrera, para qué le voy a mentir, y al segundo año me ascendieron a empleada particular porque uno de los socios me hizo un dictado, yo tengo muy buena letra, y encontró que estaba muy bien, no tenía ninguna falta de ortografía", recuerda.


Con el mismo orgullo, cuenta que fue elegida reina. "El día que me coronaron, qué manera de bailar. Fueron periodos tan lindos". Luego conoció a quien fue su esposo por más de 30 años, con quien tuvo dos hijos. "Me casé de 29 años, ya vieja", apunta. Aunque poco después dejó de trabajar, siempre mantuvo una intensa vida social junto a su marido. Eran habituales las fiestas en su casa de calle Sucre o las invitaciones de los clientes de su marido. "Nos amanecíamos bailando o jugando póker", cuenta.


"Mi vida, no me puedo quejar, fue bien bonita. Y aquí estoy, como me ve usted, viva, con los 101 años que tengo". Se ríe, como no creyéndolo. "Yo digo, Dios es muy grande que me tendrá en este mundo".


El secreto de los centenarios: Participativos y pilares en sus familias


Pero no todo es milagro. Si bien los expertos admiten que hay un "factor inmanejable" que hace excepcional que las personas superen la expectativa de vida –que en Chile bordea los 79 años–, es posible identificar una serie de características entre quienes han alcanzado los cien años.


El Dr. Gerardo Fasce, geriatra del Hospital Clínico de la Universidad de Chile y director de la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile, indica que en los estudios que se han realizado a nivel internacional, a poblaciones longevas en Japón y algunas regiones de Italia, se ha detectado que tienen estilos de vida más saludables que los habituales, con una alimentación balanceada y actividad física.


Sin embargo, dice que en el caso de Chile la experiencia en las personas centenarias es más heterogénea. "Habitualmente son personas que no fumaban, pero no todos se alimentan muy bien ni hacían actividad física", afirma.


No obstante, una característica que sí se puede encontrar en los centenarios chilenos es que son figuras relevantes tanto en sus familias como en sus comunidades. "Son referentes dentro de sus familias, ya sea como una figura de matriarcado o una figura paterna fuerte, que siempre se ha considerado alguien muy importante en el grupo familiar o social y que, por lo tanto, se han tomado todas las medidas para mantenerlo activo y participando, para protegerlo y cuidarlo. Y eso ha redundado en que tengan un mejor envejecimiento", explica.


Esto, a su vez, influye en que se mantengan independientes por más tiempo al realizar sus actividades cotidianas. "En la medida que una persona mantiene un rol participativo, se ha demostrado que tiene un mejor envejecimiento cerebral y, funcionalmente, son independientes en cuanto a que pueden realizar sus actividades del día a día", indica.


Por esa razón, señala las personas centenarias requieren más bien una "supervisión" más que una "ayuda" de parte de sus cercanos. "Los que están alrededor están preocupados que la persona esté bien, pero no de hacerle todas las cosas, sino que se mantenga independiente", indica. Por todo lo anterior, suele ocurrir que "la mayoría de los centenarios no van a estar en una residencia (o asilo), sino que van a estar más en su casa".


Presidenta vitalicia, nadadora y fanática de las papas fritas


Es el caso de Fresia, quien hasta hace tres años vivió sola e independiente en un departamento en Ñuñoa, hasta que una caída hizo que su hija se la tuviera que llevar a vivir a su casa, donde vive junto a su esposo. Allí transitan sus nietos, bisnietos y sobrinos. "Todos me dicen tía o abueli", cuenta. Pero quien más la cautiva es su bisnieta de un año, que se la llevan para que la vea una vez por semana. "La niñita me tiene trastornada", afirma.


Pese a la lesión que le dejó su caída, Fresia no tiene dificultades para desplazarse por la casa utilizando un "burrito". También ayuda a hacer algunas labores en la cocina, como pelar porotos y hacer masas. "Me encanta hacer empanadas, pan, todas esas cosas. Mi yerno siempre me dice 'haga empanadas abueli'", cuenta.


Su rutina comienza por la mañana escuchando las noticias en la radio. "Ahí me impongo y ya sé ya lo que está pasando". Mientras que por la noche le gusta escuchar música de su época. "Hay un programa que pone toda la música antigua y eso me gusta porque me alegro cuando escucho a Frank Sinatra o tango", cuenta.


Tampoco ahora –al igual que cuando vivía con su marido– descuida la vida social. Todos los miércoles asiste a las reuniones de un grupo de la tercera edad de la Parroquia El Carmen de Ñuñoa, del cual es presidenta vitalicia. Cuando no ve a sus amigas del grupo, habla con ellas por teléfono y también comparte mucho con las amigas de su hija, que la suelen invitar a almorzar. Otro de sus pasatiempos es inventar adivinanzas y contar chistes. "Es creativa, se lleva inventando cosas de ingenio. Tiene una memoria extraordinaria", dice su hija.


Eso sí, con las comidas nunca se cuidó mucho. "Hasta el día de hoy come lo que ella quiere. En la noche si se le ocurre comer papas fritas, come papas fritas, cebolla frita, grasa, le gusta tomar su traguito. Ella come lo que quiere, pero no tiene problemas", cuenta Eugenia. Fresia también reconoce que cuando fue joven fumó "como carretonera", pero por un periodo breve y después lo dejó.


Por contrapartida, practicó natación y gimnasia, disciplinas que empezó a hacer siendo ya mayor y que realizó hasta pasados los 80 años. "Estuve varios años en natación, nadaba perfectamente y en lo hondo no tenía miedo. Después me metí a gimnasia para adultos en el Estadio Nacional, yo creo que eso también me ayudó mucho", comenta.


Otra característica que es posible identificar entre las personas más longevas, es que, según explica el Dr. Fasce, debido a factores culturales y espirituales, cuentan con "más herramientas para salir fortalecidos de situaciones complejas, que se consideran estresores del ambiente". Fresia confirma esa actitud. "En la vida, usted sabe, no todo es 'jauja', tiene sus altos y sus bajos. Yo he tenido también mis bajos, pero he salido adelante", afirma.


Su sobrina añade que "ha tenido tantos problemas como la mayoría de nosotros, primero perdió al esposo, que era una pareja muy alegre y muy unida, después falleció su hijo, tuvo una casa preciosa que tuvo que dejar, pero ella es muy optimista y agradecida de la vida".


Después de los 90 años es menos probable desarrollar nuevas enfermedades


Al contrario de lo que se pudiera pensar, las personas centenarias gozan, en general, de buena salud. Según explica el Dr. Fasce, esto se debe a que la mayoría de las enfermedades más complejas y que afectan la calidad de vida –como el cáncer y la demencia, entre otras– se declaran generalmente hasta los 90 años, pero pasada esa edad es más difícil que se presenten ese tipo de patologías.


"Si uno mira los gráficos, las enfermedades van en ascenso y llega un punto en que se tienden a estabilizar. Es como cuando uno pasa la noche en vela y hay una hora en que está más complicado, pero después ya puede pasar de largo. Acá pasa lo mismo, los que pasan los 90 años tienen un periodo de sobrevida que se estira mucho más. Y lo que uno hace es ya no diagnosticar nuevas enfermedades después de esas edades", señala.


En esa línea, indica que "si una persona tiene 100 años y ya no desarrolló demencia, es muy poco probable que vaya a pasar. Lo mismo pasa con los cánceres. Son enfermedades que si ya no se expresan a esas edades, las posibilidades de que vayan a ocurrir empiezan a disminuir".


Por ese motivo, y como corolario, el geriatra comenta que las personas centenarias generalmente "terminan falleciendo con periodos más cortos de agonía". "Puede ser una muerte súbita, una arritmia que aparece que de repente, o una infección grave, una neumonía, por ejemplo, que rápidamente hace que la persona fallezca y, por lo tanto, estos periodos de morbilidad y de agonía son en general breves", señala.

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