Carreras Clandestinas de lujo
SANTIAGO.- En el año 2013, la autopista Costanera Norte tuvo un insólito registro: Carabineros sacó 2.480 partes, la mayoría por exceso de velocidad, en un tramo de apenas 2 kilómetros, que abarca dos bombas de bencina.
Esta zona "caliente", de mucho trabajo para la policía, tiene una sola explicación: las carreras clandestinas de autos de lujo que se desarrollan entre las salidas de Lo Curro y San Francisco de Asís, y donde las estaciones de servicio se usan como una especie de "paddock" para que los dueños de los vehículos, que cuestan de $20 a $150 millones, se estacionen.
La actividad atrae a decenas de fanáticos que llegan a ver como brillan los bólidos bajo las luces de los servicentros. El fenómeno ha aumentado con los años, según Carabineros y los funcionarios de la autopista, transformando a esta zona en el epicentro del mundo tuerca ABC1 de Santiago.
Aquí no se viene a ver autos "enchulados", sino de marcas exclusivas, por lo que es habitual el desfile de Lamborghinis, Porsches, Ferraris, Dodges Challenger y Corvettes.
Este imán de autos deportivos fue lo que atrajo a Álvaro, ingeniero de una compañía internacional que se integró a los encuentros de miércoles y jueves por la noche. Su auto es un Renault Megane RS rojo de 23 millones de pesos, que compró con sus ahorros.
Competencia dentro y fuera de la (auto)pista
"Empecé a venir en junio de este año principalmente para ver los autos, no participo de los piques porque los considero peligrosos. Prefiero ir a las Vizcachas. Aquí no ves V-16 arreglados, como es un sector más acomodado llegan autos increíbles", cuenta a Emol.
"Me gusta porque tampoco ves delincuencia ni gente tomando, como ocurre en otros lados, solo a fanáticos que les gustan este tipo de autos. Para mi grupo de amigos venir es como la previa para el carrete", agrega en medio del rugir de motores.
Minutos después un Camaro naranjo con franjas negras sale disparado, seguido por un Mustang Shelby Cobra azul. Ambos desaparecen Costanera abajo, aprovechando un pequeño descuido policial.
Otro fanático tuerca es Kevin Toledo, de 20 años, dueño de una empresa de compra y venta de vehículos en San Bernardo. Su debilidad son los Camaros, al suyo lo describe con pasión.
"Mi Camaro es año 2010. Me costó 18 palos. Es un SS, con motor 6200, 552 HP, inducción, chip y líneas de escape portland. Me gustó su sonido, es muy cómodo, muy rico. Llegué acá por unos amigos que vienen a correr en motos y autos", explica, detallando por qué este mundo "es diferente a otros encuentros tuercas".
"Son carreras más lujosas, con autos de mejor calidad. La competencia no se da solo en la pista, sino también por el que tiene el auto más arreglado y que cuesta más lucas", dice.
En eso, un Ferrari negro con los vidrios polarizados irrumpe de improviso en la bomba de bencina, cruza rápido por entre los vehículos y desaparece por la autopista entre la risa y los aplausos de fanáticos asombrados por la fantasmal aparición.
Kevin Toledo estima que ese Ferrari "debe costar unos 140 palos. Pero yo me quedó con el Cámaro, más adelante me gustaría tener el ZL1, que es la versión más cara. Cuesta mantenerlos por el combustible, yo el mío lo ocupo de viernes a domingo".
Pero no todo es lujo. La popularidad de este mundo tuerca hace que lleguen fanáticos de todos los sectores, como un grupo de cinco amigos que estacionan su Suzuki Maruti al lado de un Nissan GTR de $60 millones. Dicen que que hicieron el "rally" desde una comuna lejana sólo para venir a ver las "joyitas".
El resguardo policial también es parte de la adrenalina: las pistolas que miden el kilometraje son el "enemigo" y esquivarlas para evitar los partes, es un desafío. Por ello varios conductores de Mercedes y Porsches prefieren no hablar. "No quiero comentar nada, si hablo van a cachar altiro que vengo para acá", explica el dueño de un Corvette descapotable. "El modelo que tengo es único en Chile".
Negocio y hobby
Otros aprovechan el ambiente para hacer negocios, como René Caballero, dueño de una automotora en La Cisterna, quien asegura que se puede ahorrar mucho trayendo desde el extranjero autos de lujo usados.
"Yo hago la gestión de traer desde Japón, Alemania y Estados Unidos. Me enfoco en pedidos especiales", explica.
"Te puedo traer Camaros antiguos por 2 o 5 millones. Mis clientes son jóvenes que tienen sus lucas, y que les sale más económico traerlos que comprarlos acá. Con $10 millones te puedes comprar un Yaris nuevo en Chile, pero lo mismo te cuesta un rico Mercedes si lo traes de afuera. A lo mejor no va a ser del año, pero va a contar con prestaciones. Además, en Japón los autos se ocupan poco porque sale muy caro estacionarse. Así que llegan con poco kilometraje, y los japoneses son confiables: te mandan lo que te prometen".
La visión de estos encuentros tuercas es claramente distinta para los funcionarios de Costanera Norte y Carabineros, que han visto varios accidentes producto del exceso de velocidad.
El gerente de seguridad de esta autopista, Nelson Molina, explica que hay un problema legal para sancionar las carreras clandestinas: no están tipificadas como delitos. Actualmente hay dos proyectos en el Congreso para corregir esta situación.
"No podemos hacer nada para impedir estas carreras, salvo denunciarlas a Carabineros. Agradecemos su trabajo. Han logrado disminuir el fenómeno, pero no acabarlo. También hay otro proyecto para que vuelvan los fotorradares, que se podrían usar en la autopistas para controlar las altas velocidades", señala. "Pero insisto: hay que crear leyes especiales para este fenómeno que está presente en autopistas de todo Chile, incluso con víctimas fatales".
Como medida adicional y aunque no les corresponde, Molina explica que al detectar altas velocidades, a través del registro de la patente, se ubica al dueño del vehículo para advertirle. "Nos responden los padres que, en la mayoría de los casos, piensan que sus hijos están en otro tipo de actividades (con los autos), y se dan cuenta que no es así. Al final, nos dan las gracias".