SANTIAGO.- Gertrude Alexis muestra una permanente sonrisa mientras se esfuerza por entender las preguntas que le dirigen en un consultorio en Estación Central, en un español que ella todavía no domina, mientras espera atención junto a su hijo Erwin Walker, de 1 año y 8 meses.
Al verla nadie imaginaría la tragedia que vivió antes de su llegada a Chile desde el lejano Haití: perdió tres hijos en su país de origen cuando tenían apenas entre 8 y 16 meses de vida, debido a las deficientes condiciones sanitarias que reinan en la isla.
"Murieron en Haití. Los llevé al hospital porque tenían diarrea y fiebre, y fallecieron", explica.
Oriunda de Gonaïves, al norte de la nación caribeña, desembarcó en Santiago tras los pasos de su esposo -quien trabaja en un restaurante- y ahora concurre al Cesfam Padre Vicente Irarrázaval, situado en la población Nogales, al poniente de Santiago. Su pequeño ahora crece sano y bajo el cuidado del equipo de salud del recinto.
En las calles del populoso sector capitalino que rodea al centro es frecuente ver a espigados adolescentes haitianos que juegan al fútbol, ataviados con camisetas de la selección chilena -queriendo quizá emular al delantero de ese origen Jean Beausejour- y hombres que se trasladan en bicicleta mientras conversan en alta voz en kreyòl (o créole), su lengua natal.
Es precisamente el problema del idioma el que se convierte en una grave barrera a la hora de requerir atención de salud. Eso lo sabe la matrona Eugenia Ramírez, quien para atender a pacientes de este origen dice que han tenido que recurrir "a harta imaginación y paciencia, y con muchas señas".
Basándose en esta realidad, el Servicio de Salud Metropolitano Central (SSMC) participa, a través de su Dirección de Atención Primaria, en la puesta en marcha de una inédita iniciativa destinada a entregar formación básica en kreyòl (o creóle), el idioma de Haití, así como elementos socioculturales propios de ese país, a matronas y matrones que laboran en contextos con alta presencia de migrantes de este origen.
El curso "Aproximación sociocultural y contexto de inmigración", tiene entre sus impulsores a Sebastián Maldonado, trabajador social y psicólogo que pasó casi dos años trabajando como voluntario humanitario sanitario en la nación caribeña, tras el terremoto de 2010.
La actividad formativa se desarrolla durante este mes y participan en ella alrededor de 38 profesionales.
"Somos un país que ha abierto sus fronteras y recibe permanentemente un número importante de personas desde el extranjero", señala la presidenta del Colegio de Matronas y Matrones de Chile, Anita Román, quien valoró la entrega de estas herramientas para mejorar las capacidades de los profesionales de atención de salud.
Tercer lugar en extranjeros
Según datos del Servicio de Salud Metropolitano Central (SSMC), en sus 20 Centros de Salud Familiar (Cesfam) se encuentran inscritos en total 16.203 extranjeros de 44 nacionalidades.
Los grupos mayoritarios son los peruanos, con 9.997 personas, y los colombianos, con 2.275 registrados. Los haitianos ocupan el tercer lugar, con 838 inscritos.
Sergio Aguirre, director del Centro de Salud Padre Vicente Irarrázaval, explica que la capacitación entregada en el curso dirigido a las matronasno se limita a tratar de superar la barrera idiomática, sino también a conocer y abordar las diferencias socioculturales asociadas con la salud.
El directivo, quien indica que solo en ese centro asistencial hoy figuran inscritas 411 personas de nacionalidad haitiana, recalca que la atención de salud constituye un derecho que puede ser exigido por los extranjeros que residen en el país sin ninguna limitación.
"La política gubernamental es de estar abiertos a todas las comunidades. La ley es estricta y tiene que ver con proveer los servicios de salud que cualquier persona puede requerir, independientemente de su nacionalidad", declara.
Conexión con el país
Entre las diferencias culturales detectadas por los profesionales de salud chilenos se cuenta la inexperiencia de las recién llegadas en cuanto a los programas de control prenatal: generalmente solo acuden a los centros de atención cuando ya están a punto de dar a luz.
"En Haití tienen los hijos en las casas, con ayuda de parteras, y no cuentan en general profesionales matronas que atiendan los partos", explica Daniela Martínez, una de las participante en el curso de kreyòl.
En tanto, Aguirre -quien varias veces ha tenido que actuar como "intérprete" improvisado, aprovechando su conocimiento de francés adquirido cuando vivía en Montreal (Canadá)-, considera que la atención brindada en el Cesfam tiene un impacto más allá del tema sanitario.
"Además de la atención de salud, les ha servido también como una forma de conexión con el país", estima.
El directivo asegura que hasta el momento no conocen ningún caso de discriminación contra los migrantes caribeños. "No existe el concepto que los haitianos estén 'quitando' las horas médicas ni hemos recibido ningún reclamo relacionado con discriminación", asevera.
Muy puntuales
Incidentalmente, otra diferencia cultural notada por los profesionales de salud chilenos reside en la puntualidad: los inmigrantes de ese origen generalmente son mucho más puntillosos que los nacionales al respetar los horarios, relata Leticia Fajuri, profesional referente del programa Chile Crece Contigo en el Cesfam Padre Vicente Irarrázaval.
"Ellos son sumamente puntuales", explica la profesional, quien tuvo su primer contacto con familias haitianas a fines de 2013, "cuando los chicos que llegaban a la sala de estimulación eran bebés".
Hoy, precisa, nada menos que 72 niños de entre 0 y 4 años son atendidos en dicho centro, una muestra del crecimiento que experimenta la población haitiana migrante.
¿Y qué opinan los pacientes chilenos del Cesfam? Quienes concurren a ese centro de atención primaria descartan de plano que existan discordias relacionadas con el origen de estos nuevos vecinos en la población.
"Cómo los vamos a discriminar si vienen por una atención de salud", afirma Trinidad. "Merecen ser atendidos, al igual que si uno viajara a otro país".