SANTIAGO.- La diseñadora porteña Macarena Valenzuela (33) tomaba nueve fármacos diarios para tratar su enfermedad de columna. Debido a su lordosis escoliosis, artrosis cervical y discopatía degenerativa pasó gran parte de su vida en clínicas, consultorios y farmacias, hasta donde también acudió motivada por fuertes crisis de dolor.
"También tomaba ansiolíticos y antidepresivos –relata–. No es fácil sobrellevar una condición de espalda siendo tan joven. Te afecta en lo anímico. Y por el hecho de estar tomando pastillas para el dolor, para subir el ánimo, para dormir, eso te provoca la necesidad de tomar más pastillas para proteger el estómago. Además del bien que te traen, con los fármacos debes tomar otros medicamentos para ir parchando los problemas que te provocan".
Esa rutina farmacológica cambió hace cinco años. En un viaje a Ámsterdam, Holanda, descubrió que el uso frecuente de marihuana podía cambiar su calidad de vida. "De ahí en adelante empecé a probar y experimentar notables mejoras. En estos cinco años que uso cannabis reduje fármacos y ya no los tomo diariamente", asegura.
Desde entonces Macarena se convirtió en una usuaria medicinal de cannabis, claro que con otro costo asociado: debe tratar en la clandestinidad su enfermedad.
Lo que ocurre es que en la actual legislación chilena (Ley 20.000 de Drogas), el cultivo de cannabis es legal sólo si cuenta con autorización del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), para lo cual se debe demostrar que es para uso terapéutico. Sin embargo, hasta el momento ninguna persona, salvo una empresa de innovación agrícola (ver recuadro), ha obtenido ese permiso.
Pacientes con miedo
Por esa razón, los enfermos no pueden cultivar con tranquilidad su propio cannabis en casa y los médicos tampoco se atreven a recetárselas. Entonces ¿cómo comprobar que es para uso terapéutico? No queda más que acudir al mercado negro, pero eso también puede ser considerado una falta, ya que la ley señala que el "consumo de un droga es legal en Chile siempre que sea privado, exclusivo y próximo en el tiempo" y con una cantidad que pueda justificar aquello.
"La ley tiene vacíos legales. Es muy hipócrita, como nuestra idiosincrasia", lamenta el asesor sobre políticas de drogas del Colegio Médico, Dr. Sergio Sánchez Bustos, quien es uno de los tantos expertos que se ha sumado a la cruzada que busca cambiar la actual política de drogas en Chile para que el tema se enfrente como un problema sanitario y no delictual.
Con ese propósito este médico salubrista, en mayo de 2012, acudió a la Comisión de la Juventud de la Cámara de Diputados para exponer sobre los usos medicinales de la marihuana.
"Como Colegio Médico queremos que se permita hacer estudios y tener los reglamentos necesarios para que los enfermos puedan acceder en forma segura al cannabis", dice el Dr. Sánchez, quien agrega que la actual situación incluso impide saber con certeza cuántos pacientes efectivos o potenciales de cannabis existen en el país.
Las asociaciones seudo clandestinas chilenas que agrupan a los usuarios medicinales, como Cultivamedicina, afirman que –según cifras del Ministerio de Salud– en el país hay 62 mil personas sometidas a quimioterapia por cáncer o que padecen enfermedades como VIH o esclerosis múltiple, todas las cuales podrían beneficiarse con esta terapia.
Frente a esto, el Dr. Sánchez, quien valora el polémico informe de la OEA que propone despenalizar ciertas drogas, plantea que un primer paso en la despenalización del cannabis debe enfocarse en los usuarios medicinales.
"Por la actual ley, el enfermo no puede acceder legalmente a fármacos (con cannabis) o (importar) cogollos medicinales que distribuye el Ministerio de Salud de Holanda, el que tiene un alto porcentaje de THC (Tetrahidrocarbocannabinol, el principal psicoactivo de la marihuana para aliviar el dolor). Tampoco están permitidos los clubes de usuarios como en España. Los pacientes deben hacer uso en total clandestinidad del cannabis y se exponen a riesgos por conseguirlo. Todo eso por la anacrónica Ley 20.000", dice el especialista, quien pese a los problemas de la actual legislación, se declara optimista.
"Ha habido avances. El Colegio Médico ha puesto el tema en el tapete. También hay proyectos de ley importantes en la línea de la despenalización, presentados por los senadores Ricardo Lagos Weber y Fulvio Rossi. La gente empieza a interesarse por el tema, y el informe de la OEA es relevante porque genera influencia en la opinión pública. Creo que en cinco años puede producirse apertura en el uso terapéutico", señala.
Mientras tanto, los usuarios medicinales deberán seguir tratándose con temor.
"Todos los ligados a esta planta sabemos que debemos vivir en la clandestinidad. Como en otros países, en Chile también hay agrupaciones que se hacen cargo de cultivos colectivos para pacientes terminales que están completamente abandonados de toda asesoría médica. Mientras no nos dejen de ver como adictos, seguirán nuestros problemas… La alternativa que tenemos es volver a los fármacos o acudir al mercado negro, que es peligroso. Y creo que para la calidad de vida de las personas, ninguna de las dos opciones es válida", lamenta la diseñadora Macarena Valenzuela.