El padre Felipe Berríos se encuentra en África desde 2010.
El Mercurio (archivo)SANTIAGO.- El sacerdote jesuita Felipe Berríos, quien se encuentra desde hace tres años como misionero en Burundi tras dejar el país, criticó con intensidad la realidad actual de la Iglesia Católica y los males de la sociedad chilena. Al mismo tiempo, manifestó su esperanza en el cambio social liderado por los jóvenes.
El religioso, quien fue en nuestro país capellán de la iniciativa "Un Techo para Chile", consideró que determinados movimientos religiosos y grupos dentro de la Iglesia "le han hecho un daño tremendo a la élite chilena".
"Han hecho que se preocupen de unos ritos sin contenido y vivan llenos de miedo, buscando una salvación que Dios se las da gratuita con 'buenas acciones'", expresó, en una entrevista concedida al programa "El Informante" de TVN.
"Hacen buenas acciones entre comiilas, porque cuando tocan sus intereses económicos, dejan de hacer buenas acciones. Pero no son ellos los culpables, sino quienes los han educado así", añadió.
Al mismo tiempo, lamentó la separación entre la "Iglesia real, la de las viejitas que están siempre en las tres primeras filas en los templos, la de los curas jugados de pueblo", y "la iglesia jerárquica, que no dice nada, que no responde y que hoy no es tema para la gente".
También hizo notar los efectos negativos que han tenido el consumismo y el lucro en la sociedad chilena y en la Iglesia Católica.
"La Iglesia también ha lucrado. El lucro de la iglesia ha sido creerse la dueña de la salvación y lucrar con eso", señaló.
"El mercado no es malo, pero si no le pones contrapeso y lo dejas totalmente en libertad, como ha ocurrido en Chile y en gran parte del mundo, es como dejar suelto un animal salvaje", expresó.
Dicho fenómeno "nos borró valores como la honradez, la sencillez de vida y la autenticidad. Esto ha destruido los valores en la educación, en la salud, en el ahorro, en la política y también en la Iglesia", declaró.
"Creo que la mayoría de la gente está creyendo en el dios del consumo, y eso produce un vacío enorme. Dicen que creen en Jesucristo, pero en el fondo nuestro dios se ha transformado en el dios del consumo, representado en Navidad por el Viejo Pascuero", aseveró.
"Los jóvenes se atreven"
Berríos hizo notar su esperanza en un cambio liderado por los jóvenes, pese a que reconoció el alejamiento que muestran frente a la Iglesia Católica actual.
"Eso ocurre porque les hemos mostrado un Dios, por usar un término juvenil, tan rasca, tan insípido, que es más bien una moralina, así que los chiquillos finalmente prescinden de Él. No es tema para ellos el Dios que les presentamos", explicó.
"Pero cuando ellos están dispuestos a entregar sus vidas, estudian para ser mejores o buscan la igualdad en e país, también están buscando a Dios. Lo que pasa es que nadie les ha hecho relacionar las dos cosas", agregó.
En este plano, celebró la actitud de estudiantes y jóvenes comprometidos "con pedir cambios".
"Ellos han visto la vida de sus papás, que no son felices. Entonces, estos jóvenes se atreven. Nosotros, los adultos, tenemos miedo de producir cambios porque todavía mantenemos los traumas del golpe y otras cosas. Pero ellos no tienen esos traumas", recalcó.
"Por eso estoy muy contento al ver que estos dos chiquillos que lideraron las manifestaciones, Giorgio Jackson y Camila Vallejo, se metan en politica. Esta fuerza de cambio hay que transformarla en movimientos políticos, para que sean reales los cambios", aseveró.
"Ojalá que el liderazgo sea de los jóvenes, para que los cambios que hay que hacer se hagan en profundidad", añadió.
Iglesia "jerárquica y ausente"
Según Berríos, la Iglesia Católica sigue "ausente" en los grandes temas sociales.
"Está enrollada en sus propios problemas. Si se pudiera sacudir de eso y de toda esa pompa, como hizo el actual Papa Francisco cuando se sacó los zapatos rojos, y logre predicar el Evangelio con gestos concretos, tendría mucho que decir hoy", indicó.
Pese a ello, consideró que eso todavía no es posible "porque hasta el momento los líderes eclesiásticos que tenemos han sido puestos justamente por su carácter de no quebrar ningún huevo".
"Todos los obispos nombrados en los últimos 20 años, y no sólo en Chile, no son líderes: se escogieron voceros del Vaticano. Por eso al actual Papa le va a costar mucho lograr un cambio real", estimó.
"Uno escucha que (los obispos) dicen frecuentemente 'tal como dice el Santo Padre'. ¿Por qué tanto 'Santo Padre'? Él es el Papa, nada más. Y dan ganas de preguntar: ¿Qué dices tú, que eres el jefe de la Iglesia local? Por eso el actual Papa es nombrado Obispo de Roma", recalcó.
Agregó que quienes integran la actual jerarquía "son gente muy buena que no ha hecho nada malo, pero tampoco ha hecho nada bueno en el sentido que no son capaces de jugársela por los que sufren, por los pobres".
"Son líderes sólo de un grupo de católicos, y con eso dejan de ser pastores. Eso lo percibimos los curas: estamos solos en este momento, no tenemos pastores", advirtió.
"Si bendigo el anillo de una persona separada que se casa por segunda vez, al día siguiente tengo un llamado del arzobispo o desde Roma. Si, en cambio, voy a bendecir la sucursal de un banco que está chupándole la sangre a los chienos, nadie reclama. No puede ser", agregó.
Discriminación e Iglesia
También estimó que existen tareas pendientes en la Iglesia Católica en el tema de la discriminación.
"En mi opinión los colegios católicos no deberían ser excluyentes. Tienen que estar abiertos a todos: a los niños que tengan papás separados, a niños de familias que no tienen dinero, que tengan discapacidades físicas, y a niños que tengan otra creencias", declaró.
Al mismo tiempo, consideró errado el enfoque que centra la libertad de educación en la posibilidad de crear colegios, y no en la libertad de los padres para poner a sus hijos en los establecimientos que deseen, por ejemplo, cerca de sus hogares.
"Hoy no puedes poner a un hijo en un colegio determinado, porque te rechazan por tu manera de pensar, tu estatus economico, tu condición sexual o tu tipo de matrimonio", denunció.
"La Iglesia también discrimina", añadió. "Como ha dicho el Papa Francisco, la 'prueba de la blancura' en esto es la opción por los pobres, pero no está siendo una Iglesia de los pobres. Ellos son motivo de caridad, pero no están en el centro. Y al hacer esto, la Iglesia deja de predicar el Evangelio, que fue escrito para los pobres".
El sacerdote consideró negativo que durante el pontificado del Papa Juan Pablo II se suprimiera "una iglesia que era viva y pujante, como la de la Teología de la Liberación, que pudo tener errores. Pero con ella se eliminaron las comunidades de base y la participación del laicado, entre otras cosas a las que apuntaba el Concilio Vaticano II", describió.