SANTIAGO.- Ocho años y 338 días transcurrieron para que el Penal Cordillera, creado para recluir a militares de alto rango condenados por violación a los derechos humanos, recibiera el anuncio de su clausura, justo en medio de los cuestionamientos a las condiciones "5 estrellas" en que viven los 10 ex uniformados que ahí cumplen condena, entre ellos, el ex jefe de la DINA, Manuel Contreras, y el brigadier (R) Miguel Krassnoff.
Entregado por el Ejército a Gendarmería el 22 de noviembre de 2004, en un comodato de 50 años, el controversial enclave fue habilitado bajo la gestión del ex presidente Ricardo Lagos, como una forma de afrontar el incremento de detenciones que provocaría la no aplicación de la Ley de Amnistía a responsables de casos de DD.DD.
El tema causó controversia en la época. Mientras personeros ligados a temas de derechos humanos catalogaron como "inconcebibles" las "concesiones" a los militares, varios parlamentarios de la época criticaron al ex mandatario, recordándole que mientras había sido ministro de OO.PP., en 1995, se había negado a crear el penal de Punta Peuco.
"Huéspedes ilustres"
De 600 metros cuadrados, el penal ubicado en el Regimiento de Telecomunicaciones en Peñalolén tiene varios jardines y grandes árboles. Allí, trabajan 29 gendarmes, un asistente social, 3 paramédicos y 2 cocineras para los 10 reclusos que están distribuidos en cinco bungalows-celda.
La cabaña N° 1 es habitada sólo por el general (R) Manuel Contreras. La segunda, utilizada por el ex agente de la DINA, brigadier (R) Miguel Krassnoff, y el coronel (R) Jorge del Río; y la tercera, por los coroneles (R) Marcelo Moren Brito y José Zara.
En la cuarta, en tanto, conviven el ex subdirector de la DINA, brigadier (R) Pedro Espinoza, y el ex jefe de la CNI, general (R) Odlanier Mena. Y en la quinta, lo hacen el ex director de la CNI, general (R) Hugo Salas; el ex jefe de la Brigada Metropolitana de la DINA, general (R) César Manríquez, y el teniente coronel (R) David Miranda.
La rutina de los particulares reos
Puntualmente, a las 08:00 AM, los módulos son abiertos. Minutos después, los ex uniformados reciben los medicamentos recetados: Moren Brito tiene úlcera; Contreras sufre hipertensión arterial y desde mayo pasado concurre a dializarse al Hospital Militar los lunes, miércoles y viernes; Manríquez, en tanto, se trata una depresión por la que estuvo internado en una clínica siquiátrica.
Cada uno debe preparar su desayuno, hacer su cama y preocuparse de la limpieza de su módulo. Está dispuesto que Zara y Del Río se encarguen de la mantención de las áreas verdes. Los ex militares pueden caminar por los jardines del recinto, rodeado por un enrejado, o permanecer en sus dormitorios que cuentan con sala de estar, teléfono -habilitado martes y viernes- y TV cable.
El recinto además, según han denunciado sus detractores, tiene cancha de tenis y una pequeña área para asados. No existen celdas de castigo y el diálogo entre reclusos de distintos módulos está prohibido. Krassnoff en una ocasión fue "reprendido" cuando intentó conversar con Manuel Contreras.
Miércoles, sábados y domingos, de 10:00 a 12:00 (almuerzo) y 14:00 a 17:00 horas, pueden recibir visitas -máximo 5 personas-, que deben atravesar dos controles de seguridad. La puerta de la reja se cierra a las 20:00, cuando el paramédico hace la última entrega de medicamentos, y dos horas después, se pone llave a las celdas-cabañas.
El general (R) Odlanier Mena es el único que tiene salida dominical desde el 10 de junio de 2011. Los demás han solicitado el beneficio intrapenitenciario, pero les ha sido denegado. Moren Brito y Del Río se encuentran en proceso de postulación a la libertad vigilada.
"Hay ciertos privilegios que no se corresponden con la realidad penitenciaria. Convivían en cabañas y eso no ocurre en las cárceles normales. Tenían un trato distante, más que todo de Manuel Contreras. Quizás su comportamiento responde a que por su realidad militar piensan que merecen un trato diferente. Tienen esa terquedad de no asumir que están presos", explica a Emol el presidente de la Asociación Nacional de Suboficiales y Gendarmes, Joe González.
Punta Peuco
Una vez concretado el cierre de Cordillera, los diez internos serán trasladados al penal de Punta Peuco (Tiltil), que actualmente alberga a 44 reclusos. La situación no será fácil, considerando que algunos ex uniformados protagonizaron algunas rencillas.
Contreras, por ejemplo, registra desencuentros con el general (R) Mena y el brigadier (R) Pedro Espinoza. Con este último, la relación quedó quebrada tras la sentencia por la muerte de Orlando Letelier, donde sólo el ex subjefe de la DINA fue condenado.
Éste, a su vez, tiene problemas con el propio Mena, el brigadier (R) Krassnoff y el coronel (R) Juan Morales Salgado, quien lo acusó de "traidor" al revelar un documento que lo vinculaba con el asesinato del ex comandante en jefe del Ejército, Carlos Prats, en Argentina.
Quien también permanece en Punta Peuco es el ex jefe de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE), Maximiliano Ferrer, que tuvo un altercado en 2007 con Marcelo Moren Brito, cuando ambos se encontraban en Cordillera. En esa ocasión, el ex jefe de Villa Grimaldi acusó al coronel (R) de haber asesinado a su sobrino.
Otros condenados del penal del sector norte de Santiago son el general (R) Raúl Iturriaga Neumann, el ex jefe operativo de la CNI, mayor (R) Álvaro Corbalán, el general (R) Arturo Álvarez y el mayor (R) Carlos Herrera Jiménez.
El presidente de la Ansog, Joe González, cree que el traslado a Punta Peuco generará un "impacto" en los ex uniformados, ya que "se asemeja mucho más a una cárcel y régimen de control más directo".
"Habrá una problemática de cómo enfrentarán este cambio. No nos extrañaría que utilicen el tema de su avanzada edad y estado de salud para no ser trasladados y quedar internados en el Hospital Militar", concluye.