SANTIAGO.- En silencio ven cómo las llamas arrasan con lo que era su hábitat y lo reducen a cenizas. Entre restos de devastación intentan huir, mientras las llamas y el humo cubren las más de 28 mil hectáreas que -desde noviembre a la fecha- han sido destruidas por los incendios forestales.
Son las otras víctimas de los siniestros, aquellas de las que todavía no se habla. Latentes están las imágenes de un conejo petrificado que no pudo escapar del fuego en Melipilla, del zorro culpeo que fue rescatado en el mismo lugar o de la cría de pudú salvada en Puerto Montt.
Aunque no existe un catastro de las especies silvestres afectadas, el jefe de Sección de Flora y Fauna del Departamento de Conservación de la Diversidad Biológica de Conaf, Moisés Grimberg, señala a Emol que estos incendios tienen consecuencias directas sobre los animales, no sólo por las heridas por quemaduras o lesiones en las vías respiratorias, sino también por los efectos a largo plazo.
"La primera es inmediata: la muerte, sobre todo, de la fauna de baja movilidad como anfibios, reptiles, insectos y otros tantos. Y segunda: la destrucción de sus ecosistemas que los obliga a migrar. Eso genera que sobrecarguen otras zonas ya pobladas y afecten la alimentación, nidificación y reproducción, afectando la cadena natural", explica.
Tales efectos, apunta, se ven en la temporada siguiente, como ocurrió en Estados Unidos en 1988, donde un megaincendio arrasó con casi 800 mil hectáreas del Parque Nacional Yellowstone. Si bien los informes iniciales hablaban de sólo algunas especies muertas, la mortandad posterior fue sumamente alta, porque perdieron gran cantidad de terreno que les servía de alimentación.
Es por esto que Conaf, el Servicio Agrícola Ganadero (SAG) y el resto de los equipos de emergencia están preocupados por las especies nativas emblemáticas que podrían verse en riesgo con el fuego, como zorros culpeo y de Darwin, chillas, huemules, pumas, loros tricahue, carpinteros negros, reptiles y anfibios endémicos.
Restauración del ecosistema
"Se entiende que la prioridad de quienes combaten el fuego no sean los animales, pero también saben que entre más rápido extingan las llamas ayudan a afrontar el problema completo", enfatiza el director del Centro de Rehabilitación de Fauna Silvestre de la Universidad Austral, Ángelo Espinoza.
En su memoria está lo sucedido en Torres del Paine, donde las llamas destruyeron el 7% del Parque Nacional (casi 13.880 hectáreas), afectando el hábitat de algunos animales. "Me tocó ir a terreno y la superficie destruida era considerable y eso va afectando la cadena alimenticia. Murieron muchos roedores, conejos y especies más pequeñas, que son presas de aves rapaces y zorros", recuerda.
Tal fue la devastación que Conaf debió impulsar un programa para reforestar el Parque y recuperar la biodiversidad y los animales que migraron por el humo y el fuego.
El proceso no es simple. Espinoza puntualiza que para una traslocación es necesario considerar factores como el tipo de hábitat, las especies que viven en el lugar y si están las presas adecuadas para animales que lograron subsistir.
Monitoreo constante
Estos impactos son evaluados por el SAG en diferentes escalas: paisaje, ecosistemas, comunidades, poblaciones e "individuos", considerando la dimensión espacial, temporal y poblacional de cada caso.
"A partir de esos antecedentes, se toman las decisiones respecto de las medidas a adoptar, las que dependerán de las características del daño y los efectos directos sobre la fauna silvestre", explican desde el organismo.
Ese monitoreo es parte también de los planes de contingencia que Conaf mantiene en áreas protegidas, a través de guardaparques y algunas brigadas forestales durante toda la temporada en que podrían producirse incendios.
"Lamentablemente no podemos tener estas cuadrillas en todas las reservas, pero sí se eligen las que tienen más particularidades en caso de siniestros", comenta el jefe de Sección de Flora y Fauna del Departamento de Conservación de la Diversidad Biológica.
En esa línea, sostiene que actualmente los focos de preocupación se concentran en las áreas silvestres protegidas de las regiones de Valparaíso y el Biobío, subrayando que el incremento de siniestros forestales coincide también "con el período de mayor visita de turistas".
"Por lo mismo, estamos haciendo un trabajo muy concentrado para tratar que los turistas tengan mucho cuidado y no comentan descuidos ni conductas irresponsables", concluyó.