Evelyn Matthei sonríe: Su viejo anhelo de ser candidata a la presidencia lo cumplirá en 2013.
Claudio BuenoSANTIAGO.- La decisión anunciada ayer sábado por la UDI, viene a coronar una aspiración que lleva más de 20 años abrigándose en Evelyn Matthei: Ser la candidata de su sector en unas elecciones presidenciales.
La aspiración se hizo manifiesta por primera vez a principios de los 90, poco después del regreso a la democracia, cuando los bonos de la entonces diputada por Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea iban al alza, como una de las figuras de mayor proyección en su sector.
La batalla por ser la abanderada —parecía en esos días— sería librada únicamente con uno de sus compañeros en la entonces "patrula juvenil" de Renovación Nacional (RN), Sebastián Piñera. Sin embargo, ninguno de los dos figuraría en la papeleta, para fines de 1993.
La causa, para ambos, sería la misma: El ya histórico "Piñeragate", escándalo político de intervenciones telefónicas estallado en los estudios de Megavisión, que marcaría un distanciamiento que se extendería por años entre ambos, además de dejar mermadas sus posibilidades políticas.
Pero las vueltas en este ámbito son impredecibles, y el presente de ambos actores es un decidor ejemplo al respecto: Hoy Piñera está en La Moneda, y Matthei ungida como candidata oficial de la UDI, luego de alzarse como una de las figuras más llamativas del gabinete, como ministra del Trabajo.
Claro que el curso seguido hasta este día no fue fácil, y partió con la renuncia de la hoy candidata a RN, el partido desde el que emergió a fines de los 80. Ya como militante de la UDI, volvió a ser electa diputada en 1994 (ahora por San Antonio), para llegar al Senado en la siguiente elección (1998, por la región de Coquimbo).
Sin embargo, su relación con el gremialismo no ha sido sencilla, en parte gracias a la firmeza con que ha expresado posturas que difieren de las oficiales del partido, en materias como el aborto o la reforma tributaria.
A tanto llegó esa aparente distancia, que en mayo anunció su decisión de retirarse de la política en marzo de 2014, determinación que hoy ya no estaría en pie, luego de que los mismos dirigentes que la cuestionaron le pidieran asumir la candidatura.
Salir airosa en esa aventura no será sencillo: Además de enfrentarse a la gran favorita de las encuestas, Michelle Bachelet —al igual que ella, hija de un general de la Fuerza Aérea—, antes debe resolver si lo hará con el apoyo de RN, o frente también a un candidato de esa colectividad.
El siguiente desafío, en tanto, será poner freno a la imagen que más se ha difundido de ella en los últimos meses, y que ha sido tan festejada como criticada: La de ser dueña de un impredecible carácter, y de no frenarse a la hora de poner en su lugar a sus adversarios, de maneras nada protocolares.
La diputada Marta Isasi lo vivió en enero; su par Osvaldo Andrade, presidente del PS, recibió su dosis en marzo. "Es un poquito mal hablada, pero eso se puede mejorar", fue la conclusión que hace sólo días entregó al respecto el presidente de RN, Carlos Larraín.