SANTIAGO.- En el comando de Evelyn Matthei, ubicado en un hotel del sector oriente de la capital, estaba claro que no iba a haber milagros y que la derrota era segura. Nadie se atrevía, ni en broma, a pronosticar un triunfo de la candidata oficialista.
Con poca prensa y con muy pocos adherentes, sólo la vocera Lily Pérez intentaba levantar los ánimos llamando a corear el "sí se puede" de la campaña, pero la recepción era prácticamente nula.
Tan asumida estaba la derrota, que las principales figuras de la Alianza que llegaron al comando ni siquiera vertían críticas por la ausencia de los senadores electos Andrés Allamand o José Manuel Ossandón, cuestionados por su falta de apoyo a Matthei, y pedían dejar los análisis para después.
Sin embargo, el contundente triunfo de Bachelet, con un 62,1% de los votos versus el 37,8%, dejó a muchos descolocados. El primero en reconocer la derrota, sin eufemismos, antes de las 19:00 horas, era el senador gremialista Hernán Larraín.
"Es un resultado aplastante (...). Se viene una Presidenta Bachelet que nos pondrá en una situación difícil, con un Parlamento disminuido desde nuestro punto de vista, que les permitirá hacer muchas cosas", señaló.
Mientras tanto el presidente de la UDI, Patricio Melero, realizaba un mea culpa, señalando que la derrota se debió a que no supieron "defender las ideas ni el ideario de la derecha" y el secretario general de RN, Mario Desbordes, sostenía que la poca adhesión responde a que la Alianza no se amplió hacia sectores de centro, como el PRI o Evópoli.
El casi 60% de abstención también entró en el análisis. Melero señalaba que Bachelet había obtenido un "triunfo legítimo, pero que no tenía la representatividad" de la mayoría del país "para realizar los cambios profundos que prometió".
En esa línea, el diputado Gustavo Hasbún llamaba a hacer una oposición "constructiva, pero con firmeza".
Y para el derrotado candidato a senador, Laurence Golborne, eran múltiples los factores de la derrota, centrando sus dardos en la falta de unión de la Alianza.
"Ciertamente un problema endémico que tiene la centro derecha chilena es el problema de la unidad, el problema que tenemos es que en lugar de construir y generar en base de ideas comunes un proyecto que convoque a mucha gente, tendemos a generar divisiones, a aportillar potenciales liderazgos, y eso se traduce en que la ciudadanía se va desencantando con nuestro proyecto", señaló.
En eso coincidía el senador Alberto Espina. "La falta de unidad de nuestro sector, la gente la termina castigando duramente", dijo.
Para el ex alcalde Pablo Zalaquett también hubo mezquindad de algunos rostros de la Alianza. "Debemos tener un relato que llegue a la gente con nuestras ideas y valores. Volver a ir al mundo popular, porque nos aburguesamos, además enfrentamos un escenario de mucha mezquindad, donde los partidos no estuvieron a altura ni tampoco sus principales liderazgos. Eso le hizo mucho daño a Matthei. Hubo quienes ganaron elecciones importantes y que nunca la apoyaron ni antes ni después", dijo en alusión a Andrés Allamand.
Un diagnóstico distinto entregó el presidente de RN, senador Carlos Larraín, para quien la derrota pasó por un tema cultural de la sociedad y que la centroderecha no captó.
"Tenemos un ambiente cultural muy difícil en el país, hay una sociedad que lo cuestiona todo, una siembra de expectativas muy intensas y quizás poca sensibilidad de parte nuestra para captar esas nuevas realidades", señaló.
Pero Larraín descartó una reconstrucción de la centroderecha para futuras elecciones. "No creo que nos tengamos que regenerar porque no nos hemos degenerado, cumplimos. Evelyn Matthei sacó el voto estándar de la centro derecha", expresó.