Los anfibios, como la ranita de Darwin, están expuestos a grave peligro de extinción en Chile.
Héctor Yáñez, El MercurioSANTIAGO.- El primer reporte anual del Estado del Medio Ambiente, elaborado por esa cartera y dado a conocer este viernes, consigna que el bosque nativo cubre en Chile menos de 20% de la superficie continental del Chile, entre otras cifras que diagnostican el estado de la biodiversidad en el territorio nacional.
El documento, que fue presentado por el ministro (s), Marcelo Mena, contiene estadísticas relacionadas con el cambio climático, la gestión ambiental, áreas verdes urbanas y antecedentes sobre contaminación del aire y por ruido en ciudades.
Entre los antecedentes contenidos en texto referidos a la vegetación, la superficie de bosque nativo asciende a 18% del territorio continental. La Región de Aysén sigue siendo la gran reserva nacional de estas especies, con alrededor de 2,4 millones de hectáreas de bosque adulto.
Si se suman bosques nativos adultos y renovales, la superficie asciende a más de 3,5 millones de hectáreas en la XI Región.
La segunda región en superficie de especies arbóreas nativas es Los Lagos, con cerca de 2,3 millones de hectáreas en total entre bosques adultos y renovales, y la sigue Magallanes, con 1,6 millones de hectáreas en ambas categorías.
Las restantes regiones del país tienen superficies menores al millón de hectáreas de bosque nativo.
En cuanto a biodiversidad amenazada, el reporte hace notar que de las especies descritas en Chile, apenas 3% ha sido revisada y clasificada desde el punto de vista del riesgo de conservación. La mayor proporción de las no clasificadas corresponde a especies marinas y vegetales.
Dentro de los grupos que experimentan mayor impacto negativo están los anfibios. Sobre 50% de las especies de esta clase y que han sido catalogadas se encuentran en estado vulnerable, en peligro o en riesgo crítico de extinción.
El fenómeno de la desaparición de numerosas variedades de ranas ha sido reportado en todo el globo y es atribuido por científicos tanto a la actividad directa del ser humano -por contaminación, pesticidas e invasión de áreas silvestres- como al cambio climático.