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Santiago: Domingo 06 de octubre del 2024 | Actualizado 09:26
SANTIAGO.- Con dispositivos electroshock dos ciudadanos colombianos obligaron a un empresario automotriz a entrar al vehículo en el que se desplazaban, la noche del martes en La Cisterna. Era el inicio de un secuestro que duró 9 horas.
El caso que fue dado a conocer hoy por "El Mercurio", ocurrió cuando dos ciudadanos colombianos, disfrazados de obreros, abordaron al empresario automotriz Francisco Meléndez Nicolich, afuera de su casa de la citada comuna, sacándolo vendado y amarrado del sector.
El antecedente del uso de los dispositivos fue entregado durante esta jornada por el subprefecto Luis Silva, jefe de la Brigada de Investigaciones Policiales Especiales (BIPE) de la PDI, quien agregó que los sujetos eran liderados por un ciudadano chileno.
Éste último fue identificado como Adel Santis Álvarez, con antecedentes por infracción a la Ley de Armas y transitar con elementos conocidos para la comisión de delitos. Él es sindicado por los extranjeros Simeón Camacho Nicol y Cristián Lobatón Vargas -sus cómplices-, como el ideólogo del crimen.
De acuerdo a los antecedentes del caso, tras el secuestro los sujetos trasladaron a su víctima hasta el sector del puente Maipo, mientras que Santis realizaba los llamados extorsivos a un hermano del afectado, a quien le exigió 100 millones de pesos a cambio de su liberación.
Tras una negociación asistida por efectivos de la BIPE, los sujetos terminaron aceptando el pago de 8 millones de pesos, los que fueron entregados.
Luego de lo anterior, los antisociales liberaron al empresario en el sector de la Ruta 5 Sur con la autopista Américo Vespucio, desde donde se comunicó con su familia, iniciándose las pesquisas por parte de la policía y la fiscalía metropolitana Sur.
Las diligencias terminaron con la incautación de uno de los ocho millones de pesos entregados, dos vehículos –que serían de propiedad de Santis-, las chaquetillas con que se disfrazaron los extranjeros, además de tres celulares desde los que éste realizó las llamadas, y las amarras plásticas con las que redujeron a su víctima.
