HAMBURGO.- Millones de discos compactos van directamente camino a la destrucción, ya que con el tiempo una reacción química vuelve transparente su brillante capa de aluminio.
Los aficionados a la música y a la computación ignoran en general esta amenaza. Y los fabricantes de CDs callan. Es más, la industria discográfica alemana, por ejemplo, considera literalmente "superflua" una advertencia semejante. Y ni hablar de la posibilidad de un derecho a indemnización.
Quién quiera preservar esa colección de música reunida con tanto esfuerzo y dinero deberá copiarla en otro soporte de grabación. La alternativa es: perderlo todo o comprarlo todo de nuevo. En los grandes archivos, los especialistas se han hecho ya a la idea de tener que copiar algún día todos sus CDs.
"Desde el punto de vista legal, todo es muy claro", dice Edda Costello, experta legal de la central del consumidor en Hamburgo. En Alemania, la garantía legal es de seis meses, tanto para una lavadora de ropa como para un disco compacto. Vencido ese plazo, el fabricante no está obligado a reemplazar un CD defectuoso.
Tampoco hay obligación de advertir que el soporte de grabación puede fallar. Hasta ahora, el consumidor creía que un CD era eterno.
Pero, ¿cuánto dura realmente un CD? Las respuestas posibles varían entre 25 y 100 años. El profesor Henning Hopf, director del Instituto de Química Orgánica de la Universidad Técnica de Braunschweig, estima la durabilidad de un CD entre 25 y 30 años.
El problema se debe a reacciones químicas que se producen dentro del CD, señala el ingeniero Rainer Vesper, de Bayer AG en Leverkusen.
Bajo el lado impreso de un CD viene una capa de laca transparente, seguida de una fina capa de aluminio. Bajo esta fina película metálica está el policarbonato, un plástico transparente. Allí se guardan las informaciones en forma de hendeduras. Un rayo laser lee esas hendeduras y reproduce los datos originales. El aluminio refleja la luz del laser.
Desde ambos lados de un CD pueden llegar hasta el metal moléculas de oxígeno y agua. El aluminio reacciona, convirtiéndose a lo largo de los años en un hidróxido de aluminio transparente. En la capa de policarbonato permanecen las elevaciones y las hendeduras, pero el rayo laser ya no es reflejado por el aluminio y el disco ya no puede ser leído.
Rafael Ball, director de la la biblioteca central del Centro de Investigaciones de Juelich, no cree que este sea un grave problema. "El disco CD-ROM es un modelo en extinción. Nadie se preocupa ya de su durabilidad", dice.
Las bibliotecas instalan cada vez más bases de datos online y servidores centrales. A nadie le importa cómo un futuro abuelo le tocará a su nieto dentro de 50 años la música que él escuchó el año 2001.
Hartmut Spiesecke, portavoz de la Asociación de la Industria Fonográfica Alemana, va aún más lejos: "Los discos compactos duran una vida. No hay soporte de grabación que sea más durable y menos sensible que un CD".
Aunque no para toda una eternidad, reconoce, "pero nos parece superfluo hacer a nuestros clientes una advertencia semejante, porque se entiende por sí sola".
La asociación representa los intereses de los productores de música, que el año pasado, con la venta de 262 millones de CDs, sólo en Alemania, tuvieron una cifra de negocios de 4.800 millones de marcos (2.100 millones de dólares).
"Mis colegas aconsejan cautela", dice Ingo Kolasa, director del Archivo Musical Alemán de Berlín, donde desde 1973 se guarda un ejemplar de cada disco aparecido en Alemania. Los archivos musicales internacionales suponían hasta ahora que un CD aguantaba unos 50 años, dice.
La industria discográfica, entretanto, estima ya que los discos compactos serán reemplazados algún día, tal como ocurrió con los discos de vinilo, y planea nuevos negocios.
La industria dice poder demostrar que los CD pueden durar mucho tiempo, porque resultaron intactos en simulaciones en cámaras climáticas, "pero ¿quién puede decir ahora qué problemas aparecerán más tarde?", se pregunta Kolasa. Señala, por ejemplo, que nadie pensó que la tinta podía devorar viejas partituras.
A lo largo de los años, los viejos long-play de vinilo han demostrado ser los soportes de grabación de mayor durabilidad. "Al parecer duran eternamente... siempre que no se quiebren", dice.